El aceleramiento del recalentamiento planetario creará un nuevo tipo de refugiados: el de aquellos que huirán de sus países por el ascenso de las aguas sobre sus hogares.
En Tuvalu ya se perciben señales de esta funesta tendencia.
Esta pequeña nación insular del océano Pacífico, de 12.000 habitantes, pidió a Australia y Nueva Zelanda que abran la puerta a sus habitantes que perdieron su hogar, según un comunicado de la secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Esta isla de la Polinesia "sufre la salinización de tierras agrícolas y la desaparición de playas por la elevación del nivel del mar", prosigue la nota. El gobierno de Tuvalu pidió el reasentamiento de "al menos 3.000 personas y posiblemente toda su población para los próximos años".
Nueva Zelanda se mostró receptiva ante la solicitud, indicó Ian Fry, funcionario del departamento de ambiente del Ministerio de Recursos Naturales de Tuvalu. El gobierno en Wellington "accedió a recibir a 17 personas al año", señaló.
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En cambio, "el gobierno australiano rechazó el pedido", apuntó.
Tuvalu reiterará su exhortación a Canberra este mismo año, informó Fry. "El cambio climático se ha vuelto para nosotros una cuestión de seguridad", explicó Fry. "Nuestro país puede volverse inhabitable en 30 años si el mundo no toma medidas para detener la elevación del nivel del mar."
De hecho, la difícil situación es compartida por otras islas del bloque de 38 pequeños estados insulares en desarrollo (conocido por el acrónimo PEID).
Para esos países, la conferencia sobre cambio climático que se realiza esta semana en la capital de Tailandia ofrece otra oportunidad para prender la alarma acerca de su supervivencia si no se reducen de forma drástica las emisiones mundiales de gases invernadero.
Además, los PEID reclaman fondos para la adaptación a los estragos causados por ese fenómeno.
La mayoría de los científicos atribuyen el recalentamiento del planeta a la emisión de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.
La mayoría de estos gases son liberados a la atmósfera con la quema de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón, sobre todo en procesos industriales y de transporte de los que son responsables, en buena medida, los países ricos.
"Somos el primer grupo de países directamente afectados por el cambio climático. Para nosotros no sólo una cuestión de economía, sino de mera supervivencia", dijo a IPS Selwin Hart, coordinador de los PEID.
"Nuestro papel en las reuniones de la Convención Marco es único. Hemos sido su conciencia", apuntó.
La conferencia en Bangkok, que comenzó el lunes y concluirá este viernes, reunió a más de 1.100 negociadores de 163 países para discutir un nuevo acuerdo internacional para reducir el recalentamiento del planeta y ayudar al Sur en desarrollo a adaptarse al fenómeno.
Se trata de las primeras negociaciones tras la reunión realizada en la isla indonesia de Bali en diciembre de 2007, en la que naciones en desarrollo acordaron con las industrializadas crear una respuesta global contra el rápido recalentamiento.
La Convención Marco sobre Cambio Climático fue aprobada por 192 países en la llamada Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro en 1992, en respuesta a advertencias de la comunidad científica sobre la posible destrucción del planeta por la emisiónde gases invernadero.
En 1997, la Convención se complementó con el Protocolo de Kyoto, por el cual 37 países industrializados se comprometieron a reducir sus emisiones en al menos 5,2 por ciento para 2012, respecto de las registradas en 1990.
El bloque PEID aspira a que en Bangkok quede establecida una serie de medidas para ayudar a sus miembros a superar una situación como la que padece Tuvalu.
"Queremos evitar mudarnos a otro país. Queremos lidiar con el problema antes de que se nos vaya de las manos", dijo a IPS la jefa de la delegación de Islas Cook en Bangkok, Pasha Carruthers. "Los proyectos de adaptación son esenciales para nosotros."
Organizaciones ambientalistas de las islas del océano Pacífico concuerdan con Carruthers.
"Las comunidades tienen cada vez mayor conciencia acerca del futuro incierto. Hay algunos aspectos abordados por iglesias locales", indicó Arieta Moceica, asesora de cambio climático de la organización ambientalista Greenpeace Internacional en Suva. "Emigrar de su isla no será fácil. Implicaría la pérdida de su cultura, de su identidad y de su forma de vida", agregó.
Las conferencias de la Convención Marco sobre Cambio Climático aún deben abordar la preocupación de los PEID, reconoció Moceica.
"Es hora de que en estas negociaciones se reconozca la importancia de establecer un vínculo entre cambio climático y derechos humanos. Los mayores contaminantes no pueden ignorar el problema de que llegará un día en que haya refugiados a causa de ese fenómeno", subrayó.
Por ahora, la ayuda llegó de otro ámbito.
A fines de marzo, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció por primera vez que el cambio climático afecta a los habitantes de los pequeños estados insulares y residentes de áreas costeras y zonas golpeadas por condiciones extremas, como sequías e inundaciones.
Ese logro se obtuvo gracias a los esfuerzos diplomáticos de países como Maldivas y Tuvalu.
El hecho sucedió dos décadas después de que el presidente de Maldivas, Maumoon Abdul Gayoom, realizara un dramático llamado ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
El discurso titulado "La muerte de una nación", pronunciado en 1987, sirvió para que el mundo conociera la difícil situación que viven las pequeñas naciones insulares por la elevación del nivel del mar.
"Desde entonces venimos subrayando nuestra vulnerabilidad frente al recalentamiento del planeta", señaló Amjad Abdulla, director general del Ministerio de Ambiente, Energía y Agua de Maldivas.
"El argumento básico es que las comunidades vulnerables tienen derecho a existir. Tratamos de llamar la atención sobre la dimensión humana del cambio climático", agregó.
Sin embargo, los avances de la Convención Marco sobre Cambio Climático han sido mínimos, señaló a IPS.
"Estamos muy decepcionados con la lentitud con que se implementa el Protocolo de Kyoto. No podemos ver las cosas que suceden en nuestros países. Da miedo", añadió.