MUJERES-EEUU: Tijeras para cortar la violencia doméstica

Una costilla rota, un corte profundo, una quemadura. Esos detalles le sirvieron a María, una peluquera neoyorquina, como indicios de la violencia de la que una de sus clientas, Betty, era víctima.

Eso ocurrió hace casi 26 años, cuando María, quien pidió ser identificada sólo con su nombre de pila para este informe, comenzó a ejercer su profesión en la ciudad estadounidense.

Betty —cuyo nombre fue cambiado— solía ofrecer una larga perorata sobre su torpeza para explicar las lesiones con las que aparecía en la peluquería.

"Como tenía buenas excusas, o tal vez porque yo no era demasiado consciente, no sospeché nada", relató María.

No fue sino hasta que la peluquera y su clienta construyeron un vínculo de una década que Betty dejó de lado su reticencia y le reveló a María los abusos de su esposo.
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María no sólo se irritó. También se sintió impulsada a hacer algo para ayudar a Betty.

La peluquera se dirigió a un refugio de mujeres cercano en busca de información para su clienta. Pero a Betty le faltó coraje para acudir a la policía. María decidió presentar una denuncia anónima.

Su intención era que las autoridades ordenaran al esposo de Betty no acercarse a la mujer.

"Llegué a decirle: 'Betty, tienes que conseguir ayuda. Si él te mata y debo peinarte para tu funeral no podré hacer que luzcas hermosa, pues habré enloquecido'", recordó María.

No todas las peluqueras se involucran en situaciones como la descripta por María. Pero varios programas sobre violencia doméstica ofrecen hoy capacitación a empleadas de salones de belleza de todo Estados Unidos para que apoyen a sus clientas que sufren violencia doméstica antes de que se agrave, como en el caso de Betty.

Una agencia de servicios familiares en los barrios neoyorquinos de Washington Heights y Central Harlem, asociada con las peluquerías de la zona, enseña a las estilistas cómo identificar casos de violencia doméstica, particularmente en la comunidad latinoamericana.

No muy lejos de allí, en el oriental estado de Nueva Jersey, el Servicio Familiar Judío (JFS, por sus siglas en inglés), de la Federación Judía del Gran Clifton-Passaic, recibió el mes pasado una subvención para implementar un programa similar llamado "Cut It Out" ("córtenlo"), con énfasis en la población de judíos ortodoxos de la ciudad de Passaic.

Desde este mes, el JFS entrenará a peluqueras y a estilistas dedicados a la confección de pelucas, explicó Sharon Zwickler, estudiante de trabajo social con un año de experiencia en un proyecto de JFS denominado Frenar los Abusos en el Hogar.

Como las judías ortodoxas casadas a menudo cubren su cabello con pelucas, sombreros o pañuelos, capacitar a quienes las elaboran y arreglan permite llegar a ellas en un entorno en que se sienten cómodas, explicó Zwickler.

"Cut It Out" se fundó hace ocho años en el sudoriental estado de Alabama como un programa del Fondo de Mujeres del Gran Birmingham.

Su objetivo es despertar la conciencia del público sobre los abusos domésticos a través de materiales que se exhiben en salones de belleza. También entrena a sus profesionales para reconocer las señales de alerta y remitir a sus clientas a centros de ayuda de un modo seguro.

El programa se amplió a todo el territorio de Estados Unidos con el apoyo del Fondo de Salones de Belleza contra el Abuso Doméstico, así como de otros patrocinadores.

Este servicio ofrece, además, una lista de decenas de capacitadores profesionales que están disponibles para realizar talleres para peluquerías que así lo requieran.

"Durante 10 años entrenamos a judías que asisten a los baños rituales para que ayuden a otras mujeres", explicó la directora del JFS, Esther East. "Nuestra experiencia es que se muestran agradecidas porque alguien les presta atención".

Las estilistas a menudo logran una intimidad única con sus clientas, como confidentes, amigas e incluso terapeutas informales, concuerdan profesionales de los salones de belleza.

"Como peluquera, una construye un lazo con sus clientas, especialmente las personas con las que una ha trabajado durante un periodo prolongado. Atiendo a algunas de ellas hace 25 años", dijo Joedy Puleio, del salón Innovation Hair Design, en el norte de Nueva Jersey.

"He oído sus historias sobre esposos infieles. He tenido clientas llorando en el sillón por las peleas que han sufrido", ejemplificó.

"Hay cosas que ellas no pueden contarle ni a sus amigas, pero necesitan decírselas a alguien", agregó Beth Abrams, dueña del Salón Fiddleheads en Washington. "La peinadora siempre es buena para eso."

Abrams recordó, en ese sentido, cómo una de sus clientas le contó que estaba embarazada antes de decírselo a su esposo o a cualquier otro miembro de su familia.

Otra de sus clientas se puso nerviosa cuando se dio cuenta de que su cabello estaba más corto de lo que preveía.

La mujer repetía una y otra vez que su esposo "la iba a matar" cuando llegara a su casa. Esto llevó a Abrams a preguntarse "qué clase de relación es ésta, si su esposo se molestará por un corte de cabello".

Es este tipo de preguntas el que programas como Cut It Out procuran abordar a través de la capacitación, que ayuda a diferenciar entre las bromas y las señales de situaciones graves.

Para muchos estilistas, no era ésa la función para la que deseaban prepararse cuando estudiaban en la escuela de cosmetología.

Según Garrett Johnson, popular experto en cabellos enrulados de la peluquería S/Palon en Washington, a los estudiantes de cosmetología se les enseña "a hablar con las clientes sobre cosas triviales, como moda, celebridades y películas".

Pero en un momento Johnson se dijo: "¡Qué aburrido! ¿Quién quiere hablar sobre eso? Deberíamos hablar también sobre cosas importantes".

A menudo, llegan al sillón de Johnson clientes que sufren situaciones personales difíciles. Es entonces que el entrenamiento ofrecido por Cut It Out le resulta útil.

"Me satisface peinarla, pero me gustaría poder hacer más que eso", expresa Johnson en esas ocasiones.

En los 26 años transcurridos desde que comenzó su carrera, María se ha recuperado de su experiencia con Betty. Sin embargo, desea que haya más programas de concientización sobre violencia doméstica para sus colegas, y no sólo en Estados Unidos.

"¿Por qué no llevar el programa Cut It Out a las muestras internacionales de estilistas? Si tuvieran un espacio allí, podrían difundir su información a muchas, muchas peluqueras", destacó María.

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