ECONOMÍA-CHINA: Temor por recesión estadounidense

Expertos chinos siguen preocupados por el impacto negativo que una inminente recesión de la economía estadounidense pueda tener para China, ahora en auge, aunque algunos son más optimistas.

"Si no hubiera sido por la crisis hipotecaria estadounidense, China nunca habría ni soñado con inyectar dinero a las grandes instituciones financieras de Wall Street", escribió el experto legal Zhu Yiwei en una columna publicada por el periódico chino en inglés Southern Weekend.

"Pero ahora que China adquirió una participación de 10 por ciento en Morgan Stanley, existe la posibilidad de que a través de la construcción de una red de conexiones personales en Wall Street podamos trabajar para reducir las fricciones comerciales entre ambos países", agregó.

De hecho, la colocación de China de 5.000 millones de dólares al banco de inversiones y agente de bolsa Morgan Stanley en diciembre para ayudar a rehacer su capital de base ha sido descrita por varios expertos como un ingreso exitoso en el fuerte de Wall Street y que debe ser utilizado por Beijing para adquirir más poder a fin de influir en el ámbito de decisiones políticas estadounidense.

La inversión en Morgan Stanley es sólo la última de una serie de importantes acuerdos en el extranjero que el nuevo fondo soberano de 200.000 millones de dólares de este país, China Investment Corporation (CIC), selló desde sus inicios en mayo pasado.

Tanto su creación como sus actividades instalaron un rumor en los mercados financieros acerca de que una considerable cantidad de dinero iría a parar a los activos globales.

El fondo también cayó mal en algunos países por miedo a que sus responsables pudieran aprovecharse de la apertura de las naciones ricas a los capitales internacionales para buscar formas de dominar recursos clave e infraestructura y expandir sus objetivos nacionales de política exterior.

El fondo de inversiones estatal de China es sólo uno de los recién llegados de una serie de instituciones financieras que proliferaron en los últimos años en los países productores de petróleo o en aquellos que se dotaron de grandes reservas de moneda extranjeras gracias al aumento de exportaciones.

Esos fondos controlan entre dos y tres billones de dólares, pero los expertos predicen que sus activos crecerán a más de 10 billones de dólares en una década.

El miedo a que esos activos se utilicen para adquirir industrias locales clave en Estados Unidos y Europa llevó a funcionarios del Grupos de los Siete (G-7) países más industrializados del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) a reclamar reglas claras para esos fondos soberanos.

También se recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que los ayude a diseñar códigos de conducta.

En China, la reacción a dichos temores ha sido recibida, a veces, con un nacionalismo inmutable.

"El excesivo interés puesto en China Investment Corp. es un reflejo de la cerrada competencia mundial entre las grandes superpotencias", sostuvo un editorial del periódico China Times.

"No tiene sentido que una firma de inversiones de un país como China esconda sus aspiraciones y pretenda que sus objetivos dependan totalmente del mercado. La Corporación es un fondo soberano de inversiones de una gran potencia y debe utilizar los mecanismos de mercado disponibles para cubrir las necesidades estratégicas del país", prosiguió.

"La compra de activos extranjeros estratégicos y de los recursos naturales tan necesarios debe ser una de las prioridades de su agenda", remarcó.

Resulta irónico que esas opiniones aparecen cuando los líderes chinos tienen problemas para dejar claro que el nuevo vehículo de inversiones del país tiene independencia política.

"Esta compañía de inversiones es totalmente comercial", declaró el primer ministro chino Wen Jiabao en una conferencia de prensa conjunta con su par británico Gordon Brown el fin de semana pasado.

Las actividades exteriores de la Corporación "no deben estar politizadas", indicó, y añadió que "el gobierno no se inmiscuye".

Los políticos chinos tienen muy presente el revés que sufrió la tercera compañía petrolera del país, la Chinese National Offshore Oil Corporation, en Estados Unidos cuando trató de adquirir la empresa de energía de California Unocal en 2005.

La violenta reacción política que siguió mostró los obstáculos que acechan a otros posibles intentos chinos de adquirir grandes compañías en los países ricos.

Sin embargo, las oportunidades aparecidas a los inversores por las fortunas financieras en caída ha sido difícil de resistir.

Enormes pérdidas por malos préstamos además del maltrecho mercado inmobiliario de Estados Unidos obligaron a grandes bancos de inversiones como Merrill Lynch y Citigroup Inc. a buscar ayuda en el extranjero en países tan lejanos como Arabia Saudita, China, Corea del Sur y Singapur.

Tras inyectar dinero a Morgan Stanley en diciembre, Beijing decidió rechazar una propuesta de inversión multimillonaria del Citigroup Inc. para el estatal China Development Bank, lo que llevó a especulaciones de que los líderes chinos optaban por mantener un perfil bajo en sus objetivos de inversiones.

Ni el China Development Bank ni el Citigroup Inc. hicieron comentarios acerca de las razones que llevaron a rechazar a último momento una propuesta en la que se venía trabajando desde hace semanas.

Algunos expertos chinos sugieren que la decisión tuvo que ver con la renuencia de Beijing a cerrar otro acuerdo de alto riesgo cuando las críticas por sus anteriores inversiones en Blackstone Group LP y Barclays PLC sirvieron poco a sus intereses.

"Todavía no hemos llegado al final de la crisis en Estados Unidos y éste no es quizá el mejor momento para invertir en Wall Street", señaló Ding Zhije, profesor de la Universidad de Economía y Comercio Exterior de Beijing.

"El miedo es que la intensa competencia entre inversores asiáticos lleve a muchos a entrar al mercado en forma prematura y por ello paguen un alto precio", explicó.

Otros expertos consideran que China debe aprovechar la oportunidad e invertir en países en desarrollo con muchos recursos y menos obstáculos regulatorios en comparación con Occidente.

"La CIC debe fijar sus objetivos en los mercados emergentes, donde se necesita capital y se trata de atraer inversores extranjeros", sostuvo Zhang Ming, experto en economía de la Academia China de Ciencias Sociales.

"Es una cuestión de tiempo antes de que aparezcan también allí sentimientos proteccionistas", añadió.

Todos parecen estar de acuerdo en que la creación del fondo soberano es tan sólo el comienzo de un tiempo de bonanza para las inversiones chinas en el extranjero.

Ante la presión de reducir el excedente comercial a favor de China y facilitar la presión para la apreciación de su moneda, Beijing aflojó muchas de las exigencias para invertir en el exterior y muchas empresas locales y personas están gastando grandes sumas para adquirir activos y acciones en el extranjero.

Con las arcas llenas por la reciente flotación en los mercados de valores, los bancos comerciales chinos han estado ocupados adquiriendo participaciones en bancos extranjeros para ampliar su presencia internacional.

Por su parte, las compañías chinas se vieron impulsadas a tratar de comprar en forma agresiva suministros de recursos energéticos y materia prima a largo plazo.

De seguir la actual tendencia, todas las inversiones de 2008 pueden llegar a superar los 250.000 millones de dólares o casi el doble de los 134.000 millones que China invirtió en el exterior en 2006, señaló el periódico Beijing Youth Daily.

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