Al parecer inevitable un impuesto sobre las emisiones de carbono, algunas de las corporaciones más grandes del mundo pedirán a sus proveedores que informen sobre sus emisiones como parte de futuros esfuerzos de reducción.
"Los inversores demandan que las compañías sepan cuáles son sus emisiones de carbono y los consumidores quieren que las compañías sean verdes", dijo Paul Dickinson, presidente del Proyecto de Revelación de Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro en Gran Bretaña que está coordinando el esfuerzo.
"Se avecina un precio global para el carbono, y estamos ayudando a las empresas a prepararse para operar en un mundo limitado por el carbono", dijo Dickinson a IPS.
Las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo están causando el cambio climático, que resulta en daños y pérdidas de miles de millones de dólares debido a tormentas más intensas, temperaturas más elevadas y más inundaciones, entre otros factores.
Muchos economistas y expertos en política reconocen que, a menos que quienes generan emisiones de carbono sean obligados a pagar un alto precio por ellas, la mayoría no cambiará su modo de operar.
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En su nuevo libro, "Plan B 3.0: Mobilising to Save Civilisation" ("Plan B 3.0: Movilizándose para salvar a la civilización"), Lester Brown, presidente del Instituto para las Políticas de la Tierra, con sede en Washington, recomendó un aumento de los impuestos al carbono de 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, estabilizándose en 240 dólares por tonelada.
Ese impuesto se compensará en cada etapa con una reducción en los impuestos a los ingresos para desalentar el uso de combustibles fósiles y estimular las inversiones en fuentes renovables de energía.
Pero pocas firmas saben cuáles son sus emisiones de carbono, porque no hay ninguna razón que los obligue a medirlas, observó Dickinson.
"Estamos intentando cambiar eso porque, si las compañías no miden sus emisiones, no pueden manejarlas", dijo.
Cada una de las 11 corporaciones que participan en la Colaboración del Liderazgo de la Cadena de Suministro (SCLC, por sus siglas en inglés) le pedirá a hasta 50 proveedores que completen una solicitud de información estandarizada que sea probada en el primer trimestre de 2008.
El objetivo del Proyecto de Revelación de Carbono es ampliar la SCLC y terminar involucrando a decenas de miles de compañías de la cadena de suministro, así como ayudar a las grandes empresas y proveedores a desarrollar estrategias para reducir sus emisiones de carbono.
El Proyecto de Revelación de Carbono está creando un enfoque único y estandarizado para proporcionar un intercambio clave de información climática a través de sus cadenas de suministro.
"Ésta es la fase uno de un esfuerzo mayor que se concretará luego para medir las emisiones de todos los proveedores", señaló Dickinson.
Los participantes de este primer proyecto piloto incluyen a Dell, Hewlett Packard, L'Oreal, PepsiCo, Cadbury Schweppes, Nestlé, Procter & Gamble, Tesco, Imperial Tobacco y Unilever.
"Nuestra asociación con el Proyecto de Revelación de Carbono en la SCLC nos dará una oportunidad tremenda de ayudar a reducir no sólo nuestras propias emisiones de carbono sino, en última instancia, las de nuestra cadena de suministro", expresó en una declaración escrita Tod Arbogast, director de empresas sustentables en Dell.
Los resultados del proyecto piloto refinarán el proceso y posibilitarán que grandes empresas trabajen para manejar sus emisiones totales de carbono, dado que el primer paso para reducir las emisiones totales es medir su tamaño. Luego, tanto las grandes compañías como sus proveedores pueden trabajar juntos para desarrollar esas estrategias con el fin de reducir sus emisiones.
"Muchos de los participantes se dan cuenta de que reducir las emisiones siendo más eficientes desde el punto de vista energético disminuye los costos de la energía", destacó Dickinson.
Los inversores institucionales se encuentran entre quienes respaldan al Proyecto de Revelación de Carbono porque saben que el cambio climático está modificando la manera en cómo operan las empresas. Aunque muchas firmas europeas se dan cuenta de esto, menos de la mitad de las más grandes de Estados Unidos se toman muy en serio el cambio climático, según un estudio realizado hace un año por Ceres y el Calvert Group.
Y la mayoría de los bancos del mundo no lograron hacer que sus mentes colectivas se adaptaran a la nueva realidad del siglo XXI y continuaran invirtiendo en centrales alimentadas a carbón, o el desarrollo de arenas alquitranadas canadienses, dos importantes fuentes de gases de efecto invernadero.
"Cada vez más bancos se dan cuenta de que el cambio climático es un asunto de grandes empresas, pero sus respuestas hasta ahora son la punta del iceberg de lo que se necesita para hacer frente a este colosal desafío global", dijo Mindy Lubber, presidenta de Ceres, que este mes publicó un nuevo informe sobre el sector bancario.
El informe, "Gobernanza corporativa y cambio climático: El sector bancario", que estudió los casos de 40 bancos y empresas de servicios financieros del mundo, reveló que alrededor de la mitad ofrecían fondos específicos para el clima y productos similares.
La clave para hacer que los bancos dejen de invertir en combustibles fósiles y proyectos que generan grandes emisiones de carbono es ponerles un precio a esas emisiones, enfatizó Lubber.
"Si el carbono no tiene un precio, es la señal equivocada. Y los bancos y los fondos de pensión necesitan señales adecuadas del mercado", opinó.