CAMBIO CLIMÁTICO: Dos ambientes, vista al iceberg y oso guardián

Dan Bloom cree que es tiempo de pensar cómo construir ciudades autosuficientes en las regiones polares, porque el cambio climático volverá eventualmente inhabitable a la mayor parte del planeta.

Las ciudades polares podrían ser "la única posibilidad de supervivencia para la humanidad si el recalentamiento global se vuelve una catástrofe en el futuro lejano", señaló a IPS.

Bloom no es un científico ni experto de ninguna clase, sino un ciudadano estadounidense de casi 60 años que vive en Taiwán enseñando inglés. Pasó la mayor parte de su vida en diversas partes del mundo como reportero, editor, maestro, traductor y autor.

Ahora su objetivo es sacudir la indiferencia de las personas respecto de la mayor amenaza de esta época: el cambio climático.

"La vida continúa como si nada aquí en Taiwán. No se toma ninguna medida y la gente no quiere hablar del tema", afirmó. Y la inacción engendra más inacción…
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"La pasividad de los otros puede hacer que subestimemos las amenazas a nuestra seguridad", escribió Camilla Cavendish en el diario londinense The Times.

Cavendish mencionó estudios que sugieren la existencia de una mentalidad de manada. Si se presenta el cambio climático como un problema, las personas harán algo al respecto. Pero como tal cosa no sucede, entonces el problema no existe.

Sin embargo, cuando la gente toma conciencia sobre la peligrosa tendencia de seguir a la manada más allá del borde del abismo, se puede quebrar esa tendencia y tomar un camino más sensato, agregó.

Bloom quiere que se tome conciencia de que el mundo se encuentra en un sendero que puede llevar a que apenas unos pocos cientos de millones de personas sobrevivan en ciudades especialmente diseñadas en el Ártico.

Originalmente, imaginó que esto podría suceder en unos 500 años, pero científicos le dijeron que era posible que la fecha se adelantara significativamente.

Bloom ha estado en contacto con expertos y periodistas para discutir su idea sobre las ciudades polares. Hace pocos meses, una búsqueda en Google con la clave "ciudades polares" (entre comillas) no ofrecía resultados. Hoy, aparecen 3.060 sitios en inglés y 29 en español, incluyendo uno que contiene ilustraciones sobre el aspecto que tendrían.

La búsqueda, sin las comillas, retorna 535.000 referencias en inglés y 83.200 en español.

Muchos de los comentarios pertenecen a Bloom, en la cruzada de un hombre que no tiene computadora para difundir la palabra. Obviamente, pasa una gran cantidad de tiempo en los cibercafés taiwaneses.

Su quijotesca empresa comenzó hace menos de un año. Al observar informes contradictorios en la prensa respecto del cambio climático, Bloom decidió realizar su propia investigación sobre el tema. La idea de las ciudades polares tuvo su origen en un artículo que el científico británico James Lovelock publicó en el diario londinense The Independent.

Escribió que la Tierra se recalentaría mucho más rápido de lo esperado por los científicos, debido a mecanismos de retroalimentación como el deshielo de la Antártida y el Ártico.

"Antes de la finalización de este siglo, miles de millones de nosotros moriremos y las pocas parejas 'reproductoras' que sobrevivan estarán en el Ártico, donde el clima será tolerable", pronosticó.

La opinión de Lovelock fue ampliamente criticada como excesivamente pesimista y destinada a causar pánico. Para nada ajeno a la controversia, el científico fue quien primero propuso en los años 70 la "hipótesis de la Gaia", que considera al planeta como un organismo único y altamente complejo.

En octubre de 2007, reiteró que el recalentamiento global avanzaba rápidamente y que produciría un apocalíptico aumento de la temperatura de seis grados centígrados en promedio antes del fin de este siglo.

"Al principio me deprimí, pero ahora soy optimista", señaló Bloom.

Si un cambio climático catastrófico es una posibilidad real, ¿por qué no comenzar a planificar ciudades polares sustentables, por si acaso?, se planteó. Si se imagina que un día pueden ser necesarias para la supervivencia de la raza humana, esto podría hacer que la gente tome conciencia sobre la amenaza de recalentamiento planetario, agregó.

"Estamos en una emergencia real, no podemos seguir como si nada pasara", advirtió Bloom.

Pero muchos expertos se niegan a considerar la idea de las ciudades polares. La mayoría de los científicos contactados por IPS se negaron a hacer comentarios. Quienes sí lo hicieron señalaron que imaginar un futuro de esas características es contraproducente, en un momento en que la humanidad debe concentrarse en "cómo reducir drásticamente las emisiones de gases invernadero".

"Es tonto pensar de aquí a 200 o 300 años y resulta mucho más útil concentrarse en los próximos 20 o 30", dijo Ross Gelbspan, un periodista que trabajó en The Washington Post y The Boston Globe, y escribió varios libros sobre cambio climático.

Gelbspan analizó exhaustivamente el impacto del recalentamiento global en el futuro cercano. No hay forma de evitar que mueran millones de personas, cree, el tema es determinar cuántos millones serán.

Sus escenarios de futuro abarcan desde una pesadilla totalitaria como respuesta a las migraciones masivas y el caos social provocado por el cambio climático hasta el logro de una verdadera paz mundial. Su mejor pálpito, hoy, es que se pueden producir cualquiera de las dos alternativas o los diferentes matices existentes entre ellas.

"Tenemos que empezar a discutir qué clase de futuro queremos", dijo Gelbspan a IPS.

Hablar con los jóvenes es especialmente importante, dado que se trata de su futuro. Y también es vital ofrecer alternativas y soluciones.

La respuesta al problema en Estados Unidos, afirmó, es desvincular el dinero de la política. Las industrias del carbón y del petróleo aportan una gran cantidad de dinero a los candidatos a la presidencia, quienes gastan millones para resultar elegidos. En consecuencia, el próximo presidente no tomará las drásticas medidas necesarias para reducir las emisiones de gases invernadero.

"La vida en el planeta es muy frágil y estamos arruinándolo todo", dijo Bloom. "Voy a dedicar los últimos años de mi vida a impulsar la idea de las ciudades polares para hacer que la gente despierte. No me importa si me llaman loco", aseguró.

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