Si bien el cambio climático amenaza a toda la comunidad internacional, los costos humanos más severos recaen sobre los pobres, un sector sin responsabilidad alguna en la degradación ambiental, subrayó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Esa advertencia contiene el hilo argumental del Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, dedicado esta vez a la lucha contra el cambio climático, que la agencia autora del documento, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), divulgó este martes.
Estamos muy interesados en que el mundo se dé cuenta de que el cambio climático tiene un enorme potencial de echar por tierra los avances obtenidos en el desarrollo, en general, y en la pobreza en particular, dijo a IPS la experta del PNUD, Cecilia Ugaz.
El lanzamiento del informe en esta fecha respondió a una decisión estratégica, pues aparece la semana anterior al comienzo de las deliberaciones de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, que sesionará en la ciudad indonesia de Bali desde el 3 al 14 de diciembre, apuntó Jean Fabre, subdirector de la oficina del PNUD en Ginebra.
"Los debates de Bali son fundamentales porque de su resultado dependerá el contexto en que se desenvolverán las negociaciones de un tratado que reemplazará al Protocolo de Kyoto cuando expire en 2012", comentó Fabre a IPS.
El Protocolo de Kyoto, aprobado en 1977 y vigente desde 2005, estableció los compromisos asumidos por los Estados partes para aplicar la Convención Marco en su intención de controlar el calentamiento global. Por eso, el Informe de Desarrollo Humano previene de que no se puede disociar el cambio climático de otras cuestiones y habrá que integrar la lucha contra la pobreza en esa materia y a la inversa, precisó Fabre.
Ugaz estimó que un resultado positivo de las discusiones de Bali sería que los países se pusieran de acuerdo para determinar las políticas y las acciones para afrontar la mitigación y la adaptación al cambio climático.
El informe del PNUD convoca a adoptar un enfoque que combine formas rigurosas de mitigación, orientadas a limitar a menos de dos grados el aumento de la temperatura global en el siglo XXI con respecto a los niveles existentes en la época preindustrial, con un fortalecimiento de la cooperación internacional en aras de la adaptación a los cambios que origina el calentamiento.
Las temperaturas se han elevado alrededor de 0,7 grado desde el comienzo de la era industrial y el ritmo de aumento se está acelerando mientras los científicos aportan pruebas abrumadoras de que ese incremento guarda vinculación con los gases de efecto invernadero que se acumulan en la atmósfera.
Los dos aspectos, mitigación y adaptación, son imprescindibles para combatir el cambio climático y las amenazas que presenta, reafirmó Ugaz.
En el terreno de la mitigación, el PNUD calcula que, con relación a las emisiones promedio de gases invernadero que se registraban en 1990, los países industriales tendrían que cortarlas en 30 por ciento para el año 2020 y en 80 por ciento para 2050.
El informe sostiene que no debe desviarse la atención de las responsabilidades básicas que tienen las naciones industrializadas en las emisiones mundiales de esos gases.
"Los países ricos en conjunto ya no tienen más la oportunidad de incrementar las emisiones, pero eso no es lo que estamos observando", anotó Ugaz. Por eso es importante manifestar que las naciones industrializadas tienen que empezar ya mismo a cortar sus emisiones, o por lo menos estabilizarlas lo antes posible, insistió.
En cambio, para los países en desarrollo, el PNUD calcula que sus emisiones podrán crecer hasta 2020 para luego comenzar con cortes que lleven a reducciones de 20 por ciento antes de 2050.
"Los países en desarrollo afrontan los riesgos mayores, no sólo por razones geográficas, pues por lo general se ubican en áreas tropicales naturalmente más castigadas por los climas extremos, sino también porque presentan niveles más bajos de desarrollo humano", describió Ugaz.
"Y si algo protege a los seres humanos de las consecuencias de los desastres, eso es su propia capacidad de desarrollo humano, su capital humano", dijo.
Pero en ese campo, los datos del PNUD no son alentadores. "Todavía tenemos cerca de 2.600 millones de personas que viven con ingresos inferiores a dos dólares por día y a 1.000 millones que se encuentran en la indigencia", relató la experta.
Sólo 32 países podrían alcanzar el cuarto de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, que se propone reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad de menores de cinco años.
"Ha habido progresos, reducciones de la pobreza, pero aún necesitamos batirnos por conseguir antes que nada los Objetivos del Milenio establecidos por la ONU en 2000, y luego fortalecer las capacidades de los países para promover el desarrollo humano", expuso Ugaz.
En este punto aparecen los problemas de las desigualdades, en un mundo que de manera creciente avanza a dos velocidades, describió.
El PNUD registra que 80 por ciento de la población mundial vive en países donde las desigualdades de los ingresos se amplían. "Y lo peor de todo es que esas diferencias han demostrado ser un obstáculo a la capacidad de la gente de recuperarse de las conmociones climáticas", agregó.
El potencial negativo de los efectos del cambio climático en las poblaciones pobres ha sido subestimado. El informe del PNUD cita el ejemplo de la nutrición en niños nacidos en familias de Kenia afectadas por sequías. La agencia siguió durante cinco años el desarrollo de esos niños y comprobó que para esa época, 36 por ciento afrontaba un riesgo mayor de desnutrición.
Como forma de mitigación del cambio climático, el PNUD propone que se establezca un precio a las emisiones de carbono, de manera que refleje los efectos negativos que ese gas invernadero causa a la atmósfera. Hasta ahora se pensaba que el precio de las emisiones podía fijarse a través de dos mecanismos: la carga impositiva y el comercio.
Sin embargo, Ugaz opinó que a causa de las enormes reducciones necesarias se requerirá aplicar una combinación de disposiciones que incluya las dos alternativas, impositiva y comercial, sumadas a otras regulaciones y a políticas públicas.
Por su parte, Fabre dijo que el volumen de recursos para afrontar la reducción de las emisiones es tan elevado que serán necesarios unos 300.000 millones de dólares por año. "Es claro que tal monto no puede provenir únicamente de los gobiernos y por tanto habrá que usar mecanismos del mercado", dijo.
El documento del PNUD afirma que el acuerdo que reemplace al Protocolo de Kyoto podría marcar un nuevo rumbo si impone límites estrictos a las futuras emisiones y crea un marco para la acción colectiva internacional.