CAMBIO CLIMÁTICO: EEUU tiene una responsabilidad única

Los llamados para que Estados Unidos modifique profundamente su conducta ambiental se multiplican, en vísperas de la conferencia sobre cambio climático que se realizará el mes próximo en Bali, Indonesia.

Washington tiene "una responsabilidad única" para conciliar su crecimiento económico con la protección del ambiente, señala el Informe de Desarrollo Humano 2007, divulgado este martes por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Pero, según el estudio, no se trata "sólo de proteger a los estadounidenses, sino también de prevenir retrocesos en materia de salud y educación en el mundo pobre".

El Informe de Desarrollo Humano de este año, titulado "Combatiendo el cambio climático: Solidaridad humana en un mundo dividido", insta a Estados Unidos a reducir 80 por ciento sus emisiones de dióxido de carbono para 2050.

Estados Unidos es responsable de 25 por ciento del total mundial del dióxido de carbono liberado en la atmósfera. Este gas invernadero tiene un papel clave en el recalentamiento global. Pero Washington continúa rechazando la adopción de reducciones obligatorias de esas emisiones contaminantes.
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Hasta la semana pasada, Australia era el único país industrializado que compartía la posición de Estados Unidos. Pero tras las elecciones parlamentarias que dieron la victoria al Partido Laborista —que desplazó a los conservadores del poder— Canberra adoptará metas de reducción de las emisiones.

Estados Unidos es la nación que más contamina y ha argumentado sistemáticamente que reducciones obligatorias perjudicarían a su economía. La mejor forma de afrontar el cambio climático, señaló en reiteradas ocasiones, es a través de la adopción de metas voluntarias.

Este enfoque, según un buen número de científicos y economistas, no sólo conspira contra los esfuerzos internacionales para combatir el recalentamiento global sino que también pone en serio riesgo el desarrollo económico y social en los países pobres.

"El cambio climático es una amenaza para la humanidad en su conjunto", dijo el director del PNUD, Kemal Dervis.

El estudio advierte a las naciones industrializadas que, de no adoptar ya drásticas medidas para enfrentar el cambio climático, podría haber consecuencias desastrosas, no sólo para los países pobres sino también para ellas mismas.

Existe una pequeña oportunidad para actuar, indica el informe. Si no se la aprovecha, la amenaza potencial de un aumento de hasta cuatro grados centígrados en la temperatura podría condenar al hambre a no menos de 600 millones de personas en África subsahariana.

Asimismo, dentro de 10 años más de 200 millones de personas en esa región no tendrán hogar y otros 400 millones carecerán de protección contra enfermedades como la malaria y el dengue, según el estudio.

Según Kevin Watkins, principal autor del informe del PNUD, si no se reducen las emisiones a tiempo se podría llegar a ese nivel crítico de un aumento de cuatro grados centígrados en la temperatura del planeta.

Al igual que otros investigadores, Watkins no tiene dudas acerca de que los pobres son los que más van a sufrir los efectos del recalentamiento global, aunque son los que menos contribuyen a las emisiones de gases invernadero en comparación con los países ricos.

Watkins indicó que los pobres son "las primeras víctimas" del consumo de energía que implica el estilo de vida de los ricos.

"Si las personas en el mundo en desarrollado generaran emisiones de dióxido de carbono por habitante similares a las que producen quienes viven en América del Norte, necesitaríamos la atmósfera de nueve planetas para afrontar las consecuencias", agregó.

Según el estudio, los 19 millones de habitantes del estado de Nueva York contaminan más que los 766 millones de personas que viven en los 50 países menos adelantados.

"Un aparato de aire acondicionado en el estado de Florida emite en un año más dióxido de carbono que una persona en Afganistán o Camboya durante toda su vida", señaló el análisis del PNUD.

El Centro para el Desarrollo Global, organización independiente con sede en Washington, informó el mes pasado que, en promedio, cada persona en Estados Unidos es responsable por la emisión de nueve toneladas de carbono al año.

El Protocolo de Kyoto, adoptado en 1997, planteó la meta de reducir cinco por ciento las emisiones de carbono para 2012 respecto de los niveles de 1990.

Estados Unidos retiró su firma del convenio y hasta el momento no dio indicación alguna de su voluntad de unirse al resto del mundo en el diseño de un nuevo instrumento contra el cambio climático que reemplace al acuerdo vigente, que dejará de estar en vigor en 2012.

El informe del PNUD reclama a Estados Unidos una reducción de al menos 30 por ciento en sus emisiones para 2030, respecto de los niveles de 1990, y plantea asimismo que incremente la utilización de fuentes de energía renovables.

De todas formas, el estudio advierte que incluso las reducciones más drásticas "no comenzarán a tener un impacto importante" hasta mediados de la década de 2030 y que la temperatura continuará en aumento hasta fines de 2050.

El estudio también critica a Estados Unidos por su dependencia de usinas eléctricas que emplean carbón para generar energía.

Actualmente ese país está considerando la posibilidad de construir otras 150 de ese tipo, con una inversión de 145.000 millones de dólares durante las próximas dos décadas.

La estrategia de Estados Unidos para enfrentar el impacto del cambio climático no está basada en una reducción del nivel de las emisiones, sino en lograr un descenso en su "intensidad".

Este término hace referencia a la magnitud de las emisiones por cada dólar de producto interno bruto. El informe del PNUD indica que la "intensidad" se redujo 25 por ciento desde 1990, pero que al mismo tiempo las emisiones de carbono en Estados Unidos aumentaron 25 por ciento.

El estudio expresa su preocupación por el destino de millones de habitantes en los países pobres, dado que Estados Unidos y otras naciones industrializadas tienen los recursos financieros y la tecnología avanzada que les permite defenderse de los efectos del recalentamiento global.

En Holanda, por ejemplo, la gente se prepara —con ayuda gubernamental— para hacer frente a posibles inundaciones. Construyen casas con cimientos similares al casco de un barco, que pueden flotar en el agua, según el informe. En el delta del río Mekong, en Vietnam, la gente debe conformarse con lecciones de natación y chalecos salvavidas.

El PNUD instó a Estados Unidos a apoyar una inversión anual de 86.000 millones de dólares para construir infraestructura y tomar otras medidas que permitan a los países pobres hacer frente al cambio climático.

Esa suma equivale a 0,2 por ciento del producto bruto del Norte industrializado.

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