En este siglo, cuando la ciencia médica y el poder de las mujeres van en aumento, «ninguna debería morir al dar vida», advirtió Thoraya Ahmed Obaid, directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
"Es inaceptable que una mujer fallezca a cada minuto en el embarazo y el parto cuando existen modos probados de impedirlo. Hay millones de vidas en juego, y debemos actuar ahora", agregó.
Obaid será participante clave en la conferencia internacional que se realizará del 18 al 20 de este mes en Londres para exigir mayores inversiones en la atención a la salud de mujeres, madres y recién nacidos.
A la conferencia asistan más de 1.500 participantes, entre ellos profesionales de la salud, delegados de alto nivel y ministros de 35 países en desarrollo y naciones donantes, activistas de los derechos femeninos y funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
"Presionaremos a todos los involucrados para acometer una acción unificada que mejore las vidas y la salud de mujeres, madres y recién nacidos en todo el mundo", dijo Obaid a IPS.
[related_articles]
"Sabemos lo que se necesita para salvar a las mujeres de la muerte. Tres simples intervenciones: asistentes de partos calificados, atención obstétrica de emergencia y planificación familiar", agregó.
Jessica Neuwirth, presidenta de la organización Equality Now (Igualdad Ahora), que defiende los derechos femeninos y tiene sede en Nueva York, señaló que "la enorme disparidad en la mortalidad materna" entre países con distinto nivel de desarrollo "confiere una dimensión política a la pérdida de vida durante el parto".
Estas muertes se pueden prevenir, y el hecho de que los gobiernos no lo logren es una violación del derecho de la mujer a la vida, el más fundamental de los derechos humanos, agregó.
"Los gobiernos deben ser responsabilizados por su mortal inacción a la hora de abordar la mortalidad materna", dijo Neuwirth a IPS.
June Zeitlin, directora ejecutiva de la no gubernamental Organización de las Mujeres para el Medio Ambiente y el Desarrollo (WEDO, por sus siglas en inglés), dijo que los escasos avances en materia de mortalidad materna es otra señal del abismo que existe entre la retórica y la realidad en materia de igualdad de género.
Aunque los gobiernos y la ONU asumieron muchos compromisos por la equidad de género, entre ellos los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, no los respaldaron efectivamente con voluntad política o con los recursos necesarios para lograr este objetivo, agregó.
"El hecho de que tantos países fracasen a la hora de cumplir ya sea el objetivo sobre reducción de pobreza o sobre mortalidad materna es, en parte, resultado de no tener en cuenta la necesidad de abordar la igualdad de género", dijo Zeitlin a IPS.
La persistente discriminación y desigualdades que afrontan las mujeres están inextricablemente relacionadas con su falta de recursos y dificultan su capacidad de acceder a servicios de salud.
"Reducir la mortalidad materna y la pobreza —en otras palabras, una sólida política para el desarrollo— requiere una inversión sustancial para reducir la inequidad de género ahora", declaró.
Los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, definidos en 2000 por la Asamblea General del foro mundial, incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza y hambre (en relación a 1990), garantizar la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil y la materna, combatir el sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo, todo esto con 2015 como fecha límite.
Pero su implementación se vio frustrada principalmente por la falta de recursos y de voluntad política.
La conferencia de Londres, titulada "Women Deliver", tendrá la siguiente consigna: "Invierta en mujeres: reditúa".
El UNFPA advirtió la semana pasada que la mortalidad materna del mundo (muertes por cada 100.000 nacimientos exitosos) decae demasiado lentamente para cumplir el quinto Objetivo del Milenio, que aspira a mejorar la salud materna e impedir que las mujeres fallezcan en el embarazo y el parto.
Aunque para lograr ese objetivo se necesita una reducción de 5,5 por ciento en la mortalidad materna para 2015 en relación a los valores de 1990, las últimas estadísticas difundidas conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el UNFPA y el Banco Mundial muestran una disminución anual de menos de uno por ciento.
En 2005, unas 536.000 mujeres fallecieron por causas vinculadas a la maternidad, en comparación con 576.000 en 1990. Noventa y nueve por ciento de estas muertes ocurrieron en países en desarrollo.
La probabilidad de que una niña de 15 años fallezca de una complicación relacionada con el embarazo y el parto durante su vida es la más alta en África: una en 26. En las regiones industrializadas es de una en 7.300.
De los 171 países y territorios estudiados, Níger se ubica en el puesto de mayor riesgo de vida, de uno en siete.
Once países representaron casi 65 por ciento de las muertes maternas del mundo en 2005. India tuvo la mayor cantidad (117.000), seguida por Nigeria (59.000), la República Democrática del Congo (32.000) y Afganistán (26.000), según las últimas estadísticas difundidas en la ONU.
A medio camino en el calendario hacia el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, "es tiempo de acelerar las inversiones en salud y derechos femeninos. Es tiempo de que los gobiernos hagan de la salud reproductiva una prioridad", dijo Obaid.
Según el UNFPA, se requiere una inversión adicional anual estimada de entre 5.500 millones y 6.100 millones de dólares para 2015, tanto de fuentes internas como internacionales, para cumplir el objetivo de mejorar la salud materna.
También se necesitará financiamiento adicional para lograr la meta de acceso universal a la salud reproductiva, contenida en el quinto objetivo.
Estas inversiones también reducirán la mortalidad infantil, ayudarán a reducir la carga de la malaria y mitigarán el VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) a través de su efecto sobre la prevención del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) y la prevención de embarazos no deseados entre mujeres portadoras de VIH, según el UNFPA.