Las pingües utilidades de las grandes empresas del mundo en los últimos años encarecen sus acciones, como se evidencia en las cifras astronómicas destinadas a sufragar fusiones y adquisiciones transfronterizas, que constituyen uno de los mecanismos principales de los flujos de inversiones.
Ese proceso de acumulación ha sido identificado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) como uno de los orígenes del excepcional aumento de 38 por ciento de los flujos de inversiones durante 2006, que alcanzaron un total de 1,3 billones de dólares.
Pero tal expansión reconoce también otra causa, mucho más genuina, que es el aumento en la categoría de las nuevas inversiones, con su cuota de transferencia de tecnología y creación de empleo, registradas especialmente en los países en desarrollo y en las economías en transición, como la Unctad denomina a las naciones de Europa sudoriental y a las integrantes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).
Supachai Panitchpakdi, secretario general de la Unctad, anunció "con satisfacción" que las inversiones han aumentado en prácticamente todo el mundo.
El fuerte crecimiento de los flujos se ha registrado por tercer año consecutivo hasta llevar el monto total a un nivel cercano al pico máximo de 1,4 billones de dólares conseguido en 2000, antes del estallido de la burbuja de las inversiones en la industria de las telecomunicaciones, dijo.
Estados Unidos fue el primer destinatario de las inversiones en 2006, seguido por Gran Bretaña y Francia, mientras China figura a la cabeza entre los países en desarrollo y Rusia, entre las economías en transición.
Sin embargo, el jefe de la Unctad mencionó como "hecho notable" la caída por primera vez en siete años del flujo de inversiones destinado a China.
Otro aspecto subrayado ha sido, también por primera vez, la irrupción en el "Informe sobre las inversiones en el mundo – Empresas transnacionales, industrias extractivas y desarrollo", distribuido este martes por la Unctad, de siete empresas de países en desarrollo entre las 100 mayores compañías transnacionales no financieras.
Las siete transnacionales del sur son Hutchison Whampoa, de Hong Kong, Petronas, de Malasia, Cemex, de México, Singapore Telecommunications, las sudcoreanas Samsung Electronics y LG Corporation, y Jardine Matheson, de Hong Kong.
Supachai resaltó la importancia de esa tendencia porque gran parte de los flujos promovidos por esas transnacionales se dirigen hacia otras naciones en desarrollo, con lo cual se estrechan los vículos económicos Sur-Sur, puntualizó a IPS.
Las predicciones de la Unctad consignan que las inversiones serán aún más altas en 2007. "Nuestras evaluaciones sugieren que la actividad de las inversiones continuará creciendo en los próximos dos años", aventuró Supachai.
Anne Miroux, jefa de la sección de análisis de inversiones de la Unctad, confirmó que los datos del primer trimestre de este año muestran ya un "sólido crecimiento".
De todos modos, Supachai reconoció que esos pronósticos son inciertos. "Todos somos conscientes de los desafíos y de los riesgos que enfrenta actualmente la economía mundial, incluyendo la inestabilidad financiera y los enormes precios de la energía", dijo.
El futuro de las inversiones extranjeras directas dependerá en gran parte de la forma en que se encaren esos riesgos e incertidumbres, conjeturó.
El informe de la Unctad incursiona también este año en el papel de las compañías transnacionales en las industrias extractivas.
Supachai describió que el actual auge de los precios de los productos básicos, desencadenado en parte por el veloz crecimiento de la demanda de minerales metálicos, de petróleo y de gas en Asia, ha patentizado la importancia de los recursos naturales para el desarrollo económico.
En ese aspecto, las compañías transnacionales desempeñan un papel importante tanto para los países en desarrollo importadores de esos recursos naturales como para los exportadores que pretenden optimizar ganancias con el aumento de los precios. Los países en desarrollo ricos en minerales, pero sin capitales ni tecnología para explotarlos, dependen a menudo de las transnacionales para obtener esos insumos. Eso ocurre principalmente en los casos de los minerales metálicos y de yacimientos petrolíferos o gasíferos ubicados en lugares remotos o inaccesibles.
En cambio, los países en desarrollo con perspectivas de una demanda creciente de las dos clases de minerales, alientan a sus compañías estatales para que inviertan en el exterior y les aseguren el acceso estable a los recursos, mencionó Supachai.
Con esos ingredientes, el panorama de las inversiones en las industrias extractivas está cambiando en el mundo. El jefe de la Unctad recordó que a comienzos de la década de 1970, antes de la primera crisis del petróleo, el mercado estaba gobernado por las "Siete Hermanas", como se llamaba a otras tantas transnacionales privadas controladas por los países occidentales.
Por el contrario, hoy los grandes productores en ese rubro son las compañías estatales de países en desarrollo y de economías en transición. Las tres primeras empresas de petróleo o de gas son ahora la Saudi Aramco, de Arabia Saudita, Gazprom, de Rusia, y la iraní National Iranian Oil Company.
El informe de la Unctad sostiene que en esta nueva era, las Siete Hermanas son las tres mencionadas más CNPC, de China, Petróleos de Venezuela, Petrobras, de Brasil y Petronas de Malasia.
Miroux subrayó que las sociedades públicas de los países en desarrollo dominan la producción mundial de petróleo y gas. El papel de las transnacionales se limita por lo general a acuerdos de cooperación en la producción.
En la extracción de minerales se imponen las transnacionales privadas que controlan la producción mundial, por lo general mediante el sistema de concesiones. Las principales compañías en este rubro son la australiana BHP Billiton, la británica Rio Tinto y la brasileña Companhia Vale do Rio Doce (CVRD).
La Unctad entiende que desde un punto de vista económico, las transnacionales pueden aportar capital, tecnología, experiencia de administración y acceso a los mercados. Sin embargo, la entidad de la Organización de las Naciones Unidas estima que la mayor contribución de esas empresas debe ser el aumento de los ingresos del país huésped, incluidos los ingresos fiscales.
Los beneficios que los países en desarrollo obtengan de la explotación de sus recursos naturales deben ser empleados para promover objetivos de desarrollo, aconsejó Supachai.