Los altos precios del petróleo están dando impulso a la construcción de una gran planta desalinizadora de agua en Namibia, que atenderá fundamentalmente las necesidades de las minas de uranio, el combustible que usan las centrales nucleares para producir electricidad a menor costo que las térmicas.
El proyecto es una iniciativa conjunta de la estatal Corporación de Agua de Namibia (NamWater) y la compañía minera UraMin Inc.
La planta desalinizadora, que demandará una inversión de 140 millones de dólares, estará en condiciones de producir más de 50 millones de metros cúbicos de agua potable por año. Ubicada cerca de la ciudad costera de Swakopmund, abastecerá a la extensa aunque poco poblada región de Erongo y a las minas de uranio, cuyo número y actividad está en expansión.
Según Nam Water, Erongo consume actualmente alrededor de 12 millones de metros cúbicos de agua por año. Más de una cuarta parte de ese total —3,3 millones— es utilizado por la mina de uranio Río Tinto Rösing.
"La puesta en marcha de una planta desalinizadora con capacidad para 50 millones de metros cúbicos al año implica que nuestro abastecimiento de agua a la zona de la costa se cuadriplicará", dijo el presidente de NamWater, Vaino Shivute.
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La compañía estatal se hará cargo de la mitad del costo del proyecto y ya han comenzado a buscar financiamiento internacional para cubrir la inversión total requerida, agregó.
El interés de UraMin en la planta nace de sus planes para comenzar a explotar una mina de uranio en Trekkopje, cerca de Swakopmund, que requerirá 20 millones de metros cúbicos de agua por año cuando inicie su actividad a pleno a principios de 2009.
El precio de mercado del uranio ha estado en una montaña rusa en los últimos años, de 10 dólares la libra (0,46 kilogramos) en 2003 a 130 dólares en junio de este año. Actualmente cotiza a 80 dólares.
Sin embargo, el aumento en el precio del petróleo y la preocupación por el calentamiento global, al que contribuye el uso de combustibles fósiles, revivió el interés por el uranio como una fuente de energía más barata para producir electricidad en centrales nucleares.
Los mejores precios y las perspectivas de expansión llevaron a Río Tinto Rössing a anunciar en 2006, en coincidencia con su 30 aniversario, que había dejado de lado sus planes para cerrar la mina, la más antigua de Namibia.
A comienzos de este año, Paladin Resources, con sede en Perth, informó que iba a poner en marcha la segunda mina de uranio del país: el proyecto Langer Heinrich.
A su vez, Metales Forsys, con sede en Toronto, anunció que su proyecto Valencia, también situado en la costa desértica de Namibia, comenzará a producir a comienzos de 2009 y necesitará agua para las pruebas en la mina, previstas para fines del año que viene.
El presidente de Forsys, Duane Parnham, espera que las tuberías de NamWater que alimentarán a Río Tinto Rösing puedan extenderse hasta los yacimientos de uranio de Valencia para otorgarles viabilidad económica.
Prácticamente todas las reservas de este metal se encuentran en el desierto de Namibia y el costo del agua —que se requiere en gran cantidad para la extracción del uranio— puede provocar que una mina se convierta en una empresa no rentable.
"El consumo de agua es un elemento importante en el diseño del proyecto de Trekkopje", afirmó el presidente de UraMin, Ian Stalker. "El desarrollo de la mina acelerará la construcción de la planta desalinizadora, una opción para la provisión de agua potable que NamWater había estado investigando desde hace varios años", agregó.
Los planes para la planta fueron anunciados en 1998, cuando la compañía estatal estaba buscando alternativas para atender la creciente demanda de agua en la región costera de Namibia.
En 2003, sin embargo, la iniciativa fue dejada de lado a causa de los problemas que rodearon al llamado a licitación para su construcción. Una de las empresas que aspiraba a obtener el contrato inició un juicio contra NamWater, argumentando que su oferta era más eficiente en términos de costos.
Aunque la acción legal no prosperó, NamWater no logró luego firmar el contrato con Weir-Envig, la compañía que ganó la licitación, por desacuerdos en una variedad de temas.
Al mismo tiempo, hubo una marcada reducción en el consumo de agua en las zonas que la planta desalinizadora iba a abastecer y se descubrió que los acuíferos subterráneos de la región eran mucho más abundantes de lo que se había pensado.
"El consumo también se redujo cuando se comenzó a proveer a los residentes aguas residuales purificadas para el riego de jardines. Y la industria de enlatado de sardinas, que fue en su momento una gran consumidora de agua, se vio forzada a reducirse a causa de una disminución en las cuotas, lo que deprimió aún más la demanda", dijo a IPS Timothy Waineki, del Consejo Regional de Erongo.
Asimismo, se pensaba que el agua desalinizada sería demasiado cara para los habitantes de la costa.
El proyecto parece avanzar ahora sin tantas dificultades y NamWater afirma que, además, es compatible con objetivos de desarrollo sustentable.
Sin embargo, durante una audiencia pública realizada en agosto para discutir los efectos ambientales de la planta desalinizadora residentes se quejaron de su impacto estético.
Pero Alex du Plessis —presidente de la consultora Turgis, a cargo del estudio ambiental— es optimista respecto de la respuesta del público. "Hubo propuestas para construir plantas desalinizadoras en el pasado que quedaron en la nada. Nuestro proyecto no es una quimera y estamos recibiendo un gran apoyo de las comunidades", afirmó.
Las instalaciones incluirán dos tuberías paralelas, hacia y desde el mar, un sumidero en la playa para garantizar un flujo constante de agua y la planta desalinizadora, que será construida en su mayor parte bajo tierra a dos kilómetros de la costa.
Nam Water está planeando la construcción de una tubería mayor desde la planta hasta Swakopmund y un nuevo depósito para mezclar agua dulce subterránea con la desalinizada, con el objetivo de mejorar la calidad.
La compañía estatal también está analizando la capacidad de su red de cañerías, para hacer frente al previsto aumento de la demanda debido a la expansión de la actividad minera.