AMBIENTE-EEUU: El verde no es sólo para los ricos

Mary Jane Jagodzinzki esperaba nerviosamente la llegada de un «batallón» de profesionales de la construcción. Tal como finalmente sucedieron las cosas, no debió haberse preocupado tanto.

Viviendas Solara, en Poway, California. Crédito: Enrique Gili/IPS
Viviendas Solara, en Poway, California. Crédito: Enrique Gili/IPS

Alrededor de 40 arquitectos, gerentes de proyecto y contratistas, cámara en mano, llegaron en masa a Poway, al norte de San Diego, en el occidental estado estadounidense de California.

El «desembarco» fue parte de una visita a edificios «verdes», destinada a exhibir un complejo de edificios en el que se está ahorrando dinero y ayudando al planeta: Solara.

Los expertos consideran que se trata del mayor proyecto habitacional del sur de California, y quizás de Estados Unidos, que no sólo hace un uso eficiente de la energía sino que también es accesible en términos de costos.

Solara representa la fusión de dos tendencias en la construcción: el deseo de diseñar casas amigables con el ambiente y el interés de las autoridades de otorgar incentivos financieros para fomentar el ahorro de energía.
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En Estados Unidos, una casa típica emite anualmente, en promedio, cuatro toneladas de dióxido de carbono por persona —17 por ciento del total que el país lanza a la atmósfera— según la Agencia de Protección Ambiental.

«No es sólo una cuestión de ingeniería, se trata de un tema de sustentabilidad», dijo Jagodzinski, gerente de proyectos de Community Housing Works (CHW), una organización sin fines de lucro dedicada a proporcionar viviendas a un costo accesible para familias de bajos ingresos.

Los constructores enfrentan numerosos desafíos para integrar las actuales tecnologías «verdes» con las necesidades de largo plazo de los residentes y la comunidad. En Solara, paneles solares fotovoltaicos en los techos y garajes generan 141 kilovatios, electricidad suficiente para satisfacer los requerimientos de energía de cada vivienda.

La luz natural inunda los corredores. Electrodomésticos que usan la energía de manera eficiente, calentadores de agua sin tanque y otros elementos amigables con el ambiente reducen drásticamente el impacto de carbono del complejo habitacional.

Las 56 unidades le dan un nuevo significado al término «viviendas económicas». No se trata de los monótonos edificios de hormigón que recuerdan a los proyectos habitacionales, estilo fortaleza, construidos en los años 60.

Los residentes pueden ir caminando al cercano centro comercial. El paisaje que circunda al complejo habitacional incluye plantas de salvia, flores silvestres y limoneros. Muchos de los edificios de dos pisos comparten un parque público, que une una atmósfera bucólica con la comercial.

Al margen de la arquitectura agradable a la vista, Solara contribuye al presupuesto de los residentes. Las facturas de servicios no existen, aliviando a las familias de bajos ingresos de costos de energía que podrían quebrar sus presupuestos.

A causa del énfasis puesto por CHW en la mejora de la calidad de vida para los hogares pobres, Solara incluye un elemento de ingeniería social que algunos podrían llamar adoctrinamiento. Para conservar el carácter «verde» del lugar, el personal de mantenimiento y los vecinos reciben instrucción para respetar el espíritu amigable con la ecología del lugar.

Se imparten programas de enriquecimiento cultural, en español e inglés, para enseñar a los niños cómo ayudar a sanar el planeta.

Los vecinos envidiosos no tienen la opción de mudarse a Solara en el futuro cercano. Los departamentos se alquilaron completamente a los pocos días de ser puestos en oferta y hay 400 aspirantes en lista de espera. Además, cada postulante debe demostrar que el ingreso familiar no es inferior a 30 por ciento o superior a 60 por ciento del ingreso medio por hogar de la región.

El mercado inmobiliario de San Diego es caro y tiene un efecto de cascada sobre los residentes. El aumento en el precio de las viviendas, unido a los bajos salarios, impide a muchos comprar una casa.

Datos del Censo Nacional de Estados Unidos indican que el costo medio mensual para los propietarios de una vivienda que deben pagar una hipoteca es de 2.243 dólares y que los inquilinos desembolsan 1.154 dólares al mes. Mientras que el costo de los alquileres aumentó a nivel nacional 6,7 por ciento entre 2000 y 2005, en San Diego creció 27,2 por ciento, uno de los mayores incrementos en el país. El alquiler promedio se ubica en 1.237 dólares.

Aunque Solara no ofrece a los inquilinos la opción de comprar los departamentos en forma inmediata, los alquileres son mucho más baratos que en el mercado abierto: 557 dólares para un departamento de dos ambientes y 807 dólares para uno de 304 metros cuadrados, con dos dormitorios y dos baños.

La falta de experiencia de CHW en la construcción de viviendas «verdes» no los desalentó para llevar adelante la iniciativa.

Contrataron a U.S. Global Green, una organización sin fines de lucro con sede en el balneario californiano de Santa Mónica, especializada en calentamiento global y no proliferación nuclear, para que les ofreciera asistencia técnica. Los ayudó a mantener bajos los costos y obtener la mejor tecnología disponible.

Uno de los directores de programas de Global Green, Walker Wells, dijo que «tratamos de definir cómo sería el futuro», asistiendo en el diseño de un edificio que, aunque iba a ser de última generación, no luciría como una escenografía de película de ciencia ficción.

Según sus cálculos, el impacto de carbono de Solara es de 1.880 toneladas, menos que en un complejo habitacional de tamaño similar alimentado por fuentes de energía convencionales. Esto equivale a eliminar 300 automóviles por año o plantar más de 5.400 árboles.

Adoptar este enfoque ecológico, encareció el presupuesto de construcción de Solara en dos por ciento, señaló Jagodzinski. CHW espera recuperar ese gasto extra en un plazo de cuatro a siete años, en parte gracias a los ahorros de energía y los subsidios que compensan los mayores costos.

Al parecer, construir viviendas ecológicas y de bajo costo tiene sus ventajas. La Comisión de Energía de California se hace cargo de buena parte de los 1,1 millones de dólares demandados por la instalación de los paneles solares fotovoltaicos. Otros 12 millones de dólares en concepto de crédito fiscal y subsidios hicieron posible llevar adelante este proyecto de 16 millones de dólares.

Wells tiene la esperanza de que Solara se convierta en modelo para futuros proyectos habitacionales públicos. Global Green brindó asesoramiento a 15 iniciativas similares en California, cuyo desarrollo está previsto o a punto de ser completado. Hasta el momento, han sido socios de constructores en 20 estados para llevar adelante 8.500 viviendas para familias de bajos ingresos, como parte de una iniciativa valuada en 555 millones de dólares.

Según el Departamento (ministerio) de Vivienda y Desarrollo Urbano, existen actualmente en el país 1,2 millones de familias viviendo en casas subsidiadas por el gobierno.

Si los impulsores de las viviendas económicas se salen con la suya, los edificios «verdes» no serán sólo una novedad para los propietarios ricos sino un elemento común en el paisaje urbano.

* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).

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