Rita Kalikokha piensa en abandonar la escuela cada vez que menstrúa. Es que esta resuelta adolescente del distrito rural de Dowa, en el centro de Malawi, asiste a un centro de enseñanza primaria carente de agua potable.
Los 350 compañeros de Kalikokha sólo tienen acceso a dos baños con sus respectivos pozos negros, pero no pueden lavarse las manos. Rita, de 13 años, explica que esa situación se agrava durante los días de menstruación.
"Es muy difícil concentrarse en clase cuando uno sabe que no hay agua con la que higienizarse en los recreos. Habitualmente prefiero quedarme en casa cada vez que menstrúo", explicó.
Rita narró que muchas abandonan la escuela cuando llegan a la adolescencia, dado que no pueden soportar la inconveniencia y la vergüenza de tener que prescindir del agua.
Las estadísticas del gobierno en Malawi muestran que 10,5 por ciento de las muchachas desertan del sistema de enseñanza cada año, en comparación con 8,4 por ciento de los varones. Además, alrededor de 22 por ciento de las niñas en edad de concurrir a la escuela primaria no asisten del todo, mientras que 60 por ciento de las inscriptas no lo hacen con regularidad.
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Sin embargo, los problemas de Rita respecto del agua no se limitan al ámbito escolar. Su aldea no tiene acceso a ese recurso. Como única mujer en una familia de cinco hijos, la tradición la obliga a ir a buscar agua para satisfacer las necesidades de sus cuatro hermanos y de sus padres.
"Hay muy poco tiempo para que yo haga mis tareas escolares, dado que la mayor parte de mis días están ocupados por mis viajes para ir a buscar agua", relató.
Rita camina cuatro kilómetros hacia y desde el aljibe más cercano. Su familia usa esa agua para cocinar, lavar utensilios domésticos y beber. También tiene que asegurarse de que haya suficiente agua para que ella, su padre y su madre se bañen.
Sus cuatro hermanos suelen bañarse en una corriente cercana, la misma que usan los aldeanos como retrete.
La mortalidad infantil es particularmente alta en el área de Dowa, donde casi un quinto de los niños no llega a los cinco años de vida, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Pero en Malawi, los problemas con la provisión de agua y saneamiento no están relegados a las áreas rurales. Los asentamientos irregulares en pueblos y ciudades enfrentan dificultades similares, dado que sus residentes tienen que esperar en largas filas para comprar agua en quioscos o, directamente, en perforaciones.
En Ntopwa, un área de Blantyre donde se concentran ocupantes y la mayoría de las personas sobreviven con menos de un dólar por día, las mujeres utilizan el agua de lluvia estancada que se acumula en las zanjas.
Los abrevaderos constituyen su única fuente hídrica, ya que no tienen dinero para comprar agua en los quioscos y perforaciones. Por lo tanto, las enfermedades vinculadas a la mala calidad del agua, como diarrea, disentería y cólera, son muy comunes en esta zona.
Muchas niñas en Balntyre experimentan situaciones similares a la de Rita, porque a menudo el Ministerio de Educación no paga las facturas del agua de las escuelas primarias.
En los primeros seis meses del año, más de 124.000 estudiantes tuvieron que usar los arbustos que rodean sus escuelas para orinar y defecar porque el Consejo Hídrico de Blantyre desconectó el suministro de agua de sus escuelas, debido a que el gobierno no pagó las cuentas.
El secretario de Educación Permanente, Anthony Livuza, tuvo que suplicarle al Consejo Hídrico para que reconectara el suministro de agua a fin de evitar un brote de enfermedades en las escuelas.
La compañía proveedora de agua terminó restableciendo el servicio, pero le pidió al ministerio que acelerara el pago del mismo.
El Informe de Desarrollo Humano 2006, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señala que hasta 33 por ciento de los 12 millones de habitantes de Malawi no tienen acceso a agua segura, mientras que apenas 27 por ciento de ellos cuentan con un saneamiento mejorado.
El ministro de Desarrollo Hídrico, Sidik Mia, opinó que el hecho de que haya tantas personas sin acceso a servicios adecuados de agua y saneamiento pone en peligro el desarrollo socioeconómico de Malawi. "Los efectos de esto continúan propagándose en los sectores de la salud, la educación y la agricultura", destacó.
La nueva política de saneamiento nacional del gobierno priorizará los requisitos de las escuelas y servirá mejor al público con una política integrada de manejo de recursos hídricos.
Mientras, Unicef asiste a la región de Dowa, donde vive Rita. Allí se cavan pozos para escuelas que actualmente carecen de suministro hídrico. La agencia de la Organización de las Naciones Unidas está en el proceso de instalar letrinas y lavatorios en las escuelas.
También está ayudando a los hogares en 30 comunidades a establecer instalaciones para lavarse las manos afuera de los pozos negros.
WaterAid, una organización no gubernamental internacional que ayuda a los más pobres del mundo a acceder a agua segura, saneamiento y educación para la higiene, ayuda a los habitantes de Malawi a influir en su gobierno y en otras entidades no gubernamentales para asignar más recursos a estos tres rubros.
Amos Chigwenembe, administrador de políticas de WaterAid en Malawi, dijo que la organización aspira a ayudar a 136.000 personas a tener acceso a agua segura, y a otras 131.000 a acceder a saneamiento cada año para 2010. (FIN/IPS/traen-js/dm/psb/ssl-jh/af dv en he md dv wo ed/07)