Las nuevas tecnologías médicas chocan en el Sur en desarrollo con obstáculos de carácter éticos, sociales y culturales, y no tanto financieros, según expertos.
Entre los factores de rechazo figuran actitudes del público y la comunidad, culturales y de género, según un exhaustivo informe para el que se entrevistó a expertos sanitarios del Sur, publicado el lunes en la revista electrónica estadounidense de Internet PLoS Medicine.
La falta de contacto con los grupos sociales más afectados por el sida puso fin a las pruebas clínicas del antiviral tenofovir en Camboya, Camerún y Nigeria. Los trabajadores sexuales, por ejemplo, no fueron consultados adecuadamente, ni tampoco se preveía beneficiarlos con los ensayos.
"Esas pruebas contaban con una inversión de más de 100 millones de dólares y nunca se completaron", señaló el coautor del estudio Jim Lavery, científico del Centre for Research on Inner City Health y del Centre for Global Health Research, del Hospital St. Michael, en Toronto.
También hubo enfrentamientos entre los promotores de las pruebas y los gobiernos, porque había trabajadores sexuales involucrados, dijo Lavery a IPS.
[related_articles]
"Este fracaso reveló la complejidad de avanzar en las investigaciones médicas, aunque fuera de manera bienintencionada", agregó.
Lavery también reconoció una percepción cada vez mayor de que las pruebas con fármacos y otras investigaciones médicas desarrolladas en el Sur solo beneficiarán a la población del Norte industrializado.
"Nosotros podemos eliminar esa percepción cambiando la realidad, al compartir los beneficios de esta investigación con las comunidades locales", agregó.
El informe, titulado "Cuestiones éticas, sociales y culturales basadas sobre la perspectiva de informantes clave", es el primero de en dar consejos sobre estos asuntos al mundo en desarrollo, según el coautor del estudio Jerome Singh, del Centro para el Programa de Investigación del Sida en Sudáfrica, en Durban.
El estudio fue realizado por un equipo internacional de expertos en bioética del Centro McLaughlin-Rotman para la Salud Global en Toronto, y apoyado por Grand Challenges in Global Health, iniciativa apoyada por la Fundación Bill & Melinda Gates.
Gran Challenges cuenta con 450 millones de dólares para alentar avances científicos contra enfermedades que matan a millones de personas cada año en los países más pobres.
"Concomitantemente con el rápido crecimiento de la investigación científica en los países en desarrollo, hay más informes de proyectos que afrontan desafíos relacionados con preocupaciones éticas, culturales y sociales", dijo Peter Singer, científico del Centro McLaughlin-Rotman y coautor del informe.
"Nuestro objetivo fue anticipar factores que pudieran ser enfrentadas por tales programas e intentar impedirlas a medida que avanza este importante trabajo", dijo Singer a IPS.
Expertos de los países pobres enfatizaron, al ser encuestados, la necesidad de que los investigadores abran oportunidades para escuchar y comprender las preocupaciones e intereses de las comunidades en las que trabajan.
"La comunidad debe adueñarse de cualquier programa cuya sustentabilidad se pretenda", dijo Dara Amar, profesor del St. John's Medical College, de India.
Al mismo tiempo, el uso o no de nuevos tratamientos por parte de quienes los necesiten para curarse está influido por factores culturales relacionados con la religión, la historia, el género y las prácticas sexuales, como el uso de anticonceptivos, así como por la existencia de una "cultura de la ciencia".
"Cada tecnología es vista primero en términos de eventual destructora de la cultura" de la comunidad donde es aplicada, señala en el informe el experto keniata Calestous Juma, director del Programa sobre Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad de Harvard.
"Es imposible sobreestimar la importancia de los factores éticos, sociales y culturales", opinó el científico Abdallah Daar, del Centro McLaughlin-Rotman. "Si cualquiera de éstos son ignorados, uno puede meterse en problemas serios."
Uno de los 44 proyectos de Grand Challenges in Global Health se refiere al control genético de los mosquitos transmisores del dengue en México meridional. Lavery consideró que, en este caso, cuentan con esacas información para facilitar la consulta a y el trabajo con las comunidades locales.
En los próximos dos años se realizarán 10 estudios de caso de todo el mundo sobre cómo comprometer a las comunidades locales. "Aprenderemos qué funcionando y qué no, lo que será muy valioso para la comunidad de la salud global", dijo.
Esas preocupaciones éticas y sociales deberían ocupar el centro de estos proyectos de investigación científica, acotó Singer.
Y aunque la simple falta de saneamiento y agua limpia es una causa fundamental de la mayoría de las crisis de salud en buena parte del mundo, la investigación avanzada sobre nuevas vacunas y tecnologías es necesaria para que haya mejoras en el futuro.
"Si no invertimos en investigación sobre vacunas contra la malaria, por ejemplo, en los próximos 40 años los mosquiteros continuarán siendo la principal herramienta para prevenir la enfermedad", dijo Daar.
También persiste una enorme desigualdad en materia de salud entre el Norte y el Sur. La expectativa de vida de un ciudadano estadounidense es de 80 años y sube, mientras que la de un africano es de 40 años y baja, enfatizó Singer.
"Ésa es la madre de todos los desafíos éticos", aseguró.