El Banco Mundial se vio atado de pies y manos para combatir la corrupción por la tensión entre su División de Integridad Institucional y la burocracia interna, advirtió un panel presidido por el ex jefe del Deparamento del Tesoro estadounidense, Paul Volcker.
El Departamento debe ser puesto a punto si se quiere investigar de modo satisfactorio acusaciones de corrupción en proyectos financiados por el Banco, señaló el panel de seis miembros presidido por Paul Volcker.
"Lo que se necesita es un enfoque plenamente coordinado en todo el grupo del Banco Mundial, poniendo fin a las ambivalencias pasadas sobre el combate a la corrupción", expresó el panel en un informe presentado el jueves.
El presidente del Banco, Robert Zoellick, admitió la veracidad de muchas de las constataciones del panel.
"El informe Volcker saca a la luz los serios desafíos por delante en la superación del cáncer de la corrupción en operaciones apoyadas por el Banco, y ofrece recomendaciones constructivas", indica un comunicado firmado por Zoellick.
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"Avanzar será ahora responsabilidad de todos nosotros, como parte de nuestro compromiso por abordar este asunto vital", agregó.
El Banco presta unos de 20.000 millones de dólares al año a países que lo integran y emplea a más de 10.000 personas. Algunas de éstas fueron acusadas y, en ocasiones, halladas culpables de malas prácticas, desde tolerar hasta tomar parte activa en actos de corrupción.
El grupo de Volcker no hizo estimaciones de cuánto dinero del Banco se perdió por culpa de la corrupción, pero los gobiernos accionistas dicen desde hace tiempo que la cifra es grande.
El informe del panel reconoció "algunos éxitos notables" por parte del Departamento de Integridad Institucional.
"No obstante, se suscitaron serios problemas operativos y severas tensiones en las relaciones con algunas unidades, contribuyendo a veces con relaciones contraproducentes entre el Banco y los prestatarios y los socios financiadores", agregó.
El personal del Departamento de Integridad Institucional considera que está bajo ataque de funcionarios de préstamos que protegen sus proyectos y portafolios de préstamos.
"Esto contribuyó con una mentalidad de sitio en el Departamento, e hizo que éste se volviera menos comunicativo de lo requerido para mantener la confidencialidad de sus investigaciones", dijo el panel.
Éste recomendó elevar al jefe de la unidad al rango de vicepresidente del Banco; establecer un consejo externo para ayudar a vigilar al Departamento de Integridad Institucional, y asignarle a otra unidad la responsabilidad de investigar a miembros del personal acusados de violaciones que no involucran fraude o corrupción.
El año pasado, las tensiones dentro del Banco hicieron que su Junta de Directores, de 24 miembros, ordenara al predecesor de Zoellick y compatriota estadounidense, Paul Wolfowitz, investigar al Departamento de Integridad Institucional.
En febrero, Wolfowitz eligió a Volcker para liderar el esfuerzo.
El periodo de Wolfowitz como presidente del Banco fue truncado por el escándalo que se suscitó cuando ascendió a su novia, Shaha Riza, y le concedió un generoso aumento salarial.
Riza era una empleada del Banco en comisión en el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
Cuando Zoellick asumió la presidencia del Banco Mundial, en julio, heredó la revisión del Departamento de Integridad Institucional y a la jefa de la unidad, Suzanne Folsom.
Como Wolfowitz, quien la designó, Folsom demostró ser una figura polarizante en el Banco, en gran medida por sus vínculos políticos con los republicanos.
Además, el Proyecto de Responsabilidad del Gobierno, una organización privada de vigilancia de gobierno y corporaciones, dijo en un reciente informe que el nombramiento de Folsom señaló un conflicto de intereses, dado que ella también se desempeñaba como consejera de Wolfowitz.
La organización dijo que el trabajo de investigación de casos de corrupción y el de dar consejos políticos al presidente del Banco deberían ser separados.
Un portavoz del Banco desestimó las acusaciones en ese momento. Luego Volcker no halló ningún problema con Folsom. A comienzos de este año, ella le dijo al periódico británico Financial Times que el informe Volcker reivindicaría el trabajo de su unidad.
El informe del panel eximió al Departamento, pero atacó al resto de la institución, citando "resistencia entre partes importantes del personal del Banco y algunos de sus directivos hacia el trabajo del Departamento de Integridad Institucional".
También identificó un conflicto de intereses. El Banco existe para dar préstamos y paga y promueve a su personal sobre la base de la cantidad de dinero que mueve. El Departamento de Integridad Institucional existe para inmiscuirse y, a veces, impedir esa misión.
"Hay una incomodidad natural entre algunos empleados de alto nivel, que generalmente son alentados por la paga y por el sistema de evaluación de desempeño para conceder préstamos a proyectos promisorios, a fin de que esos proyectos sean investigados posteriormente, expuestos como plagados de corrupción, creando un problema delicado en las relaciones con los clientes", señaló el panel.
Además de Volcker, entre sus miembros figuraron el empresario colombiano Gustavo Gaviria, John Githongo, descrito como abanderado de la cruzada keniata contra la corrupción, el ex abogado de la General Electric Co. Ben Heineman, el jurista belga Walter van Gerven; y John Vereker, gobernante de Bermuda.
Antes, Volcker investigó el programa Petróleo Por Alimentos de Iraq, una iniciativa administrada por la ONU bajo el mandato y la supervisión de Estados Unidos y otros miembros del Consejo de Seguridad.