CAMBIO CLIMÁTICO: La invasión de los arbustos

Mientras los niveles atmosféricos de dióxido de carbono continúan aumentando, los arbustos y otras plantas leñosas probablemente dominarán las praderas, alterando el estilo de vida rural en el mundo, según un estudio publicado en Estados Unidos.

En el primer experimento de su clase realizado en pasturas nativas, durante cinco años científicos estadounidenses duplicaron artificialmente los valores de dióxido de carbono en sectores cerrados de pradera en el central estado de Colorado.

Para su sorpresa, la Artemisia frigida, una especie de arbusto comúnmente conocida como salvia de la montaña, prosperaba en esas condiciones. De hecho, creció 40 veces más rápido de lo normal, imponiéndose sobre otras especies vegetales.

"Esta clase de respuesta a niveles más elevados de dióxido de carbono casi no tiene precedentes", dijo Jack Morgan, fisiólogo botánico del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y principal autor del estudio, publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

"Normalmente, la salvia de la montaña es una especie menor en el paisaje. No esperábamos ver esto", declaró Morgan a IPS.

Praderas de varios tipos cubren 40 por ciento de las tierras del planeta, proporcionando áreas de pastoreo para el ganado.

Según cifras de 2005 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las áreas de pasturas también ocupan 40 por ciento de la masa terrestre de África, y alimentan a la mayoría de los 235 animales que componen el ganado del continente.

Muchas partes del mundo experimentaron una invasión de arbustos leñosos en los últimos 100 a 200 años, agregó Morgan.

En aproximadamente el mismo tiempo, los valores atmosféricos del dióxido de carbono aumentaron de 280 a 385 partes por millón hasta hoy, debido a la quema de combustibles fósiles y a la deforestación.

Se espera que los niveles de dióxido de carbono sean de 500 partes por millón antes de mediados de siglo y que alcancen entre 600 y 700 para el año 2100.

Para evaluar los efectos de estos futuros valores de dióxido de carbono, Morgan y sus colegas instalaron en las praderas cilindros de plástico claro, de cerca de 460 centímetros de diámetro, con la parte superior abierta.

En un grupo de cilindros se bombeó dióxido de carbono puro, manteniendo una concentración de 720 partes por millón.

Durante cinco años se analizó cada terreno al final de la temporada de mayor crecimiento, y luego se quitó la mitad de la vegetación para simular el pastoreo.

En el primer año, la salvia de la montaña solamente cubrió 0,2 por ciento de los terrenos en promedio, pero en el quinto año cubrió 4,1 por ciento. Si se le diera más tiempo, esta planta podría terminar desplazando a los pastos, afirmó Morgan.

Aunque el alcance de la respuesta fue sorprendente, el hecho de que los arbustos se desarrollan mejor con más dióxido de carbono no es un hallazgo nuevo, agregó.

Los arbustos y otras plantas leñosas como los árboles pueden usar el dióxido de carbono de modo más eficiente que los pastos: tienen raíces más profundas que les permiten aprovechar suministros hídricos más profundos. Estos suministros, junto con la luz del sol y el dióxido de carbono, son usados para producir energía de glucosa para el crecimiento a través de la fotosíntesis.

Hace muchos millones de años, cuando los niveles de dióxido de carbono estaban entre 600 y 700 partes por millón, las praderas y las sabanas del mundo, tal como las conocemos, no existían, señaló Guy Midgley, principal científico especialista del Programa sobre Cambio Global y Biodiversidad del Instituto Nacional de Biodiversidad de Sudáfrica, ubicado en Ciudad del Cabo.

La mayoría de las pasturas, especialmente las que crecen en zonas templadas y tropicales, evolucionaron más tarde cuando los niveles de dióxido de carbono habían caído por debajo de las 300 partes por millón.

"Así, los cambios proyectados en los niveles atmosféricos de dióxido de carbono solo representan un gigante paso atrás en el tiempo, en el espacio de unas pocas décadas", dijo Midgley a IPS en una entrevista realizada por correo electrónico.

Casi todas las investigaciones sobre los posibles efectos de mayores valores de dióxido de carbono sobre los bosques y los cultivos fueron realizadas en el Hemisferio Norte.

Sin embargo, algunos de los ecosistemas que son potencialmente más sensibles al dióxido de carbono son las praderas y las sabanas del sur, enfatizó Midgley. Éstas también son algunos de los más grandes ecosistemas globales.

Las consecuencias del aumento de dióxido de carbono ya pueden estar en juego, como señaló evidencia de "invasión de matorrales" o "invasión de arbustos" en muchas praderas del mundo, agregó.

La densidad de árboles y arbustos en el área más lluviosa del Parque Nacional Kruger, en el nororiente de Sudáfrica, se duplicó desde los años 70, dijo William Bond, botánico de la Universidad de Ciudad del Cabo, en entrevista con IPS vía correo electrónico.

"Pienso que el dióxido de carbono es un importante conductor (de la expansión de los arbustos"), pero sus efectos no son ubicuos, dado que partes más secas del parque mostraron pocos cambios en la invasión leñosa", sostuvo.

Sin embargo, el pastoreo excesivo y los cambios en el régimen de fuegos —término que alude a la supresión de incendios naturales o de quemas estacionales deliberadas— también están alterando el aspecto de las sabanas. Y esto vuelve difícil prever las consecuencias de mayores concentraciones de dióxido de carbono solo para el futuro de las praderas.

"El espesamiento o invasión de los arbustos es un tema importante en toda África y Australia, y ha estado fuertemente vinculado al manejo de las praderas", dijo William Stock, director del Centro para el Manejo de Ecosistemas en la Universidad Edith Cowan en Australia, en una entrevista que mantuvo con IPS a través del correo electrónico.

Pero Morgan destacó que otro estudio estadounidense sobre praderas que nunca fueron pastoreadas también encontró aumentos en las plantas leñosas en comparación con las dos décadas anteriores, lo que sugiere que el dióxido de carbono está jugando un rol en el proceso.

"Mi consejo a los administradores de praderas es que sean cautos y conscientes de la necesidad de conservar sus tierras de modo cuidadoso", agregó, advirtiendo que las praderas se están transformando.

"Estos cambios pueden afectar no solamente a los bienes y servicios tradicionales que esperamos de estas tierras, sino que también pueden alterar su biodiversidad", escribieron Morgan y sus colegas en la investigación del PNAS.

Bond coincidió con sus puntos de vista. "La conversión de praderas en matorrales es uno de los desastres lentos y silenciosos en la región (África), destruyendo la capacidad de pastoreo de los establecimientos ganaderos y la conservación de algunos de nuestros más queridos parques de sabana", dijo.

Y el cambio ambiental conllevará cambios sociales.

"Las praderas son importantes no solamente por los productos vegetales y animales que proporcionan, sino también como regiones en las que distintas culturas y sociedades pastoriles se han desarrollado", observó el estudio divulgado el 28 de agosto por el PNAS.

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