AGUA: Entre el derroche y la escasez

El mundo está al borde de «una nueva era de escasez hídrica», la «más seria» de la historia. Así lo advirtieron expertos que participan en la 17 Semana Mundial del Agua en la capital de Suecia.

La disponibilidad de agua está en peligro por amenazas como el cambio climático, el aumento en la población global y el repentino crecimiento del sediento sector bioenergético.

El director ejecutivo del Instituto Internacional del Agua con sede en Estocolmo, Anders Berntell, advirtió que 1.400 millones de personas viven en regiones con escasez real de agua, y otros 1.100 millones en áreas donde se la consume en exceso.

"Estas cifras aumentarán en el futuro, debido al crecimiento demográfico, a la intensificación de la agricultura y al cambio climático", dijo ante unos 2.000 profesionales, técnicos, científicos y políticos vinculados al agua.

La conferencia anual, que comenzó el domingo y se extenderá hasta el sábado, es considerada la mayor reunión mundial de expertos en la materia, entre ellos miembros de más de 150 instituciones.
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"No estamos preparados para hacer frente a las implicaciones que esto tiene para nuestro planeta. Hay un componente de seguridad que todavía no es plenamente comprendido o abordado en el ámbito internacional", señaló Berntell.

"Y no estoy hablando sobre escasez hídrica. Me refiero a la seguridad política", dijo.

Berntell culpó tanto a donantes internacionales como a los gobiernos por sus sesgadas prioridades en materia de gasto para el desarrollo, que dejan el agua y el saneamiento en los últimos lugares.

Contrastó esto con el fenomenal aumento de 37 por ciento en el gasto militar registrado entre 1997 y 2006, año en que alcanzó cerca de un billón (millón de millones) de dólares.

"Al mirar estas cifras, pienso que es tiempo de que nos preguntemos por qué los gobiernos de los países en desarrollo, las agencias de donantes y los financistas no priorizan el agua, por qué hay otros asuntos y otros sectores más destacados en la agenda política", planteó.

En un informe difundido en Estocolmo, la organización WaterAid, con sede en Londres, culpó a los donantes internacionales por debilitar las prioridades de desarrollo de los países receptores.

"Si los donantes se toman en serio el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, deben equilibrar sus inversiones de modo más equitativo a lo ancho de todos sus servicios esenciales: agua, saneamiento, salud y educación", señaló.

Esos objetivos, definidos en 2000 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza y hambre respecto de 1990 y garantizar la educación primaria universal.

También figuran entre estas metas promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil y la materna, combatir el sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo, todo esto con 2015 como fecha límite.

WaterAid pidió "cambios urgentes al sistema de asistencia para garantizar que la política de donantes responda a las necesidades de los pobres y haga frente a los obstáculos más críticos para el desarrollo".

El estudio de WaterAid, titulado "Cómo debilita el sistema de asistencia a los Objetivos de Desarrollo del Milenio", señala que los avances en materia de salud y educación dependen del acceso a un saneamiento asequible y a fuentes de agua segura y limpia.

"Ni donantes ni gobiernos de países pobres reconocen la interrelación entre salud, educación, agua y saneamiento", agregó WaterAid.

El gasto mundial en asistencia a la salud y la educación, según el estudio, casi se duplicó desde 1990, mientras que la cuota asignada al agua y el saneamiento se contrajo.

La investigación destaca muchas posibles explicaciones para la postergación del sector, que es "ciertamente más complejo que la salud o la educación, con una responsabilidad a menudo dividida entre varios ministerios".

El primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt dijo el lunes en la conferencia que "sin agua no hay vida".

Más de 1.000 millones de personas carecen de acceso a agua segura para beber y más de 2.400 millones viven sin saneamiento básico.

Cada día "vemos morir a unas 34.000 personas de enfermedades relacionadas con agua y saneamiento deficientes", afirmó Reinfeldt. "No creo que nadie en nuestro planeta pueda permanecer inmune a estos hechos. La pregunta es: ¿qué podemos hacer?"

La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable celebrada en 2002 en Johannesburgo acordó un objetivo ambicioso: que para 2015 la proporción de la población mundial sin acceso a agua potable ni a saneamiento básico se reduzca a la mitad.

Entre 1990 y 2002 hubo algunos resultados positivos. La proporción de habitantes del planeta que disfrutan de acceso a agua potable aumentó de 71 a 79 por ciento. "Si esto continúa, el objetivo podrá alcanzarse para 2015", pronosticó el primer ministro sueco.

Pero la mala noticia es que los objetivos de saneamiento básico están muy rezagados, dijo.

"Para África y varios países de Asia, el futuro es especialmente oscuro", ejemplificó.

La propia Suecia tiene una larga tradición de priorizar el agua dentro de su presupuesto de asistencia al desarrollo extranjero, dijo Reinfeldt.

Este país también ha brindado un fuerte apoyo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), instituciones multilaterales que tienen el fomento del agua y el saneamiento entre sus objetivos.

Reinfeldt enfatizó que Suecia también ha alentado los foros donde se consideran estos asuntos con amplia participación.

La Semana Mundial del Agua es un buen ejemplo, así como su organizador, el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo.

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