En una tranquila calle del barrio parisino de Louise Michel, el músico estadounidense Bobby Few se sienta ante su centenario piano Gabriel Gaveau y repasa los 38 años que lleva en Francia haciendo jazz.
"Después de luchar años en Nueva York, quisimos buscar nuevos horizontes", dijo Few, al explicar cómo su grupo de jazz tomó la decisión de mudarse a París en 1969.
"Éramos típicos extranjeros cuando llegamos. No conocíamos a nadie, no hablábamos francés ni sabíamos a dónde ir. Pero la música parecía estar en todos lados", recordó.
Few se había trasladado a principios de la década del 60 de Cleveland, en el centro-oriental estado estadounidense de Ohio, a Nueva York, por sugerencia del legendario saxofonista Albert Ayler.
Luego partió rumbo a París en busca de nuevos horizontes artísticos.
En esa época, los músicos estadounidenses negros solían cruzar el Atlántico en busca de lo que no encontraban en su tierra natal.
El vínculo entre los negros estadounidenses y los franceses fue complicado desde principios del siglo XX y empeoró a fines del siglo XX debido a las tensión que produjeron sucesivas olas de inmigración desde la región francófona del norte y oeste de África.
Francia, en general, y en especial París, fueron una suerte de refugio para los músicos de jazz que pretendían perfeccionar su estilo.
En la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la mayoría de las unidades integradas por negros estadounidenses eran segregadas en las fuerzas armadas.
El Regimiento de Infantería 369 de Nueva York, luego conocido como Combatientes Infernales de Harlem, quedó entonces al mando de un oficial francés antes de obtener permiso de ir al frente de batalla.
Muchos de aquellos soldados, que se convirtieron en pieza fundamental de la campaña de los Aliados en la región francesa de Meuse-Argonne, cargaron a la espalda, además de la carabina, los sonidos de su tierra.
En aquella época, el compositor francés de música sinfónica Maurice Ravel recibió mucha influencia del jazz estadounidense.
Los estadounidenses negros que llegaron a París antes de 1964, cuando la Ley de Derechos Civiles abolió en su país las leyes de segregación, se sorprendieron de la falta de normas discriminatorias en Francia.
Esas leyes infames, que rigieron en muchos estados del Sur de Estados Unidos, restringían los derechos de los descendientes de los antiguos esclavos liberados tras la Guerra de Secesión (1861-1865) en materia de transporte, educación y vivienda, entre otros aspectos.
"En la década del 20, noventa por ciento de los negros vivían en el Sur, donde algunos límites no se traspasaban", dijo a IPS Tyler Stovall, profesor de la Universidad de California en Berkeley.
"En París, en cambio, los negros podían administrar clubes de jazz y concurrir a ellos al igual que los blancos, algo impensable en Estados Unidos en esa época", señaló Stovall, autor del libro "Paris Noir: African Americans in the City of Light" ("París Negro: Afroestadounidenses en la Ciudad Luz").
"Como el jazz era un género musical nuevo y popular, los músicos eran muy requeridos, y en especial los negros. Había también una cuestión de oportunismo", añadió.
El gran pianista de jazz Bud Powell vivió en París de 1959 a 1964, donde se refugió de la enfermedad mental que lo aquejó la mayor parte de su vida adulta, agudizado por una golpiza que padeció en 1945 a manos de un policía de Filadelfía, y de una serie de tragedias personales.
El saxo tenor Dexter Gordon pasó buena parte de las décadas del 60 y del 70 en París y luego fue nominado al premio Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos por su actuación en la película de Bertrand Tavernier "Autour de Minuit" ("Alrededor de medianoche", 1986), sobre su propia vida.
De la estadía de más de una década del músico Sidney Bechet en París, el novelista estadounidense Edmund White escribió en sus memorias "The Flâneur: A Stroll Through the Paradoxes of Paris" (2000): "Bechet estaba convencido de que el jazz tenía raíces francesas y africanas, pues se originó en la otrora ciudad francesa de Nueva Orleáns", de donde él era oriundo.
Pero no sólo los músicos de jazz representan la inmigración afroestadounidense a Francia.
El novelista Richard Wright se mudó a París en 1946 y cuatro años después adoptó la ciudadanía francesa. Después de su muerte fue trasladado al cementerio Père Lachaise uno de los más conocidos del mundo.
Otro escritor, James Baldwin, se radicó en la capital francesa en 1948 y se sirvió de la distancia crítica con Estados Unidos para escribir sus novelas más conocidas.
La suerte también desempeñó un importante papel en la conformación de la comunidad afroestadounidense de París.
Allá por el año 1969, en pleno "mayo francés", Bobby Few y algunos de los integrantes de su grupo de jazz fueron perseguidos, en medio de un choque entre estudiantes y policías, hasta lo que ellos creyeron un restaurante.
Se trataba, en realidad, era uno de los clubes de jazz más tradicionales de París, Le Chat qui Pêche (El gato que pesca). A partir de ese encuentro fortuito con el dueño del club, la banda de Few tuvo su primer concierto en París.
Pero en la actualidad, con el exceso de géneros musicales que se escuchan en las discotecas y clubes parisinos, los beneficios financieros de los músicos inmigrantes se redujeron bastante.
Cuando el auge del jazz en las décadas del 60 y del 70 había entre 20 y 30 clubes en París, de los cuales ahora solo queda una media docena.
"He visto el cierre de los clubes de jazz", exclamó Few cuando IPS le preguntó por los cambios en el ambiente musical entre 1969 y la actualidad.
Pero continúan en la ciudad músicos y fanáticos incondicionales del jazz, conscientes y agradecidos del papel que un género musical, originado hace más de 100 años en los barrios pobres de Nueva Orleáns, desempeñó en el desarrollo artístico de unas de las urbes de historia y cultura más ricas del mundo.
"Creo que el jazz va a sobrevivir", consideró Caroline Volcovici, dueña de 7 Lézards (7 Lagartijas), uno de los clubes de Marais, un barrio de moda. "Es una bocanada de aire para una ciudad como ésta."