MUJERES-TANZANIA: Embarazo y parto cada vez más peligrosos

«Empecé a caminar cuando comenzaron las contracciones. Parí al costado del camino, cinco kilómetros antes de llegar al hospital», relató la tanzana Verónica Joseph, de 22 años.

Es un milagro que su hijo recién nacido se haya dormido tan rápido en su acogedor capullo de mantas. Las horas siguientes a su nacimiento no fueron fáciles.

"Mi madre me ayudó. Pusimos la placenta en una bolsa de plástico y llegamos al hospital. Estoy bien", insistió Joseph en swahili, la lengua nacional de Tanzania.

De apariencia serena, Joseph se sentó en el borde de la cama que comparte con otras dos mujeres y sus hijos en la sala hacinada de la maternidad del hospital regional de Dodoma, la capital de Tanzania.

Una fina cortina separa a docenas de parturientas que descansan después del parto de otras aún en trabajo de parto que se quejan del otro lado.

Joseph tenía intenciones de parir con la ayuda de parteras capacitadas para manejar emergencias. "Es más seguro aquí que en casa", afirmó.

Pero el asunto no es tan claro para muchas otras embarazadas de esta nación de África oriental.

Tanzania es el quinto lugar más peligroso para parir en la región de África subsahariana, detrás de Sierra Leona, Níger, Malawi y Angola, según indicadores de desarrollo del Banco Mundial.

Por cada 100.000 nacidos vivos en 2000, morían en Tanzania unas 1.500 mujeres en el embarazo, el trabajo de parto o poco después de parir, según cifras de ese organismo multilateral de crédito.

Ese mismo año murieron 21.000 mujeres por problemas ocasionados por el embarazo.

La situación había empeorado respecto de una década atrás cuando la mortalidad materna era de 770 mujeres cada 100.000 nacidos vivos y unas 8.700 fallecían por complicaciones del embarazo.

Pero una encuesta del gobierno realizada en 2005, surgida de una campaña realizada puerta a puerta, señaló que la mortalidad materna era de 578 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, por encima de las 529 de 1996.

La diferencia registrada entre ambas fuentes se atribuye a los diversos métodos utilizados para recoger y medir los datos.

De cualquier forma, las cifras muestran una inaceptable prevalencia de la mortalidad materna, y cada vez preocupa más que este país se aleje de cumplir una de las metas de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, que se propone reducir en tres cuartos las muertes de madres antes de 2015 y respecto de 1990.

Otras metas incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, así como lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y reducir la mortalidad infantil en dos tercios.

Entre los factores responsables de la situación de Tanzania se mencionan la falta de recursos de los hospitales, la escasez de clínicas en zonas alejadas, el deficiente sistema de transporte y la pobreza.

En muchos casos, las mujeres rurales buscan ayuda de curanderos tradicionales para traer a los niños de forma "natural" al mundo, mediante hierbas y métodos antiguos.

Médicos y enfermeras asistieron a menos de la mitad de los partos de Tanzania entre 2000 y 2004, es decir alrededor de 46 por ciento, según estadísticas del Banco Mundial.

"No hay educación suficiente sobre qué es un parto seguro", dijo a IPS Elizabeth Massawe, enfermera del hospital de Dodoma. "Las mujeres creen que si vienen acá las van a operar y se asustan. Prefieren parir en forma natural en sus casas", explicó.

Activistas consideran que una forma de reducir la cantidad mujeres embarazadas que mueren es elevar el gasto en salud.

Un importante recorte del personal médico calificado comprometió seriamente la atención hospitalaria y dejó un promedio de un especialista por cada 20.000 pacientes, según datos del gobierno.

"Necesitamos más presupuesto. Hay muy poco personal médico y muy pocas clínicas en zonas rurales", señaló Rose Mlay, coordinadora de la Alianza Cinta Blanca, que representa a unas 50 organizaciones no gubernamentales dedicadas a la salud femenina.

"Las mujeres pueden vivir a cientos de kilómetros de un hospital y es muy caro manejar o tomarse un taxi", explicó.

Mlay señaló que las parteras comunitarias debían recibir capacitación para aprender a identificar signos de alarma de un embarazo complicado y dificultades en el parto.

Otro elemento que complica la situación es la desigualdad de género. En Tanzania, los hombres toman las decisiones, incluso en cuestiones específicas relativas a la salud de las mujeres, señaló Ananilea Nkya, de la Asociación de Mujeres de los Medios, con sede en Dar es Salaam.

"Las mujeres tienen un estatus muy bajo en este país. Se supone que no pueden tomar decisiones cuando el marido no está en casa", añadió Nkya.

El presidente del país, Jakaya Kikwete, declaró que era una prioridad del país abordar la alta mortalidad materna, junto a la lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y la reducción del desempleo, que afecta a más de una de cada 10 personas.

El ministro de Salud y Bienestar Social, David Mwakyusa, anunció en junio que el gobierno pretende reducir a la mitad la mortalidad materna para 2010, llegando a 265 muertes cada 100.000 nacidos vivos y respecto de las 529 muertes registradas en 1996.

Con el fin de alcanzar ese objetivo, se prometió una atención médica más eficiente, mejor equipamiento en los hospitales y coordinación entre las clínicas y las ambulancias.

"Tenemos esperanzas porque parece haber cierto compromiso político. Las mujeres no deben morir" por causas evitables, concluyó Mlay.

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