La Residencia Westside para Veteranos de Guerra ocupa un edificio de ocho pisos en Los Angeles, Estados Unidos, a corta distancia del aeropuerto de la ciudad.
Es el centro de vivienda y de trabajo más grande para veteranos de guerra sin hogar en este país. Cada año alberga a unos 700.
Michael Hall es uno de ellos. Este sargento del ejército de 31 años se enroló poco después de terminar su educación secundaria. Actuó en la reparación de equipamiento mecánico pesado y armas en Bosnia-Herzegovina, Cuba, Kuwait y Afganistán.
En 2003 sufrió graves lesiones en Iraq.
"Me hirió una granada con propulsión a cohete. Me di un golpe contra una pared", dijo Hall a IPS. "Ahora sufro compresión en la médula espinal. Medía 1,93 metros. Hoy, mido 1,89."
La gubernamental Administración de Veteranos del gobierno estadounidense considera a Hall 100 por ciento discapacitado.
Tiene tantas dificultades para caminar que arrastra los pies en cada paso. También sufre problemas mentales —desórdenes bipolar y de estrés postraumático— que no padecía antes de ir a Iraq.
Hall dijo que sus problemas comenzaron cuando regresó a Estados Unidos y comenzó a usar metanfetaminas para aplacar el dolor.
"Sé de muchos que murieron en Iraq. El dolor de perder a los amigos en el campo de batalla, el dolor de no estar con mis hijos, de no saber cómo vivir en esta sociedad civil después de tantos años de vida militar… metí todas esas preocupaciones en mi interior más profundo, porque me consideraba un chico duro", recordó.
"Pero cuando se disipaban los efectos de la metanfetamina, me sentía igual. No importaba lo que hiciera o cuánto hubiera fumado… Los resultados eran los mismos. Estaba enfermo por todo", dijo.
Hall tiene cuatro hijos, de seis, cuatro, dos y un año. Pero su comportamiento desde que le dieron la baja en 2003 lo mantuvo alejado de ellos. Además de consumir drogas, las vendía.
Estuvo preso en una cárcel federal del estado de Oklahoma por invasión de morada y otros delitos graves, y tuvo otros numerosos ingresos a los celdarios de la policía. En tres años llegó al fondo: ya era uno de los 27.000 veteranos sin hogar en las calles de Los Angeles.
Dwight Radcliff dirige U.S. Vets, una sociedad entre fondos públicos y privados creada en 1993 para ayudar a los veteranos sin techo. La organización se ha dedicado en los últimos tiempos a asistir a infinidad de soldados fuera de servicio relativamente jóvenes en disputas por la patria potestad de sus hijos.
"Es un signo de estos tiempos", dijo Radcliff a IPS. "Todo es más libre ahora que en los años 70, incluso. Por eso, no es sorprendente que un veterano de 23 años y con hijos no logre la custodia de los niños y que necesite apoyo para navegar en el sistema."
Radcliff agregó que la presencia de los niños cerca de los padres puede motivarlos a dejar las calles y las drogas. U.S. Vets ayudó al sargento Michael Hall a obtener la custodia de sus hijos luego de dejar la metanfetamina. Los niños viven hoy con los padres de Hall hasta que éste consiga una vivienda permanente.
"Estos muchachos parecen ir derecho del frente a las calles", agregó Rachel Feldstein, directora asociada de New Directions, un centro residencial de atención a soldados sin hogar en el complejo de la gubernamental Administración de Veteranos en el oeste de Los Angeles.
Los veteranos de Iraq se convierten en personas sin techo con mucha más rapidez que los de Vietnam, según Feldstein.
Alrededor de la mitad de los 400.000 veteranos sin hogar sirvieron en la guerra de Vietnam, pero la mayoría cayó en esa condición entre nueve y 12 años después de la baja. En cambio, los de Iraq, una guerra iniciada hace cuatro años, pululan en las calles de Los Ángeles, y caen en conductas criminales y en adicciones.
No hay estadísticas firmes sobre los veteranos de Afganistán e Iraq sin techo. En junio de 2005, la Coalición Nacional para los Veteranos Sin Hogar informó que ya entonces eran más de 400.
La organización Veterans for America, formada para asistir a los veteranos de Vietnam, calculó que 10.000 soldados de las guerras de Afganistán e Iraq viven en las calles.
Dieciséis veteranos de Iraq ingresaron en centros de rehabilitación para drogadictos de New Directions en los últimos cuatro años, la mayoría como consecuencia de penas alternativas a la de prisión tras haber sido condenados por delitos.
"Lo característico de los hombres y mujeres que regresan de Afganistán e Iraq es que son incapaces de integrarse en sus familias", dijo Feldstein. "Vieron cosas horrendas, estuvieron en lugares horrendos y no se pueden relacionar con sus seres queridos. Así se van de sus casas."
Activistas reclaman una mayor inversión federal y programas baratos de vivienda y servicios sociales. Y se quejan por la poca duración de los programas de salud mental disponibles para los veteranos: apenas seis meses.
La Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard calculó que cuando terminen las guerras en Afganistán e Iraq habrán regresado al menos dos millones y medio de soldados, lo que debería obligar al Congreso legislativo a duplicar el presupuesto de la Administración de Veteranos.