Una campaña mediática de la derecha estadounidense según la cual Irán suministra armas a las milicias de Talibán en Afganistán fracasó, tras ser desacreditada por altos funcionarios del gobierno de George W. Bush y de la OTAN.
Entre las personalidades que rechazaron esta operación figuran el secretario (ministro) de Defensa Robert Gates y el comandante de las fuerzas de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán, general Dan McNeill.
La acusación de que Irán habría revertido su tradicional aversión por Talibán y apoyaba ahora a ese movimiento islamista, que gobernó Afganistán entre 1996 y 2001, quedó plasmada en una serie de artículos publicados en las últimas semanas, que mencionan como fuente a "altos funcionarios" anónimos.
La campaña se vincula con los esfuerzos de funcionarios alineados con el vicepresidente Dick Cheney para retratar al régimen chiita de Irán como aliado de insurgentes sunitas, incluida la red terrorista Al Qaeda que lidera el saudita Osama bin Laden, para derrotar a Estados Unidos en Iraq y en Afganistán.
Un funcionario estadounidense anónimo pronosticó, en declaraciones publicadas por la revista británica en The Guardian el 22 de mayo, una "ofensiva de verano (boreal) en Iraq, orquestada por Irán, vinculando a Al Qaeda y a insurgentes sunitas con aliados de las milicias chiitas de Teherán".
El informante calificó la supuesta "conexión Irán-Al Qaeda" de "muy siniestra".
Al artículo de The Guardian le siguieron un informes divulgado por las cadenas televisivas estadounidense CNN, el 30 de mayo, y ABC, el 5 de junio, y otro publicado por el diario The Washington Post el 3 de junio.
En ellos, entre otros, un funcionario estadounidense no identificado y un "alto funcionario de la coalición" que invadió Afganistán aseguraron que Irán sigue una política deliberada de apoyo a la campaña de Talibán contra las fuerzas de Estados Unidos, Gran Bretaña y la OTAN.
En la versión más dramática de estas versiones, ABC informó que "funcionarios de la OTAN" dijeron haber "atrapado a Irán con las manos en la masa, embarcando armas pesadas, explosivos C4 y bombas carreteras avanzadas para que Talibán use contra fuerzas de la OTAN".
Pero, lejos de demostrar que Irán fue atrapado "con las manos en la masa", ese informe mencionaba un análisis que citaba solamente la intercepción en Afganistán de cuatro vehículos procedentes de Irán con armas y municiones de ese origen.
La versión divulgada por ABC no aludía a ninguna evidencia concreta de involucramiento del gobierno iraní en ese tráfico.
Tanto Gates como McNeill negaron la semana pasada que existiera evidencia que vinculara a Irán con esas armas.
En una conferencia de prensa, Gates dijo el 4 de junio no tener "ninguna información sobre si el gobierno de Irán apoya esto, está detrás de esto ( ) o qué es exactamente lo que está detrás de esto".
El secretario de Defensa señaló que "algunas" de las armas en cuestión podrían estar yendo a manos de narcotraficantes afganos.
McNeill, el comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, insinuó que el tráfico de armas desde Irán corresponde a intereses privados.
"Cuando se dice que las armas son proporcionadas por Irán, eso sugiere que hay alguna entidad más formal involucrada. Ése no es mi punto de vista en absoluto", dijo McNeill al periodista Jim Loney, de la agencia Reuters, el 5 de junio.
Gates y McNeill obviamente están al tanto del vínculo entre el ingreso a Afganistán de armas procedentes de Irán y el flujo de heroína en la dirección inversa. Los señores de la droga de Afganistán, que manejan grandes sumas de dinero, pueden penetrar fácilmente la extensa frontera.
Los narcotraficantes estuvieron, sin dudas, involucrados en la compra de armas a Irán, tanto para ellos como para Talibán, que hoy protege las rutas de la droga. El contrabando es relativamente fácil a causa del dinero disponible para pagar sobornos a los guardias de frontera.
Otro factor que ayuda a explicar el flujo de armas de Irán a Afganistán es que ahora, por primera vez, Talibán controla áreas en la frontera iraní. Así lo hizo notar, entrevistado por la televisión de su país el 19 de abril, el ex embajador pakistaní en Afganistán, Rustam Shah Momand.
Momand dijo que el dinero con que hoy cuenta el movimiento islamista, procedente del tráfico de heroína a Irán, sirve para comprar pequeñas cantidades de armas en ese país y trasladarlas por la ruta inversa.
Pero el gobierno iraní no está involucrado en el comercio de armas, insistió el diplomático.
De todos modos, a pesar de estas contradictorias versiones, diversas figuras del gobierno de Bush advirtieron en enero y febrero que Irán estuvo enviando a milicias chiitas en Iraq aparatos explosivos improvisados capaces de atravesar blindajes.
Esas acusaciones, que nunca fueron respaldadas con evidencia específica, correspondieron al propio Bush, el Departamento de Estado (cancillería) y el comando militar de Estados Unidos en Bagdad.
El hecho de que los acusadores sobre el tráfico entre Irán y Afganistán no estén dispuestos a identificarse con nombre y apellido y los desmentidos de Gates y McNeill sugieren que Cheney y sus aliados procuran esquivar la línea oficial del gobierno, sugiriendo que está en marcha una ofensiva iraní contra fuerzas estadounidenses en toda la región.
Un asesor de Cheney aseguró ante expertos de derecha que su jefe teme que Bush no tome la "decisión correcta" sobre Irán, informó el 24 de mayo el experto Steve Clemons, en su blog The Washington Note.
Durante mucho tiempo, Irán consideró a Talibán su principal enemigo. El régimen islamista iraní fue el primer actor externo que apoyó a las fuerzas afganas opuestas a Talibán.
Esa animadversión no se debe sólo a la división entre sunitas y chiitas, sino también al patrocinio que Pakistán, hoy aliado clave de Estados Unidos en la "guerra contra el terrorismo", brindó a Talibán durante su régimen. Eso volvía al movimiento islamista afgano en un enemigo irreconciliable para Irán.
La línea que siguen los seguidores de Cheney en el gobierno estadounidense parece basarse sobre una lectura altamente imaginativa de algunos recientes informes de inteligencia.
Una fuente con acceso a esos documentos, que insiste en mantenerse en el anonimato porque no está autorizado a hacer comentarios al respecto, dijo a IPS que la inteligencia iraní mantuvo contactos con altos comandantes de la Shura, órgano de dirección de Talibán oculto en la meridional ciudad afgana de Kandahar.
Sin embargo, este informante aclaró que esos informes de inteligencia no proporcionan ninguna evidencia concreta de una intención iraní de dar armas a Talibán.
Los argumentos de Cheney y sus seguidores corren paralelos a los que pronunciaron en favor de la invasión a Iraq en 2002: cualquier contacto entre un funcionario del gobierno iraquí de cualquier nivel y cualquier miembro de Al Qaeda era prueba suficiente del apoyo del régimen de Saddam Hussein a la red terrorista.
Seth Jones, experto en temas de Afganistán de la Corporación Rand que visitó ese país a comienzos de este año, dijo que algunos elementos del gobierno iraní podrían estar involucrados en el tráfico de armas.
Pero acotó que se trata de un "apoyo a muy pequeña escala" y que Irán no quiere fortalecer al Talibán.
Los comandantes de la OTAN saben desde hace mucho tiempo que Talibán depende de Pakistán para aprovisionarse de armas y municiones.
Un informe de la OTAN, del que dio cuenta el domingo 10 el diario británico The Telegraph, indica que Talibán disparó unas 400.000 balas, 2.000 granadas impulsadas por misiles y 1.000 morteros en una batalla reciente, y que había almacenado alrededor de un millón de municiones.
Según ese mismo informe, toda esa artillería había llegado a territorio afgano desde la ciudad pakistaní de Quetta, durante la primavera boreal.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.