La Tierra se oscurece. Desde el océano Ártico hasta la tundra rusa, pasando por los montes Himalaya, el hielo y la nieve están en rápido y permanente retroceso por el recalentamiento planetario, advierte un informe publicado este martes por la ONU.
Glaciares, casquetes polares y el hielo de mares y ríos se derriten.
Las zonas heladas del Hemisferio Norte se redujeron 1,3 por ciento en cada uno de los pasados cuatro decenios y se espera que el ritmo se acelere drásticamente en los próximos años.
"El negro reemplaza al blanco en toda la Tierra", dijo Gunnar Sander, del Instituto Polar Noruego, de Tromso.
El blanco de la nieve y el hielo refleja la luz del Sol, mientras el negro, del suelo descubierto y las grandes extensiones de agua, absorbe el calor del astro y acelera el ritmo del recalentamiento planetario.
"Esa situación afecta el equilibrio calórico del planeta", dijo Sander a IPS.
Cientos de millones de personas, tal vez miles de millones, se verán afectadas por la elevación del nivel del mar, la escasez de agua potable y de riego y los crecientes riesgos causados por el hundimiento de las tierras heladas, según un informe del Pnuma (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente).
El estudio, titulado "Perspectiva mundial sobre el hielo y la nieve", se publicó este martes en la localidad ártica noruega de Tromso, en ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente.
Este año, el Día Mundial del Medio Ambiente está dedicado a la consigna "Deshielo ¿un tema candente?".
Expertos calculan que 40 por ciento de la población mundial se verá afectada por la pérdida de nieve y de glaciares en las zonas elevadas de Asia, según el documento de 260 páginas.
El informe actualiza datos utilizados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y está redactado de forma mucho más accesible y comprensible para no especialistas, indicó Sander.
Ese grupo, que funciona en la órbita de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estudia las causas y el impacto del recalentamiento planetario originado, según la mayoría de los científicos, por la emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, así como mecanismos para mitigarlo.
Dos elementos del informe saltan a la vista.
El primero es que hay una enorme cantidad de hielo y nieve en el planeta. Quince por ciento de la superficie terrestre de las áreas elevadas del Hemisferio Norte está cubierta de agua en estado sólido.
El permafrost, o tierras permanentemente congeladas, existen en ambos polos, y zonas alpinas y cubren alrededor de 20 por ciento de las tierras del planeta.
Los científicos denominan criosfera a esa región helada, y aseguran que desempeña un papel fundamental protegiendo al planeta del recalentamiento.
Ése es el segundo elemento: el papel esencial que desempeña el hielo y la nieve en el clima. Determinar qué sucederá cuando el recalentamiento del planeta deshiele la criosfera mantiene a los científicos desvelados.
Ese es el caso de Groenlandia. Los expertos en glaciares han pasado varios años estudiando esta gran isla helada. Muchos de ellos calculan que el nivel del mar se elevaría siete metros si llega a derretirse por completo.
Numerosas investigaciones advirtieron en los últimos cinco años que Groenlandia se deshiela más rápido de lo previsto.
Los científicos se dieron cuenta de que el deshielo produce más deshielo, porque el agua derretida circula bajo los glaciares y los lubrica acelerando su recorrido al mar.
Nadie, ni los cientos de expertos del IPCC, saben cuán rápido ambas fuerzas, de gravedad y lubricación, pueden llegar a actuar.
"No sabemos cómo incluir esto en nuestros modelos. Hay un gran peligro allí", añadió Sander.
La elevación en un metro del nivel del mar dejaría 145 millones de personas vulnerables a las inundaciones, en especial en Asia y las pequeñas naciones insulares. Los costos económicos de tal eventualidad superarían los 950.000 millones de dólares, según el informe.
El IPCC pronosticó que dicha elevación del nivel del mar se producirá en unos 100 años.
Pero Sander, como muchos otros expertos, esgrimen datos recabados el año pasado para prever que eso sucederá antes. Estimaciones más afinadas al respecto dependerán de la prioridad que la comunidad internacional asigne a las investigaciones, indicó.
"No podemos pronosticar lo que sucederá en los próximos 10 años, y menos en los próximos 50", sostuvo Pal Prestud, del Centro de Investigación Internacional sobre Clima y Ambiente, de Oslo.
"Lo único que podemos decir es que la posibilidad de que el derretimiento de los hielos eleve el nivel del mar en forma dramática es enorme y muy por encima de los pronósticos del IPCC", agregó.
"Hay indicios de que se están rompiendo, y no sólo derritiéndose despacio. Por ahora no entendemos del todo el proceso detrás del fenómeno", dijo.
Mientras, las temperaturas en el océano Ártico se elevaron más rápido que en cualquier otro lugar, con un declive claro y visible del hielo marítimo de 8,9 por ciento por década.
La previsión del primer verano con un océano Ártico sin hielo cayó de 2100 a 2050 en los últimos años. Luego pasó a 2040 y la última previsión sostiene que será en 2027.
"Los últimos datos nos preocupan mucho y no sólo por las consecuencias que tienen sobre el nivel del mar", señaló Achim Steiner, director ejecutivo del Pnuma.
"Los seres humanos se verán afectados. Debemos comprender cómo van a cambiar sus vidas y su sustento y, en algunos casos, cómo éste va a desaparecer", señala Steiner en su declaración.
El informe del Pnuma también detalla los variados impactos ecológicos.
En todo el mundo, la rotura primaveral del hielo de ríos y lagos comienza cada vez más temprano. Cuando se derriten pedazos de agua congelada en la montaña pueden llegar a provocar avalanchas e inundaciones a una velocidad cercana a la de un moderno misil antitanque, advierte el documento.
El hielo que se forma en ríos y lagos también es un factor clave para la reproducción de muchas especies animales y sus cambios tienen consecuencias en los ecosistemas, aunque todavía no se entienden bien.
"La disminución catastrófica" del caribú Peary, que vive en islas del Ártico norteamericanas, obedece a las lluvias invernales sin precedentes que congelan la tierra. Ahora el caribú se considera en peligro de extinción, señala el informe.
Mientras, los científicos señalan las consecuencias actuales y futuras del cambio climático, faltan iniciativas políticas, sostuvo Steiner. (FIN/IPS/traen-vf-mj/sl/ks/wd en da kp/07)