El cambio climático está acelerando la extinción en cascada de especies, temen algunos expertos, que urgen a adoptar medidas.
Insectos, aves y otros animales, e incluso algunos vegetales van cambiando de territorios intentando escapar de nuevas condiciones climáticas locales, cada vez más inhóspitas.
Para algunas especies, como los osos polares o las que habitan zonas alpinas, no hay adónde ir. Y muchas otras, como las plantas, carecen de movilidad para hacer frente al cambiante clima.
"Ya estamos viendo especies que se trasladan, pero no lo hacen lo suficientemente rápido como para evitar su potencial extinción", dijo Jeremy Kerr, ecologista de la Universidad de Ottawa.
"Los pronósticos, realmente terribles, de una extinción rápida y masiva parecen ser verdaderos, según las primeras evidencias", dijo Kerr a IPS.
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Una de esas predicciones surgió el año pasado con la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, un esfuerzo internacional de investigación que insumió cuatro años. Éste advirtió que hasta 30 por ciento de todas las especies sobre la Tierra podrían desaparecer para el año 2050 debido a actividades humanas insustentables.
Para 2100, el planeta será completamente diferente si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando al ritmo actual. Casi 40 por ciento de la superficie continental puede experimentar climas nuevos, sobre todo en los trópicos y en latitudes cercanas, mientras las temperaturas más elevadas se esparcirán hacia los polos, señaló un nuevo estudio aparecido este mes en la publicación estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences.
"Vamos a ver climas que están completamente fuera del espectro de la experiencia humana moderna", afirmó Stephen Jackson, de la estadounidense Universidad de Wyoming, en una declaración escrita.
Los científicos calculan que hay entre tres y 30 millones de especies de plantas, animales, hongos y bacterias, entre otros, pero hasta ahora solamente fueron identificados 1,4 millones.
La importancia de las especies no es bien comprendida por el público en general, ni por empresarios o políticos. Pero es precisamente la diversidad biológica —la suma de todas las especies vivientes— la que nos proporciona aire para respirar, agua para beber y alimentos para comer.
Los escolares aprenden que los árboles y las plantas producen oxígeno y absorben agua limpia y dióxido de carbono, el principal gas invernadero. Sin embargo, lo que no se comprende bien, incluso por parte de los científicos, es cómo los insectos, bacterias, pájaros y otros animales interactúan con árboles y plantas para producir esos servicios ecológicos de los que tanto dependemos.
La pérdida de unas pocas especies en un bosque o en los océanos podría no resultar en ningún cambio inmediato obvio, pero los científicos están comenzando a conectar los puntos.
Un ejemplo de una cascada de impactos fue documentado hace por científicos oceanógrafos canadienses y estadounidenses, cuando descubrieron que una drástica reducción de las poblaciones de tiburones a lo largo de la costa este de Estados Unidos tuvo como resultado un auge de las rayas, que a su vez diezmaron a los mariscos, de los cuales se alimentan.
Esa pérdida de mariscos redujo la calidad del agua y las capas de vegetación marina.
La cascada no se detiene allí, pero sí el punto hasta dónde pudo rastrearla la ciencia.
Michael Totten, director de la organización Conservación Internacional, ofreció otro ejemplo.
Los bosques de manglares costeros brindan a las comunidades locales 90 por ciento de la protección contra las tormentas, muestran los estudios. Igualmente importante es el hecho de que los manglares son semilleros de muchas especies de peces y juegan un rol clave en el mantenimiento de las pesquerías oceánicas, dijo Totten en una entrevista.
Cuantas más especies hay en un ecosistema, más reticente es éste a cambiar. Así que la combinación de reducidas cantidades de especies y cambios climáticos está colocando al mundo a la vera de un colapso de sus ecosistemas, advirtió.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, brindó un mensaje similar a propósito del Día Internacional para la Diversidad Biológica, que se celebrará el 22 de este mes, señalando que "la biodiversidad se está perdiendo a un ritmo sin precedentes (y) esto está erosionando seriamente la capacidad de nuestro planeta de mantener la vida sobre la Tierra".
"A menos que hagamos algo no quedarán tigres, leones u osos en su hábitat natural para mis nietos", dijo Stuart Pimm, ecologista de la Universidad de Duke, en el oriental estado estadounidense de Carolina del Norte.
"Los impactos serán obvios, incluso para el niño más pequeño, y esto es una posibilidad muy real", dijo Pimm a IPS.
Evitar este sombrío futuro es todo un desafío, pero dista de ser imposible. Poner freno a la deforestación es un paso crítico, dado que ésta representa más de 20 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Aunque la deforestación tropical recibe casi toda la atención, las 567 millones de hectáreas de bosques boreales de Canadá podrían desaparecer en una generación, señaló.
La semana pasada, Pimm, junto con otros 1.500 científicos, urgió a Canadá a proteger por lo menos la mitad de sus bosques, y a administrar la otra mitad de un modo mucho más cuidadoso.
El boreal no es solamente "el bosque intacto y el ecosistema de humedales más grande que queda en la Tierra"; también es la mayor reserva de carbono terrestre en el mundo, aseguraron en una carta abierta.
Pese a su enorme tamaño, 10 por ciento del bosque ya fue afectado por operaciones mineras, petroleras o gasíferas, y otro 20 por ciento fue deforestado a lo largo de su extremo meridional, donde la biodiversidad es más rica, dijeron.
El segundo "paso fácil" para combatir el cambio climático y estimular la biodiversidad es la reforestación de áreas tropicales ya taladas, dijo Pimm.
Siete millones de kilómetros cuadrados de bosques tropicales se desvanecieron en los últimos 50 años. Alrededor de dos millones se usan para cultivos, mientras que los cinco millones de kilómetros cuadrados restantes son tierras de mala calidad, con poco ganado y cabras en ellas, explicó.
Volver a convertir estas tierras improductivas en bosque nativo podría servir para capturar unos 5.000 millones de toneladas de carbono de la atmósfera cada año, durante 10 o 20 años más. La reforestación también es relativamente fácil de llevar a cabo y tiene enormes beneficios para la biodiversidad.
Las emisiones globales anuales de dióxido de carbono ascienden actualmente a 8.000 millones de toneladas.
Estas medidas "podrían llevarnos por un largo camino hacia la neutralización del carbono", esto es hacia actividades capaces de absorber las emisiones inevitables de este gas, dijo Pimm.
"Las cosas están comenzando a cambiar. El mundo finalmente recibió el mensaje sobre el cambio climático, excepto la Casa Blanca", agregó.
Pese a ser responsable de la cuarta parte de todas las emisiones de gases invernadero, Estados Unidos se negó a ratificar el Protocolo de Kyoto (1997), alegando que la implementación de ese tratado —que obliga a los países industriales a reducir sus emisiones— es demasiado costosa.