Casi cuatro millones de iraquíes han debido abandonar sus hogares desde la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, lo que significa el más grande éxodo de personas en Medio Oriente desde la creación del Estado de Israel en 1948.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), António Guterres, inauguró este martes una conferencia de dos días en Ginebra para analizar la crisis humanitaria en Iraq.
"La dimensión del problema humanitario no puede ser pasado por alto. Las necesidades son tan obvias como el imperativo moral a ayudar", afirmó en la apertura.
"Todos nosotros, representantes de gobiernos, organizaciones internacionales y de la sociedad civil, estamos obligados a actuar", añadió.
Guterres indicó que, a pesar de que la guerra en Iraq sea probablemente el asunto que acapara más atención de la prensa en el mundo, "muy poca se la ha dedicado a la tragedia humanitaria".
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La conferencia en Ginebra atrae a 450 participantes de más de 60 naciones, incluyendo representantes de organizaciones no gubernamentales internacionales.
La delegación de Estados Unidos está encabezada por la subsecretaria de Asuntos Globales en el Departamento de Estado (cancillería), Paula J. Dobriansky, e incluye a delegados de las organizaciones humanitarias Episcopal Migration Ministries y Relief International.
"No debemos esperar que esta conferencia sea una medicina milagrosa, una respuesta mágica a la difícil crisis humanitaria que afrontan muchos iraquíes", subrayó el director de la oficina de Acnur para Medio Oriente y África del Norte, Radhouane Nouicer.
"Pero sin duda pretendemos y esperamos que esta conferencia contribuya a aumentar la conciencia en el mundo sobre la crisis humanitaria de Iraq", añadió. Cuatro años después de derrocado el régimen de Saddam Hussein (1979-2003), casi 1,9 millones de iraquíes permanecen desplazados dentro de su país y más de dos millones han huido a otras naciones.
De los países vecinos, Siria y Jordania llevan la mayor parte de de la carga, con 1,2 millones y 750.000 refugiados respectivamente. Se estima que hay 100.000 en Egipto, 54.000 en Irán, 40.000 en Líbano y 10.000 en Turquía, según informes de Acnur.
La población de Iraq es de unos 26 millones de habitantes.
Muchos iraquíes habían huido antes de la caída del gobierno de Hussein en 2003, pero más de 300.000 regresaron en los dos años siguientes.
La tendencia se revirtió sobre todo luego del atentado con bomba de la mezquita chiita de Al Askari en la septentrional ciudad de Samarra hace 14 meses, que intensificó la violencia sectaria en el país. Desde entonces huyeron unos 800.000 iraquíes.
El desplazamiento continúa a un ritmo de 50.000 personas al mes, según Acnur.
Otro informe de la Organización Internacional para las Migraciones, con sede en Ginebra, indica que más de 1.000 iraquíes al día son desplazados por la violencia sectaria.
Unos 160.000 iraquíes huyeron al Kurdistán, en el norte, donde hay poca ayuda disponible debido a que la ONU y los gobiernos de Estados Unidos e Iraq no han "reconocido el grado de la crisis", según información de la organización Refugees International publicada en el diario The New York Times.
A su vez, cálculos de esta organización se basan en estimaciones de la Sociedad de la Media Luna Roja de Iraq.
Todo esto pone en duda el autoproclamado éxito de las fuerzas de ocupación, así como del último plan de seguridad en Bagdad, en proteger a los habitantes de la violencia sectaria.
Las milicias chiitas aún expulsan a sunitas de algunos barrios de la capital, sin que lo impidan las fuerzas de seguridad iraquíes, según el diario The Miami Herald.
Incluso, muchos siguen siendo acosados tiempo después de haber abandonado su hogar.
Las familias chiitas también sufren acoso y amenazas similares de insurgentes sunitas.
Mientras, la administración de George W. Bush se niega a reconocer la gravedad de la guerra civil y la falta de preparación para la inestabilidad causada por el masivo flujo de refugiados.
En el largo plazo, la única solución duradera para los casi cuatro millones de refugiados sería la repatriación, pero esto no parece factible dada la deteriorada situación de seguridad.
Existen planes para reubicar a los refugiados en un tercer país, pero el gobierno Bush es objeto de crecientes críticas internas por no ponerlos en práctica con más celeridad.
"No conozco a nadie dentro de la administración que vea a esto como una prioridad", dijo al diario The New York Times la presidenta del Comité de Estados Unidos para los Refugiados y los Inmigrantes, Lavinia Limon.
El Grupo de Estudio sobre Iraq, panel creado por el Congreso legislativo y copresidido por el ex secretario de Estado James Baker, concluyó el año pasado que, si la crisis de refugiados en Iraq no era tratada cuanto antes, toda la región podría desestabilizarse.
El gobierno de Bush anunció en febrero que permitiría el regreso de 7.000 refugiados iraquíes este año, como parte de un programa de reubicación.
Washington también contribuyó con 18 millones de dólares para un programa internacional de reubicación y ayuda a los refugiados. La ONU pidió en total 60 millones de dólares a la comunidad internacional.
Estados Unidos gasta unos 8.000 millones al mes en operaciones militares en Iraq. En contraste, el Departamento de Estado invirtió 35 millones de dólares en ayudar a los refugiados iraquíes en 2006, y se espera que gaste otros 20 millones el actual año fiscal.