Aprovechar el potencial de los ancianos con el fin de fortalecer las familias, las comunidades y las naciones es la consigna que moviliza la sesión anual de la Comisión de Población y Desarrollo de la ONU, que concluirá este viernes.
La población de mayores de 60 años pasará de 705 millones en 2007 a casi 2.000 millones en 2050. En ese año, según el pronóstico de demógrafos, la cantidad de ancianos superará la de niños por primera vez en la historia.
"Que la gente en todo el mundo viva más años debería ser visto como una oportunidad, tanto individual como social ", dijo a la Comisión, en nombre de la Unión Europea, la representante alemana Victoria Zimmermann Von Siefart.
El representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Somnath Chatterji, celebró que el envejecimiento haya pasado al centro de la escena en el debate mundial sobre el desarrollo.
"Los líderes globales son conscientes ahora de algunos de los desafíos reales planteados por el envejecimiento de la población", afirmó Chatterji.
Entre ellos figuran el costo elevado de los servicios sociales, la atención de la salud y las pensiones y la posible escasez de mano de obra.
Mientras los países ricos tendrán que hacer frente a la carga de enfermedades crónicas y la feminización del envejecimiento, el mundo en desarrollo deberá lidiar con la carga de enfermedades y con la mortalidad materna e infantil.
"Los países en desarrollo afrontarán un desafío único cuando sus poblaciones comiencen a envejecer: se volverán más ancianas antes de volverse más ricas", dijo Chatterji.
"Necesitamos dar incentivos para que las personas mayores continúen consumiendo y contribuyendo, ya sea en lugares de trabajo informales como formales", agregó.
"En el mundo en desarrollo hay una proporción mucho mayor de ancianos empleados, tanto como cuentapropistas como en el sector formal, pues lo necesitan. Necesitan ganarse la vida y siguen siendo parte de la fuerza laboral", explicó.
"Si se introduce una edad de retiro forzado o alguna otra estructura que incentive abandonar la fuerza de trabajo, eso creará problemas, como ocurrió en el mundo industrializado", continuó Chatterji.
Actualmente, en el mundo en desarrollo hay estructuras informales que permiten a las personas mayores hacer su aporte, como cuidar niños en casa o apoyar a los vecinos.
"Existe el riesgo de que estas estructuras sean desmanteladas", dijo Chatterji. El mundo en desarrollo no debería emular al mundo industrializado en este aspecto, enfatizó.
En muchas instancias en el mundo industrializado, la situación financiera de los retirados es realmente mejor que cuando estaban activos en la fuerza laboral: tienen más dinero y sus gastos son menores.
"Los jubilados realmente podrían contribuir con la sociedad por otros 30 o 40 años, pero son subsidiados por el gobierno, así que se preguntan por qué deberían trabajar", agregó Chatterji.
Consultado sobre los mecanismos para mantener a los mayores en la fuerza laboral, Chatterji respondió: "La gente ve el retiro como la libertad o un estado de satisfacción en el cual sienten que ya 'hicieron lo suyo'. Pero un gran incentivo que se les pueda brindar para que continúen trabajando, además del económico, es la satisfacción."
"Tenemos que hallar maneras creativas de incentivar esta satisfacción y bienestar", opinó Chatterji, o los problemas sanitarios de "obesidad y enfermedad" que acompañan la inactividad del retiro continuarán aumentando.
"El retiro paulatino es usado por ciertas compañías en Estados Unidos para habilitar a las personas mayores a hacer su aporte durante más tiempo", dijo a IPS Graham Schmidt, vicepresidente de la firma EFI Actuaries, con sede en Nueva York.
"Estos programas capacitan a las personas que pasan la edad tradicional de retiro para mantener sus trabajos pero trabajar menos horas", dijo Schmidt, enfatizando que el retiro paulatino hace posible que las compañías continúen aprovechando la pericia de los profesionales de más edad.
Otra estrategia destacada por Schmidt, pero como incentivo negativo, fue el recorte de los beneficios médicos luego del retiro para incentivar la permanencia en el puesto de trabajo.
La mayor esperanza de vida no fue acompañada por vidas laborales más extensas. Schmidt sugirió como solución "elevar la edad de retiro de los nuevos contratados".
En realidad, las edades promedio para retirarse bajaron, dijo a la Comisión Djankou Ndjonkou, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Esto supone una amenaza para la viabilidad financiera del presupuesto de los estados y, como consecuencia, un riesgo de que personas mayores sufran la exclusión social, señaló Ndjonkou.
"Muchos adultos mayores a los que les gustaría trabajar más tiempo fueron discriminados y obligados a abandonar prematuramente el mercado laborar o pasar a trabajos de baja calidad", enfatizó.
El desafío de los países de altos ingresos es asegurar la sustentabilidad de los sistemas de protección social, y el de los países pobres es extender la cobertura de seguridad social a los grupos más vulnerables de la población, según la OIT.
"La promoción del trabajo decente es la mejor manera de asegurar la protección social para todos y dar a los ancianos la posibilidad de permanecer activos durante más tiempo", dijo Ndjonkou.
En los países en desarrollo, la pobreza entre los ancianos es una preocupación creciente. Pocos pueden afrontar el retiro.
Las estrategias para abordar el cambio demográfico pasan por fortalecer el rol de la seguridad social como factor de promoción del empleo, estimulando el cambio estructural y el crecimiento económico, afirmó Ndjonkou.
"Vivimos en el mejor y en el peor de los momentos", dijo Hania Zlotnik, directora de la División Población de la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Nunca antes tantas personas habían disfrutado de vidas tan largas y saludables.
Llamando a la comunidad internacional a trabajar unida por un mundo para todas las edades, Thoraya Obaid, directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), dijo que planificadores y políticos tienen mucho que ganar en materia de estructuras etarias y dinámica de la población.
Los países tienen que responder a la cambiante estructura etaria con políticas y programas que satisfagan las necesidades de todos los grupos en la sociedad, sin desconocer el derecho humano a decidir el tamaño y los tiempos de las familias, agregó.
En este aspecto, según Zlotnik, "se espera que la Comisión solicite un mayor financiamiento internacional para los programas de planificación familiar en todo el mundo".