Los legisladores de Estados Unidos que investigan la veracidad de los argumentos del presidente George W. Bush para invadir Iraq deberían analizar una de sus afirmaciones más resonantes: la del vínculo entre Saddam Hussein y Osama bin Laden.
Los críticos de Bush desacreditaron tal aseveración, a la que calificaron de invención. Estaban equivocados. El vínculo existía, pero no era el que el presidente le vendió al público.
El punto de contacto entre el hoy ejecutado dictador de Iraq y el hoy prófugo líder terrorista era el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), cuyas vinculaciones atravesaban toda Arabia Saudita y llegaban hasta el propio presidente Bush y su padre, el ex mandatario George Bush (1989-1993).
El BCCI era un banco off-shore usado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense durante el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) para enviar armas a Saddam Hussein, financiar la guerrilla de Bin Laden en Afganistán y transferir dinero a la operación ilegal Irán-Contras, entre otras tareas encubiertas.
Los Bush también obtuvieron beneficios privados por sus contactos con el BCCI: uno de los principales socios sauditas del banco aceitó en los años 80 las problemáticas inversiones petroleras del actual presidente.
El BCCI fue fundado en 1972 por el banquero pakistaní Agha Hasan Abedi, con el apoyo del jeque Zayed bin Sultan al Nahyan, soberano de Abu Dhabi y presidente de Emiratos Árabes Unidos.
El lavado de dinero fue clave en su estrategia corporativa. Se convirtió así en el banco de los traficantes de drogas y armas, de los funcionarios gubernamentales corruptos, de los protagonistas de grandes fraudes financieros, de los dictadores y de los terroristas.
La CIA usó las sucursales del BCCI en Pakistán para canalizar parte de los 2.000 millones de dólares que Washington envió a los mujaidines (combatientes islámicos) de Bin Laden que luchaban contra los invasores de la Unión Soviética en Afganistán.
También entregó a militares y funcionarios pakistaníes su comisión por la entrega del dinero que Estados Unidos transfería a los mujaidines, y realizaba movimientos financieros requeridos por los servicios de inteligencia sauditas.
Las operaciones del BCCI dieron a Bin Laden una lección sobre actividades financieras encubiertas que pondría en práctica cuando organizó la jihad (guerra santa) contra Estados Unidos. En el futuro, canalizaría el dinero a través del Banco Al-Taqwa, que operaba en Nassau y contaba con dos hermanos del líder terrorista como accionistas.
El BCCI ayudó a Saddam Hussein a enviar millones de dólares a la sucursal en Atlanta de la estatal Banca Nazionale del Lavoro (BNL), de Italia. Fue así que entre 1985 y 1989 Iraq pudo obtener 4.000 millones de dólares en préstamos secretos para la compra de armas.
En 1992, la CIA ya sabía desde hacía mucho tiempo que la BNL prestaba dinero a Iraq, según un memorando confidencial de la agencia citado entonces por el legislador estadounidense Henry Gonzalez en un audiencia del Congreso para considerar la situación de la institución financiera italiana.
Sobornos de 15 por ciento a esos préstamos fueron transferidos por la BNL a cuentas de funcionarios iraquíes a través de oficinas del BCCI en Islas Caimán, Luxemburgo y Suiza.
La BNL era cliente de Kissinger Associates, y el ex secretario de Estado (canciller) estadounidense Henry Kissinger era miembro de la junta asesora internacional del banco, junto con Brent Scowcroft, quien luego sería consejero de Seguridad Nacional del presidente George Bush padre.
Esa conexión deja dudas evidentes sobre la sinceridad de la sorpresa e indignación que manifestó el gobierno de Bush hijo ante los casos de corrupción en torno del programa humanitario Petróleo por Alimentos, implementado por la Organización de las Naciones Unidas para Iraq.
Importantes figuras sauditas tenían gran influencia en el BCCI. Un cuñado del fallecido rey Faisal, jefe de la inteligencia del país árabe entre 1963 y 1979 y enlace de la CIA en el golfo Pérsico o Arábigo, el jeque Kamal Adham, se convirtió luego en uno de los principales accionistas del banco.
Bush padre conocía a Adham desde su designación al frente de la CIA, en 1975.
Otro inversor del BCCI fue el príncipe Turki bin Faisal al-Saud, quien sucedió a Adham como jefe de la inteligencia saudita.
Entre 20 y 30 por ciento de las acciones del BCCI fueron compradas a un costo de casi 1.000 millones de dólares por la familia de Khalid Salem bin Mahfouz, banquero del rey Fahd y otros miembros de la familia real y propietario del Banco Nacional de Comercio, el principal de Arabia Saudita. Bin Mahfouz ingresó así en la junta del BCCI.
El interés de varios gobiernos árabes en el banco era más que financiero, según la CIA.
Un memorando secreto de la agencia lo explicaba así a mediados de los años 80: "Sus principales accionistas integran la elite del poder en Medio Oriente, incluidos los gobernantes de Dubai y de todo Emiratos Árabes Unidos, y varios influyentes sauditas. Ellos están menos interesados en el lucro que en la promoción de la causa musulmana."
Los vínculos privados de los Bush con el banco llegaban a Bin Mahfouz a través del empresario texano James R. Bath, quien representó a capitales sauditas en sus inversiones en Estados Unidos.
En 1976, cuando Bush padre era aún jefe de la CIA, la agencia vendió algunos aviones de Air America, aerolínea de fachada que usaba durante la guerra de Vietnam, a Skyway, compañía propiedad de Bath y Bin Mahfouz.
Luego, en 1979 y 1980, Bath ayudó a financiar la compañía petrolera de Bush hijo, Arbusto Energy Inc.
Arbusto fue absorbida luego por Spectrum 7 Energy y ésta, a su vez, por Harken Energy Corp., que en 1987 pasó por dificultades financieras y obtuvo 25 millones de dólares de la Unión de Bancos Suizos. Como parte del acuerdo, el jeque Abdullah Taha Bakhsh, cuyo principal financista era Bin Mahfouz, obtuvo un lugar en la junta de Harken.
Bush padre asumió la presidencia en 1988, y Harken consiguió nuevos accionistas, entre ellos el medio hermano de Osama bin Laden, Salem bin Laden, y Khalid bin Mahfouz. Por esos tiempos, Osama bin Laden estaba ocupado organizando Al Qaeda.
El robo de entre 9.500 millones y 15.000 millones por parte del BCCI antes de ser clausurado en 1991 es el principal fraude bancario en 20 años. La mayor parte de esos fondos nunca fueron recuperados. La complicidad de la banca offshore internacional permitió ocultar el rastro de ese dinero.
Pero en los años siguientes al colapso del BCCI, Khalid bin Mahfouz aún disfrutaba de una inmensa riqueza. En 1992, fundó la Fundación Muwafaq ("alivio bendito"), con sede en el paraíso fiscal de Islas Anglonormandas, dependencia de la corona británica en el canal de la Mancha.
El Departamento del Tesoro (ministerio de hacienda) estadounidense calificó a la fundación de "fachada de Al Qaeda que recibe financiamiento de ricos empresarios sauditas".
Cuando comenzó a estallar el escándalo del BCCI a fines de los años 80, el gobierno de Bush padre hizo lo que pudo para taparlo. El Departamento de Justicia (fiscalía general) fue virtualmente obligado a acusar a los responsables sólo después de que lo hizo el fiscal de distrito de Nueva York, Robert Morgenthau.
Pero la evidencia sobre los vínculos más intrincados del BCCI consta en numerosas investigaciones estadounidenses e internacionales. Este sería un buen momento para echar otro vistazo a la conexión BCCI-Osama-Saddam-sauditas-Bush.
*La periodista investigadora Lucy Komisar es autora de un capítulo del libro "A Game as Old as Empire" titulado "The BCCI Game: Banking on America, Banking on Jihad". El libro acaba de ser publicado por la editorial Berret-Koehler, de San Francisco.