Los niños de hoy vivirán en un mundo de cambio climático y recursos naturales muy disminuidos, que puede ser pesadillesco o dar nacimiento a un modo de vida más feliz.
Las evidencias científicas, desde el cambio climático hasta las especies en extinción o la caída de las reservas pesqueras oceánicas, son señales claras de que el planeta está llegando a un límite.
"Este mundo está terminando. Necesitamos echar los cimientos para uno nuevo", dijo a IPS la documentalista canadiense Alice Klein. "Tenemos una gran oportunidad de hacer un mundo mejor."
Klein dirigió "Call of the Hummingbird" ("El llamado del colibrí"), que se estrenará este domingo, Día de la Tierra, en un festival de documentales de Toronto.
En su obra, la cineasta registró hace dos años durante 13 días un campamento en el centro de Brasil, en el que participaron un millar de maestros, ambientalistas, agricultores, mayas, rastafaris, sanadores holísticos, activistas, y líderes estudiantiles de toda América Latina y unos pocos de Europa y América del Norte.
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El propósito de los campamentistas era vivir de la tierra y crear una "ecoaldea temporaria", en paz y armonía con la naturaleza y entre sí.
Pero la convivencia no fue fácil ni armoniosa. Hubo problemas con los residuos, el saneamiento… y los vínculos humanos.
"En nuestros sistemas educativos formales hay muy poco entrenamiento o estudios sobre resolución de conflictos y cómo llevarse con el otro", señaló Klein.
En cambio, los seres humanos están constantemente expuestos a una programación violenta y muy conflictiva en nuestros medios, continuó.
Otro asunto fundamental en la cultura moderna es la separación de la naturaleza. "No vemos que estamos conectados con el mundo natural", opinó.
Con más gente en las ciudades que en las áreas rurales por primera vez en la historia de la humanidad, es probable que la separación empeore.
Un reciente estudio científico concluyó que eran más los niños que conocían a los personajes del videojuego Pokemon que los que podían reconocer un roble o una nutria, según la Sociedad Ecológica de Estados Unidos (ESA).
Las visitas a parques nacionales y estaduales de Estados Unidos se redujeron 25 por ciento en el último decenio, mientras que los niños permanecen puertas adentro, mirando televisión y absortos en los juegos informáticos.
Pero hay amplia evidencia de que los niños que se conectan con la naturaleza tienen un mejor desempeño escolar, obtienen mejores calificaciones académicas, exhiben menos problemas de conducta y experimentan menos déficit atencional, señaló ESA.
La organización promueve la noción de "que ningún niño quede adentro" de su casa, para desafiar a todos los ciudadanos —jóvenes y ancianos— a acercarlos a la naturaleza para una experiencia educativa compartida sobre el Día de la Tierra.
Existe amplia evidencia de que más posesiones materiales —juguetes, juegos, computadoras, televisores, vestimenta de diseño— no hacen más felices a niños y adultos, dijo Sam Thompson, investigador de la Fundación Nueva Economía (NEF), organización de expertos en ambiente con sede en Londres.
"Los habitantes de muchos países latinoamericanos informan que tienen una muy buena calidad de vida pero usan solamente una fracción de los recursos que gastan los europeos o estadounidenses", afirmó Thompson en una entrevista.
La NEF recabó datos sobre la huella ecológica, la satisfacción vital y la expectativa de vida para países que desarrollan lo que llama el "Índice Planeta Feliz", que refleja el número promedio de años de vida feliz producidos por una nación o grupo de naciones, por unidad de recursos planetarios consumidos.
En otras palabras, el Índice revela la eficiencia con la que los países convierten los recursos finitos de la Tierra en un bienestar experimentado por sus ciudadanos.
Estadounidenses y alemanes están en el mismo registro de felicidad y expectativa de vida, pero los primeros, que usan muchos más recursos, son mucho menos eficientes en producir satisfacción.
"Es inequívoca la evidencia de que centrarse en un estilo de vista materialista vuelve a las personas menos felices", dijo.
El país más eficiente, según el Índice, es Vanuatu, un estado insular pobre ubicado en el océano Pacífico.
"El Índice muestra claramente que uno puede tener una mejor calidad de vida usando menos recursos", agregó.
Sin embargo, pese a estos hechos y a décadas de hablar sobre sustentabilidad, todas las economías todavía están basadas sobre el concepto de crecimiento sin fin. En la mayoría de las culturas, la publicidad y los medios de comunicación todavía definen el éxito personal como poseer objetos.
Las economías tienen que cambiar radicalmente, pero aún tenemos que entender cómo, destacó.
En todo esto, evitar la desesperación en torno al futuro es crucial, especialmente para los jóvenes, dijo Nic Marks, director del Centro para el Bienestar del NEF.
"Las cosas que nos dan alegría o felicidad y una buena vida no tienen que tener un costo para la Tierra", declaró Marks a IPS.
Las cosas que hacen verdaderamente felices a los seres humanos son sus relaciones, el uso de sus habilidades y fortalezas para cumplir desafíos o participar en actividades emocionantes y hacer cosas a su propio modo, agregó.
Desmaterializar la economía y los estilos de vida es algo que puede hacerse de manera divertida, aseguró.
La vida futura de los niños de hoy será diferente de la de la generación de sus padres, pero no es la felicidad o el bienestar, ni siquiera el confort, lo que está en juego. La vida será distinta y posiblemente mucho mejor, si los jóvenes y sus padres se comprometen con los cambios.
"Usen sus habilidades y fortalezas para ser parte de la solución", pidió Marks.