AMBIENTE-EEUU: La economía del tentempié ecológico

Un bungalow en una congestionada avenida de San Diego, en el occidental estado estadounidense de California, es la sede mundial de la empresa Whale Tails, dedicada a fabricar tortillas sanas y a curar al planeta.

En la puerta descansan de pie una mujer con una salvaje melena plateada y un hombre sonriente. Son los "ecoempresarios" Ric y Terry Kraszewski, un matrimonio que decidió cambiar los hábitos alimenticios de los consumidores.

Whale Tails se suma a una ola de empresas que abrazan el principio de la sustentabilidad económica y ambiental. Su sistema de valores se basa sobre la creencia en que el sector privado puede originar cambios ambientales y sociales positivos.

"Es un gran momento para ser empresario en Estados Unidos", dijo Ric Kraszewski, un hombre criado según las ideas contraculturales de los años 60.

Al matrimonio, que toda la vida amó el agua y que desde hace 30 años vive cerca del océano Pacífico, le pareció adecuado vincular su empresa a la conservación marina.
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Un día de surf hace 17 años llevó a la creación de Whale Tails, cuando a Ric Kraszewski y Rick Grant, el tercer cofundador de Whale Tails, se les ocurrió la idea hablando sobre el guacamole que usaban para hacer tentempiés.

¿Por qué no crear una tortilla dorada con forma de ballena, elaborada enteramente a partir de ingredientes orgánicos?

En estos días, los Kraszewski tienen muchos motivos para sonreír. Luego de registrar, por fin, su marca en 2005, lanzaron un producto que cada vez gana más adeptos en las góndolas de los comercios de alimento natural en toda la región y el Pacífico noroccidental.

Los Kraszewski exhiben dos atributos habituales entre los empresarios exitosos: una fe ciega en su producto y la obsesión por los detalles. A veces, Ric utiliza términos propios de la jerga empresarial, como "penetración de mercado".

Tras haber perfeccionado la fórmula de su tortilla dorada, ahora están en el proceso de refinar el paquete. Si se toman el tiempo para leer la bolsa entre mordisco y mordisco, los consumidores encuentran frases así: "Las tortillas doradas Whale Tails están dedicadas a las ballenas y a quienes, como usted, quieren marcar una diferencia."

En última instancia, les gustaría tener una bolsa biodegradable que obligue a la industria de alimentos y bebidas a prestar atención a la situación de las ballenas.

Conseguir que este sector, que factura 20.000 millones de dólares al año en Estados Unidos, siga su ejemplo y elabore productos más amigables con el ambiente sería un logro significativo. "Si esto los alienta a hacer una diferencia, sería formidable", aseguró Terry.

Cientos de empresas con ideas similares parecen coincidir. En los últimos tiempos aumentó la cantidad de miembros de One Percent for the Planet (Uno por Ciento para el Planeta), organización no gubernamental que combina espíritu empresarial con convicciones ambientalistas.

Una red de negocios se integró a la alianza "para hacer lo correcto": priorizar el ambiente frente al lucro, como lo establece su carta constitutiva. Los miembros están de acuerdo con donar uno por ciento de sus ganancias a organizaciones ambientalistas.

"Los estamos ayudando a volverse una fuerza poderosa para el cambio social", dijo el director ejecutivo de la organización, Terry Kellogg.

One Percent for the Planet lleva cuatro años de existencia. Su crecimiento, al principio, fue lento, y despegó repentinamente en el último año y medio. Sus miembros suman ya medio millor.

Kellogg atribuye ese aumento al "efecto Bush". Desde que George W. Bush asumió la presidencia de Estados Unidos en 2001, las noticias sobre la degradación del ambiente fueron empeorando, lo que alentó al sector privado y a los consumidores a tomar medidas al respecto.

Estos negocios y su mercado consumidor son conocidos como Lohas, siglas en inglés de Estilos de Vida de Salud y Sustentabilidad, sector demográfico de rápido crecimiento dispuesto a gastar dinero de acuerdo con sus valores.

Según los editores de la publicación comercial Lohas Journal, este mercado logró un crecimiento de dos dígitos en los últimos años, y ahora llega a 230.000 millones de dólares de ventas anuales de bienes y servicios, desde alimentos orgánicos hasta energía de fuentes renovables.

El tamaño y alcance de este mercado puede ser equívoco aún. Los alimentos orgánicos, por ejemplo, representan apenas 2,5 por ciento de las ventas alimentarias, y 0,02 por ciento de la tierra en Estados Unidos está dedicada actualmente a estos cultivos.

Buena parte de los productos orgánicos deben ser importados o transportados a lo largo de grandes distancias desde el establecimiento agrícola hasta el plato. Existe una gran brecha entre la demanda de los consumidores y la oferta existente.

Pero los Kraszewski perciben un tremendo potencial en este creciente mercado. Su diminuta empresa proyectó ventas por entre tres millones y cinco millones de dólares para los próximos años. De ese dinero, se reservarán 10 por ciento para investigación ambiental, educación y preservación.

Una junta informal compuesta por científicos marinos y miembros de organizaciones sin fines de lucro asesora a la compañía. Entre tres y cuatro centavos de cada bolsa de las tortillas Whale Tails que se vende se donan a investigaciones sobre ballenas y conservación marina.

El primero de esos beneficiarios fue Julio Solís, fundador de la recién fundada Vigilantes de Bahía Magdalena, organización de Baja California, México, que ayuda a proteger a las ballenas grises en sus hábitat naturales del océano Pacífico.

La donación permitió a Vigilantes de Bahía Magdalena mantener y alimentar a su patrulla de botes, explicó Ric, manteniendo a flote los sueños de un pequeño equipo de ambientalistas con escasos recursos.

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