A pesar de los estragos que causa el sida en la fuerza de trabajo de África, los gobiernos se resisten a apoyar a los portadores del VIH, el virus que causa la enfermedad, y poner fin a la discriminación laboral que sufren.
De hecho, "algunos empleadores capacitan a dos personas para la misma tarea" previendo que uno de ellos contraiga el mal, según Khama Rogo, coordinador del programa VIH/sida en el Trabajo, del Banco Mundial.
"Esos recursos se pueden ahorrar si se implementan políticas adecuadas en el lugar de trabajo. Cuando se brinda atención a los trabajadores portadores, no es necesario que falten por enfermedad", dijo Rogo a IPS en un taller realizado este mes en Nairobi, la capital keniata.
A la reunión asistieron funcionarios del Banco Mundial de 27 naciones africanas para discutir las consecuencias de la pandemia en el ámbito laboral en este continente.
En la región subsahariana vive 10 por ciento de la población mundial y 60 por ciento de los portadores del virus del sida, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) nueve de cada 10 portadores o enfermos de sida son adultos en la plenitud de su vida activa.
En el Código de Práctica acerca del VIH/sida y Ámbito Laboral elaborado por el Banco se establecen 10 principios como base para establecer una política a este respecto.
Esas pautas atienden problemas como la discriminación contra los portadores de VIH, garantías para evitar que quienes tienen empleo no lo pierdan y la adaptación de los lugares de trabajo para cubrir las necesidades sanitarias.
El Código también subraya que las políticas no deben concentrarse sólo en los portadores, "los vínculos sociales son muy importantes para fomentar medidas de prevención con información y educación e impulsar cambios de actitud y de comportamiento".
Hay algunos ejemplos de iniciativas adoptadas en ese sentido en algunas zonas de África, pero aún queda mucho por hacer.
"Le pedimos a nuestros miembros que desarrollen sus propias políticas de no discriminación en términos de promoción, fácil acceso a centros asistenciales y confidencialidad de los datos personales de los empleados", dijo a IPS Charles Nyang'ute, de la Federación Patronal de Kenia.
Pero "sólo 30 por ciento de los miembros lo hicieron y el resto están en proceso", aseguró Nyang'ute, a cargo del programa VIH/sida de esa organización.
"Mucho antes de que la enfermedad fuera declarada desastre nacional, entregamos un código de conducta a nuestros miembros para manejar la situación, que incluye asuntos como discriminación y estigma", explicó.
El sida se convirtió en una emergencia de salud pública en Kenia en 1999. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA indicó que la prevalencia del virus en adultos es de 6,1 por ciento en esta nación de África oriental.
Los activistas señalan que las políticas laborales en materia de VIH/sida no deben ser voluntarias.
"Mientras sólo un puñado de patrones adopten políticas de no discriminación de los portadores, se seguirán violando los derechos de muchos más trabajadores enfermos", insistió Dorothy Onyango, directora ejecutiva de Mujeres contra el SIDA en Kenia.
"Necesitamos que todos se vean obligados a implementar una normativa a este respecto", agregó.
Los activistas keniatas también desarrollan una campaña por la impresión y distribución de la Ley de la Protección y el Control del VIH/sida, vigente desde el año pasado, en todas las lenguas locales.
Esa norma prevé penas para quienes discriminen a los portadores del virus o les nieguen un empleo por su condición.
Las dificultades para implementar un programa en los lugares de trabajo quedaron demostradas por la propia experiencia del Banco Mundial.
Ese organismo ofrece a sus 15.000 empleados y sus familiares análisis voluntario y asesoramiento, medicamentos antirretrovirales y otros para las enfermedades que suelen padecer los enfermos de sida.
Las terapias antirretrovirales reducen la carga del VIH en el organismo, retardando el avance de la enfermedad y prolongando la vida.
Pero de los entre 300 y 400 empleados infectados con el virus, tan sólo 10 por ciento aprovecharon los beneficios de ese tratamiento, indicó Ana María Espinoza, del Banco Mundial.
"Queremos que aquellos que necesitan tratamiento lo soliciten. Pero tenemos que luchar contra el estigma para que las personas enfermas no tengan miedo de solicitar la medicación que puede salvarles la vida", añadió.
Según el sitio web del Banco Mundial, este año se están realizando esfuerzos para que más empleados y sus familiares conozcan la asistencia que brinda el organismo sida y los obstáculos que dificultan el acceso a esos servicios. (FIN/IPS/traen-vf/jm/jh/af hd dv pr he sd/07)