Dos tercios de las existencias de peces en los mares del mundo son sobreexplotadas, y las más amenazadas son las ubicadas cerca de las costas, según un estudio de la FAO difundido este lunes.
Se requiere la acción de más organizaciones regionales de administración de bancos pesqueros para reconstruir las reservas agotadas e impedir su colapso, advierte el informe "El estado mundial de la pesca y la acuicultura", de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación).
Las reservas pesqueras oceánicas "muy probablemente" alcanzaron su cenit, dijo el subdirector general del Departamento de Pesca de la FAO, Ichiro Nomura.
En efecto, ese tope puede haberse alcanzado hace algún tiempo.
Desde fines de los años 80, la captura mundial anual de pescado está estancada entre 85 millones y 95 millones de toneladas. El último informe de la FAO da cuenta de una pesca el año pasado de 85,8 millones toneladas.
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Además, señala, 25 por ciento de las reservas marinas están sobreexplotadas o agotadas, mientras que 52 por ciento son "plenamente explotadas".
En el océano abierto, donde los barcos dedicados a la pesca de arrastre se mueven sin restricciones, cantidades de merluza, bacalao atlántico, mero, pez emperador, atún de aleta azul y tiburones están en grandes problemas.
Las especies de océano abierto "son indicadores clave del estado de gran parte del ecosistema oceánico", afirmó Nomura.
En años recientes, numerosos estudios científicos avalaron claramente esta apreciación.
Una investigación publicada el otoño boreal pasado por la revista Science proyecta que todos los bancos pesqueros comerciales del mundo habrán sido exterminados antes de 2050, y que los océanos podrían no recuperarse nunca sin una reforma significativa de la industria pesquera.
Un mes después, deliberaciones especializadas entre representantes de países de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no lograron establecer una moratoria sobre la pesca de arrastre en las profundidades marinas, ampliamente reconocida como erosionante y perjudicial para los ecosistemas del fondo oceánico.
Esta práctica implica usar, a lo largo del suelo marino, enormes y pesadas redes que incluyen grandes piezas de metal y ruedas de goma.
En febrero, investigadores de la Universidad de Columbia Británica en Canadá calcularon que los barcos de pesca de arrastre reciben 152 millones de dólares al año en subsidios, entre ellos al combustible.
Sin estas subvenciones, los pocos cientos de barcos del mundo dedicados a esta práctica pesquera perderían millones de dólares anuales, dijo Rashid Sumaila, investigador de la Universidad de Columbia Británica.
Los estados de Japón, Corea del Sur, España, Australia y Rusia son los que más pagan estas subvenciones a sus flotas pesqueras, dijo Sumaila.
"Estos subsidios son un aporte para que los barcos de pesca de arrastre hagan algo terrible", explicó Elliott Norse, presidente del Instituto de Biología de la Conservación Marina, una organización de investigación ambiental con sede en Washington.
"Es un ejemplo de consecuencias no buscadas de algunas políticas gubernamentales", dijo Norse a IPS. "Pero es algo que los gobiernos deben arreglar, y pronto."
El experto también consideró necesaria la rápida reparación de las 39 organizaciones regionales multilaterales de administración de recursos pesqueros del mundo, señaló.
Esas organizaciones están a cargo de la mayoría de las existencias pesqueras mundiales fuera de las de alta mar, que no están reguladas.
A pesar del fuerte apoyo de la FAO y de las esperanzas de expandir las organizaciones administradoras a todas partes, el informe destaca que algunas de las reservas pesqueras más agotadas, como la del Atlántico nororiental y la del sudoriental, fueron manejadas por esas entidades durante muchos años.
A menudo los países optan por no regirse por una organización de este tipo si quieren pescar una cantidad mayor de la que tienen asignada, planteó Daniel Pauly, director del Centro de Pesca de la Universidad de Columbia Británica.
Países pequeños como los del Caribe no pueden costear la membresía a una organización regional de administración de recursos pesqueros, así que las cuotas de captura en las aguas que circundan a sus países son decididas por naciones lejanas dedicadas a la pesca en aguas de todo el mundo, como Japón y Taiwán, dijo Pauly a IPS.
"Necesitamos fuertes organizaciones administradoras para proteger en alta mar", dijo, pese a sus reservas.
"Los países de la zona deberían ser miembros automáticamente, sin tener que pagar cuotas por concepto de membresía. Y si la ciencia dice 'no más pesca', entonces los países no pueden optar por desatender esto", continuó Pauly.
Actualmente, la política prevalece sobre la ciencia en la mayoría de las decisiones sobre existencias pesqueras, agregó.
Para que eso cambie, el mandato para las organizaciones en cuestión debe pasar de la administración de las reservas pesqueras para su máxima explotación a la protección de las existencias y del ecosistema.
"La misión principal de esas organizaciones debería ser impedir que las industrias pesqueras destrocen el ecosistema marino", dijo Pauly a IPS.
Una red global de reservas marinas de acceso prohibido es igualmente importante. Actualmente, menos de 0,6 por ciento de los océanos constituye reservas y mucho menos de eso está plenamente protegido de la pesca, aseguró Pauly.
En reuniones internacionales como la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable, realizada en 2002 en Johannesburgo, y en el Convenio sobre la Biodiversidad, casi todos los países acordaron implementar una red global de áreas marinas protegidas para 2012.
Los expertos sugieren que entre 30 y 50 por ciento de los océanos pueden necesitar su incorporación a las zonas de pesca prohibida para que sus cardúmenes se recuperen.
Aunque la mayoría de los países ya protegen a entre 10 y 12 por ciento de su tierra en parques y reservas, solamente Estados Unidos hizo realmente importantes adiciones a sus áreas marinas protegidas, como la creación, el año pasado, de la mayor reserva mundial en aguas cercanas a Hawaii.
Una institución intergubernamental mundial que atienda a la ciencia para determinar cuánto pescado, de qué clases y dónde pueden ser capturados sobre una base sustentable sin perjudicar al ecosistema marino, lo que también sería bueno para los pescadores y sus comunidades, sería la solución ideal, opinó Norse.
"Tal vez esa debería ser la tarea de la FAO, en vez de producir más informes estadísticos. Nosotros no tenemos tiempo para más debates infructuosos", aseguró.
Pauly también se mostró impaciente. "Nuestras instituciones no están respondiendo lo suficientemente rápido (en relación) al poderío industrial y a la escala del cambio que está teniendo lugar", concluyó.