METAS DEL MILENIO-ZIMBABWE: En retroceso

«No se puede hablar de reducir a la mitad la pobreza cuando nuestro país va en la dirección contraria. Estamos totalmente perdidos», dijo Maxwell Tambarare, un profesor de la sudoriental región zimbabwense de Chiredzi.

Se refería a los ocho Objetivos de Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas para el Milenio, establecidos en el año 2000.

Estos se proponen reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre para 2015 (en relación a los registros de 1990), garantizar la educación primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad materna e infantil, combatir el VIH/sida, la malaria y otras enfermedades, abogar por la sostenibilidad ambiental y alentar la cooperación Norte-Sur.

IPS realizó entrevistas al azar con ciudadanos de Harare y Chiredzi para averiguar cuánto sabían sobre los Objetivos.

Para la mayoría de los entrevistados, estos Objetivos y la fecha límite de 2015 parecían inalcanzables. Las entrevistas mostraron que hará falta nada menos que un esfuerzo hercúleo para torcer el destino de Zimbabwe.
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La crisis política y económica de Zimbabwe trascendió en todo el planeta. Con una inflación anual de 1.593 por ciento —probablemente la más alta del mundo—, para los ciudadanos comunes la vida se ha vuelto una batalla por la supervivencia.

El desempleo afecta a 80 por ciento de la población económicamente activa, un nivel sin precedentes. La mayoría de los desempleados todavía se ganan la vida a duras penas en el comercio informal, a pesar de que el gobierno aplastó violentamente a ese sector en su Operación Murambatsvina.

Un prometido programa oficial para construir viviendas y locales comerciales es todavía sólo un sueño.

"Si el gobierno se propone seriamente alcanzar los Objetivos del Milenio, entonces tiene que implementar medidas para corregir los efectos de la Operación Murambatsvina", opinó Amos Muzamani, un graduado universitario desempleado.

En lo relativo a la salud quedan enormes desafíos. El gobierno de Robert Mugabe debe reducir la mortalidad entre niños y niñas menores de cinco años, de 129 a 42 muertes por cada 1.000 nacimientos, para 2015.

La mortalidad materna se disparó durante los últimos 10 años debido a la falta de acceso a atención médica antes, durante y después del parto, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

"Es difícil para nosotros porque las tarifas de los hospitales son demasiado elevadas, incluso en los públicos", dijo Alice Makanga, una mujer embarazada residente de Harare.

El ministro de Salud y Bienestar Infantil, David Parirenyatwa, sostuvo que a las mujeres embarazadas y a los niños menores de cinco años les corresponden servicios de salud gratuitos. Pero los hospitales, citando altos costos operativos, siguen cobrándoles a los pacientes.

El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se cobra 3.000 muertes por semana, lo que se traduce en 168.000 víctimas fatales por año. El tratamiento con fármacos antirretrovirales, que ayudan a prolongar la vida de los pacientes, está fuera del alcance de la vasta mayoría de quienes lo necesitan, que se calcula son unas 300.000 personas.

"A mí me analizaron, pero no estoy recibiendo antirretrovirales. Ellos siempre dicen en la radio que no los obtendremos", dijo Paul Mandi, de Chiredzi. El gobierno prometió hacer que el tratamiento esté disponible para fines de 2007.

La situación económica repercutió en el acceso a la educación. Hubo una deserción masiva en escuelas primarias, precisamente lo opuesto a lo que demandan los Objetivos del Milenio. En Zimbabwe, los padres ya no pueden costear las cuotas escolares, cada vez más altas.

En el proceso, se agravó el viejo problema de que los niños varones tienen preferencia. "Es un asunto de prioridades", afirmó Simbarashe Moyo, del sudoriental distrito de Zaka. "Yo compro alimentos con mis magros ingresos, pero sacrifico otras cosas para educar a mis hijos varones. Eso es lo primero en la lista".

De ahí que su hija Mercy Moyo, de ocho años, diga a IPS que ya no asiste a la escuela. "Mis padres dijeron que es demasiado cara. Volveré si ellos consiguen dinero".

El gobierno extendió un módulo de educación básica para ayudar a niños pobres, pero el programa está limitado a quienes tienen padres con VIH (virus de inmunodeficiencia adquirida, causante del sida).

El aumento de la deserción escolar, una tendencia opuesta a la del resto de la región, significa que los pobres de hoy seguirán estando en desventaja en el futuro.

La preservación ambiental, abordada en el séptimo Objetivo de Desarrollo, también resultó perjudicada. Vastas áreas de Zimbabwe se convirtieron en barrancos, mientras los mineros informales de oro y diamantes cavan de manera ilegal con la esperanza de obtener algo que les permita ganarse la vida.

El gobierno se embarcó en una operación para poner freno a la minería ilegal. Las zonas orientales del país fueron las más golpeadas.

Los mineros ilegales arguyen que se ven obligados a continuar con sus actividades debido a las duras condiciones económicas. "No tenemos opción en esta situación. Tenemos que alimentar a nuestras familias", afirmó Marko Phiri, minero del pueblo de Kwekwe.

El trabajador humanitario Wenceslous Ndlovu, residente en Harare, cree que el tiempo se agota para la administración de Mugabe, que en cambio responsabiliza de la crisis a las naciones occidentales por, entre otras cosas, imponer sanciones contra el gobernante ZANU-PF (Unión Nacional Zimbabwense Africana-Frente Patriótico) tras las denuncias de irregularidad en las últimas elecciones.

Por su parte, Fambai Ngirande, de la Asociación Nacional de Organizaciones No Gubernamentales, criticó al Fondo Monetario Internacional. La activista sostiene que el organismo multilateral debería cancelar la deuda de Zimbabwe.

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