DESARROLLO-MOZAMBIQUE: Lecciones de eficiencia

Un plan de emergencia que el gobierno de Mozambique preparaba desde 2000 sirvió para evitar una tragedia mayor cuando el ciclón Favio desató su furia sobre este austral país africano.

Sandra Alberto estaba en avanzado estado de gravidez cuando, el 2 de este mes, el ciclón arrancó el techo de zinc de la casa en la que ella y sus dos hijos se habían refugiado.

"Tomé con fuerza a mis hijos porque pensé que el viento se los llevaría. Techos y otros objetos volaban por todo el lugar", relató.

Alberto, de 32 años, contó su historia al encargado de comunicaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Thierry Delvigne-Jean, quien visitó este mes el pueblo costero de Vilanculos, en la meridional provincia de Inhambane.

El ciclón Favio mató a dos niños y a un adulto, y dañó severamente casas y edificios, incluyendo unas 220 aulas escolares y un hospital.
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"Pude ver techos de zinc envolviendo torres de alta tensión como si fueran papel. Eso da una idea de la fuerza de los vientos", dijo Delvigne-Jean a IPS.

El ciclón llegó en un momento en que el gobierno y sus socios para el desarrollo luchaban contra otra emergencia. En la región central, incesantes lluvias y graves inundaciones obligaron a unas 160.000 personas a abandonar sus hogares. Los edificios fueron destruidos y la tierra de cultivo quedó anegada en las provincias de Zambezia, Manica, Tete y Sofala.

A comienzos de marzo, el número de muertes por las inundaciones llegó a 40. Esa cifra es mucho menor que las 700 personas que se calcula fallecieron durante las inundaciones de 2000, ocurridas en la misma época del año.

Esta vez no hubo epidemia de cólera, lo que es un logro, ya que la población está concentrada en los mismos lugares durante la época de emergencia. En Mozambique, el cólera es endémico.

El gobierno y sus socios para el desarrollo coinciden en que están mejor preparados para hacer frente a emergencias ahora que hace siete años. En este sentido, el país ya tuvo bastante con qué lidiar.

Mozambique padeció una guerra civil 16 años. Cuando concluyó, en 1992, alrededor de un millón de personas habían muerto.

Además de ciclones e inundaciones, sufrió severas sequías e incluso un fuerte terremoto el año pasado, de 7.5 grados en la escala de Richter. En esa ocasión, fallecieron por lo menos cinco personas.

Esta vez, la rápida respuesta de las autoridades asombró a Delvigne-Jean. "Apenas dos días después del ciclón, me sorprendió ver cuán ocupada estaba la población arreglando sus techos y las torres de alta tensión. Unos 150 soldados mozambiqueños distribuían tanques de agua y ayudaban donde podían", recordó.

"Todos los pacientes de los hospitales afectados fueron transferidos a tiendas de campaña establecidas a lo largo de las salas destruidas. Las tareas se realizaron como de costumbre. A cada lugar donde uno iba percibía una sensación de energía", subrayó.

Otras 50 tiendas, de 72 metros cuadrados, proporcionadas por Unicef, iban a instalarse para que los escolares pudieran seguir recibiendo clases.

Semejante eficiencia en uno de los países más pobres del mundo tiene su secreto. Desde 2000, los preparativos para la emergencia encabezaron la lista de prioridades del gobierno y de sus socios para el desarrollo.

Está en vigencia un plan de contingencia, y el Instituto Nacional para el Manejo de Desastres se reúne regularmente con sus socios para controlar la situación.

Diferentes grupos están prontos para hacerse cargo y coordinar aspectos particulares de una emergencia apenas se suscite. Por ejemplo, la organización no gubernamental británica Save the Children y Unicef lideran en temas de educación y protección a los niños, como el abuso infantil y el cuidado de huérfanos.

Incluso cuando se desató la primera inundación importante del año, en medio de la noche, la respuesta fue buena y nadie se ahogó, a pesar de que en 24 horas cayeron 340 milímetros de lluvias, sumergiendo partes de la ciudad de Quelimane, en la central provincia de Zambezia.

Las 3.000 personas afectadas huyeron de sus hogares porque estaban preparadas para hacerlo. "Habíamos distribuido folletos, usado automóviles con megáfonos y la radio para decirle a la población que se avecinaban lluvias y qué hacer al respecto. Todos sabían dónde estaban instalados los refugios temporales", explicó Paulo Zucula, director del Instituto Nacional para el Manejo de Desastres.

Zucula destacó que es imperativo que los distritos tengan más capacidad para responder de inmediato. "En cualquier desastre, 90 por ciento de las muertes habitualmente ocurren en la primera hora, así que aspiramos a dar poder a las comunidades para que se preparen y reaccionen".

"Ellas deben ser informadas sobre posibles emergencias, y equipadas con instrucciones sobre qué hacer. Y, lo que es más importante, necesitan recibir el equipamiento de rescate necesario, como botes", señaló Zucula.

El Instituto Nacional para el Manejo de Desastres intensificó las campañas de información en todos estos distritos durante la actual temporada de lluvias.

Chris McIvor, de la filial mozambiqueña de Save the Children, dijo que la organización trabajó con el Instituto para diseñar folletos con mensajes simples en idiomas locales, a fin de preparar a las comunidades para los desastres.

Unos 10.000 panfletos son distribuidos este mes en todos los distritos con alto riesgo de inundaciones. Los periodistas de radios comunitarias son instruidos para reiterar los mensajes al aire.

"En el pasado, automovilistas y niños eran arrastrados al cruzar rápidamente ríos inundados para llegar a sus hogares cuando veían que la marea subía", ejemplificó McIvor.

"Esta campaña les da consejos prácticos para salvar vidas: no cruzar ríos, trasladarse a terrenos más elevados cuando oyen advertencias, guardar sus documentos en una bolsa de plástico para impedir que se dañen, y mantener un suministro de agua para beber, porque los pozos se contaminan fácilmente durante las inundaciones", indicó-

Por ahora, las cerca de 160.000 personas que se quedaron sin hogar debido a las inundaciones necesitan tener acceso a servicios básicos, entre ellos agua potable, para evitar cualquier brote importante de enfermedades.

Delvigne-Jean también dijo a IPS que las áreas donde las inundaciones fueron más severas son también aquellas con la mayor prevalencia de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

En algunas de estas zonas, se calcula que la prevalencia de la enfermedad se acerca a 26 por ciento, muy por encima del promedio nacional, de 16,2 por ciento.

"Quienes viven con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) tienen necesidades especiales y por lo tanto son especialmente vulnerables a las enfermedades", señaló Delvigne-Jean.

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