DESARROLLO-COSTA DE MARFIL: Lluvias menguan, la pobreza crece

Todos los días, al salir de su casa rumbo a los campos, Ousmane Soro se pregunta qué pasará este año con sus cosechas de boniatos, caña de azúcar y mangos, y si podrá satisfacer las necesidades de su familia.

Este agricultor de la aldea de Ouaraga, en la septentrional localidad marfileña de Ferke, no es el único agobiado por estas preocupaciones.

"Durante varios años vimos decaer nuestra producción agrícola. La degradación del suelo empeora y las lluvias disminuyen de modo constante", dijo Soro.

En 2001, Ferke recibió 1.000 milímetros de lluvia. En 2005, disminuyó a 800 milímetros, y el año pasado a 700.

Esto no es propicio para las cosechas, dado que crea una situación donde "el suelo carece de agua y no produce tanto como antes", observó Hermann Kassi, consejero agrícola en el norte para la Compañía de Algodón de Costa de Marfil.
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Hace apenas cinco años, Ferke tuvo la mejor producción del norte. "Cosechamos 180.000 toneladas de mangos, casi tanto como de castañas de cajú, 150.000 toneladas de caña de azúcar y 90.000 de algodón. También tuvimos miles de cabezas de ganado y aves de corral", relató Kassi.

Ahora, los agricultores producen 80.000 toneladas de mangos, 100.000 de castañas de cajú y 115.000 de caña de azúcar, según la Cooperativa de Productores Agrícolas de Ferke.

La producción de cereales cayó de casi 1,8 millones de toneladas en 2001 a menos de 1,3 millones en 2003, lo que llevó a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) a hacer sonar la alarma.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también expresó su preocupación por la situación alimentaria en Costa de Marfil, calificándola de crítica, particularmente en el norte y el occidente, ambas áreas bajo control de rebeldes.

Este país quedó dividido en un norte dominado por insurgentes y un sur controlado por el gobierno tras un golpe de Estado fallido el 19 de septiembre de 2002.

Según la OCAH, desde mayo de 2003 las lluvias estuvieron debajo del promedio en toda Costa de Marfil, perjudicando la producción de mijo y sorgo en el norte y la de maíz en el sur.

En este contexto, los agricultores comenzaron a abandonar los cultivos comerciales en favor de los de subsistencia, que esperan igual les permitan ganar dinero, señaló Kassi.

Pero no hay ninguna garantía de que esto permita llevar un plato de comida a la mesa, advirtió Maxime Kablan, de la Agencia Nacional para el Desarrollo Rural. "Los pronósticos de producción para el arroz, el maíz y el mijo podrían no concretarse a causa de la demora en las lluvias y a su escasez", explicó.

"Alcanzamos una etapa crítica. No hay más remedio que alentar y apoyar a las mujeres que cultivan arroz en el norte del país", opinó la agroeconomista Véronique Brou.

Esta propuesta es apoyada por la no gubernamental Acción, Género, Desarrollo Económico y Social, con sede en Abidján.

"Nos encontramos en una situación delicada que podría desembocar en una hambruna si no se hace nada", advirtió Brou Kouam, presidente de esa organización.

Kablan también cuestionó ciertas prácticas de comunidades rurales del norte.

"Aquí hay numerosos incendios forestales sin control, que cada año consumen segmentos de tierra virgen", indicó. Como resultado, los retoños de plantas que nacen en la temporada de lluvias son reducidos a cenizas en la estación seca. "Esto vuelve prácticamente imposible la regeneración de los árboles de los bosques".

Según Brou, todos los hogares rurales usan leña para satisfacer sus necesidades de energía, mientras que 90 por ciento de la población urbana en la savana septentrional usa madera o carbón.

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