El colapso de las barreras de hielo de la Antártida a causa del cambio climático permite a la ciencia dar un vistazo sobre formas de vida submarina ocultas durante más de 5.000 años. Pero hoy la lucha por la supervivencia tiene allí dimensiones épicas.
Una expedición internacional de 10 semanas para escudriñar los secretos de esta región se anticipó al gran esfuerzo científico que supondrá el Año Polar Internacional, que comenzó este lunes.
El macizo de hielo de un kilómetro de espesor que cubre el continente austral incluye extensas áreas que se encuentran directamente sobre el mar.
Debajo de esa cubierta, en las oscuras y frías profundidades, sobreviven extrañas formas de vida de las cuales los científicos tenían noticia sólo indirecta, a través de perforaciones en el hielo.
"Hay todo tipo de seres que nadie ha visto antes", dijo el científico jefe del Censo de Vida Marina, Ron O'Dor, cuya organización ha realizado otras 12 expediciones en la Antártida.
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El recalentamiento del planeta causó el colapso de las barreras de hielo Larsen A, hace 12 años, y B, hace cinco, lo que dejó expuesta una porción del lecho marino antártico de 10.000 kilómetros cuadrados, por primera vez en entre cinco y doce milenios.
Más de 50 científicos de 14 países pasaron 10 semanas, concluidas el 30 de enero, a bordo del rompehielos Polarstern, del Instituto Alfred Wegener de Alemania, investigando lo que podría ser la región más virgen del planeta Tierra.
"El colapso de las barreras Larsen pueden decirnos mucho sobre el impacto del cambio climático en la biodiversidad marina y el funcionamiento de los ecosistemas", dijo Julian Gutt, del Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina y jefe científico de la expedición del Polarstern.
"Estuvimos en condiciones irrepetibles de realizar un muestreo en un ecosistema marino considerado entre los menos perturbados del planeta por la acción humana", afirmó Gutt.
El cambio climático tiene un considerable impacto en las regiones polares, tanto en el mar Ártico como en la Antártida. Ése es el tema central del Año Polar Internacional, un esfuerzo de 50.000 científicos de más de 60 países que tendrá un costo de 1.700 millones de dólares en los dos próximos años.
Lo que sucede en las regiones polares tiene repercusiones en todo el planeta, y en ellas el cambio climático se manifiesta con más rapidez que en ninguna otra parte.
"El pasaje de nieve y hielo a agua es el punto de quiebre del sistema terráqueo", dijo Chris Rapley, director de la Investigación Antártica Británica en una videoconferencia desde la expedición.
"En los próximos dos años, procuraré avanzar en asuntos clave, como la respuesta de las barreras de hielo al cambio climático y la contestación a las preguntas del cuatrillón sobre el aumento del nivel del mar: ¿cuán rápido, cuánto?", agregó.
Las colapsadas barreras de hielo de Larsen se encuentran en la península Antártica, territorio cuyo recalentamiento en los últimos 50 años fue cuatro veces más rápido que el del resto del planeta.
Científicos de la expedición del Polarstern utilizaron vehículos submarinos operados a control remoto para extraer muestras y estimar la respuesta de la vida marina a los cambios.
"Encontramos una sorprendente mezcla de criaturas de aguas profundas y otras colonizadoras", dijo a IPS el biólogo Gauthier Chapelle, de la Fundación Polar Internacional con sede en Bruselas.
Entre las especies de aguas profundas figuran los nenúfares y sus parientes, los pepinos marinos y erizos de mar, encontrados en el llano y flamantemente expuesto fondo del mar. Tales especies se adaptaron a vivir allí, sin luz y con escaso alimento.
Pocos seres pueden sobrevivir en esas condiciones. Los científicos estiman que la cantidad de animales allí presentes sea cien veces menor a la de las áreas del mar de Weddell.
Pero especies colonizadoras comienzan a trasladarse al lugar, como pulpos y ascidias gelatinosas.
"La diversidad y abundancia de celápodos (especies de pulpo) es destacable", dijo a IPS Elaina Jorgensen, ictióloga de la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos, organismo estatal con sede en la noroccidental ciudad de Seattle.
"Los vídeos muestran que están cavando en el fondo del mar en lugar de vivir sobre las rocas, como suelen hacer", agregó.
Además, la expedición identificó 15 nuevas especies de criaturas similares al camarón, que aún requieren análisis más detallados.
También hallaron allí grandes cantidades de krill, crustáceos de entre tres y cinco centímetros de longitud que constituyen la base de la cadena alimentaria de los océanos australes. Los bancos de krill atrajeron al área a cardúmenes de peces y ballenas.
"Fueron avistadas cuatro ballenas picudas de Arnoux, y eso es una gran noticia porque son muy raras", dijo Jorgenson. Esta especie tiene 10 metros de longitud y sólo se encuentran en los océanos del Sur.
Otra especie que se trasladó al área es la ballena Minke, más numerosas y pequeñas.
Pero esta revitalización biológica de los mares antárticos podría ser temporaria. Los hielos submarinos son el hábitat natural del plancton, organismos microscópicos flotantes animales y vegetales que constituyen el principal alimento del krill, el cual, a su vez, nutre a buena parte de los peces y mamíferos marinos del área.
Una ballena azul adulta, por ejemplo, come cada día cuatro millones de krill.
Y una reducción de la población de plancton causaría una caída de los bancos de krill, lo que causaría un gran impacto en los ecosistemas de la región.
"Resulta muy difícil pronosticar el futuro de los eslabones superiores de la cadena alimentaria, como los animales que viven en el fondo del mar o los peces", sostuvo Gutt.
De todos modos, es evidente que "ocurrirá un gran cambio en la biodiversidad de Larsen, y el ecosistema, único, debajo de las barreras de hielo desaparecerá", concluyó.
El drama submarino que ya se constata debajo de las desaparecidas barreras es una competencia entre especies naturales de la región, que afrontan difíciles condiciones de supervivencia, y otras que se trasladan allí, ahora que el sol alcanza niveles más bajos del agua, lo que permite el crecimiento del fitoplancton (plancton vegetal).