Para los que luchan contra la desertificación, la tarea en Níger podría parecer en principio desalentadora. Pero hay en marcha cada vez más iniciativas para detener ese fenómeno.
El desierto de Ténéré, parte del Sahara, abarca el noreste del país, unos 350.000 de los 1.267.000 kilómetros cuadrados de todo el territorio. En total, tres cuartas partes de la tierra de Níger es desierto, que está avanzando a un ritmo de seis kilómetros por año, según el Ministerio de Ambiente.
Las lluvias son escasas. El tercer informe nacional sobre biodiversidad indicó en octubre de 2005 que las mayores cantidades de agua recolectadas por año eran inferiores a los 800 milímetros. Las temperaturas a veces pueden ascender a los 45 grados centígrados bajo la sombra en plena temporada de sequías.
Sin embargo, esos factores no disuaden a Níger de embarcarse en una variedad de proyectos para mantener a raya a la degradación de la tierra, algo urgente por el hecho de que 85 por ciento de sus 12,5 millones de habitantes dependen de la agricultura y del ganado.
De hecho, la situación de muchos en Níger ya es muy grave. Ese país de África occidental ocupó el último lugar en la lista de 177 naciones según su nivel de desarrollo humano elaborada el año pasado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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Los esfuerzos para detener el desierto están concentrados en el Plan Nacional de Acción para la Lucha contra la Desertificación y la Administración de los Recursos Naturales, creado por el gobierno para cumplir con sus obligaciones bajo la Convención de las Naciones Unidas para el Combate de la Desertificación (UNCCD).
Niamey firmó ese convenio en 1994, y lo ratificó en 1996. El plan nacional fue adoptado en diciembre de 2000.
Las pasadas y presentes iniciativas contra la desertificación son parte también de una amplia campaña para la reducción de la pobreza.
Entre estas se destaca un proyecto para estudiar las causas y los efectos de las tormentas del desierto, así como las acciones a tomar para minimizarlos.
Además, se encuentra la Iniciativa Africana por la Tierra y el Agua, cuyo proyecto piloto entre 2004 y 2005 fue financiado con 515.000 dólares del Banco Mundial.
Mientras, el Proyecto para la Administración de Bosques Naturales fue financiado con unos 15,6 millones de dólares del Banco Africano para el Desarrollo y la UNCCD entre 2000 y 2005.
Italia aportó recursos durante el período 2002-2004 para apoyar el plan nacional, mientras que el PNUD otorgó 450.000 dólares para otra iniciativa contra la pobreza.
Un plan gubernamental para estimular la participación de los jóvenes en la lucha contra la pobreza, entre 2001 y 2004, recibió 70 millones de dólares gracias a la iniciativa para Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC, por sus siglas en inglés), lanzada en 1996 por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Aún está en marcha, financiado con cuatro millones de dólares del PNUD, el Programa de Lucha contra la Pobreza.
El Programa de Acción Comunitaria, también destinado a ayudar a la población pobre, recibió 39 millones de dólares para el período 2004-2008 del Banco Mundial y de la Facilidad Ambiental Global, creada en 1991 para apoyar programas ambientales en el Sur en desarrollo.
El Programa Nacional de Forestación, por su parte, recibió 365.000 dólares de la Organización de las Nacionales Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
"La desertificación ya no es algo fatal en Níger. Es un fenómeno que se puede manejar, y que implica la participación de comunidades locales que se comprometan en la recuperación de las áreas degradadas", sostuvo el ingeniero forestal Larwanou Mahamane.
Chris Reij, especialista en recursos naturales de la Universidad de Amsterdam, tiene la misma opinión.
"Todos piensan que los árboles desaparecen de Níger, que el ambiente se degrada continuamente. Pero hemos notado en nuestras expediciones de los últimos 10, o quizás 20 años, que hay más árboles que personas en ese país", aseguró.