La política económica populista del presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, y la interferencia de su gobierno con la mayor institución financiera privada del país, el Banco Parsian, podría perturbar el futuro del sector.
El Parsian, segundo banco del país detrás del Nacional Iraní, fue fundado en julio de 2001, meses después de la autorización del funcionamiento de firmas financieras privadas luego de una prohibición de 22 años.
Pronto tuvo éxito en el sector de cuentas corrientes y de ahorro, por las altas tasas de interés que ofrecía. Hasta hace muy poco estaba en camino de iniciar un proceso de expansión internacional.
Pero el destino dependerá del dictamen final del Tribunal de Justicia Administrativa tras aplazar en octubre la descalificación, por parte del Banco Central, de Abdollah Talebi como gerente general del Parsian, supuestamente por indicación de Ahmadinejad.
Luego de recibir un reclamo por parte de Talebi, el tribunal también aplazó la asamblea general del banco, a cargo de elegir una nueva junta y un nuevo gerente general, hasta que se completen todas las instancias del proceso.
El capital y bienes del banco fueron avaluados en 8.800 millones de dólares el 21 de marzo. Las acciones, que se cotizaban en la Bolsa de Teherán a un dólar en 2004 —poco antes de las elecciones presidenciales de ese mismo año—, cayeron a un octavo de ese valor.
Los ataques de Ahmadinejad contra los bancos privados, en particular del Parsian, comenzaron poco después de iniciado el periodo de gobierno en agosto de 2005. Sin identificarlo directamente, el presidente se ha referido a la firma como una fuente de corrupción e injusticia económica.
"En los últimos años, varios bancos privados ingresaron en un ciclo enfermizo de autodenominadas actividades económicas", advirtió el mandatario en un acto de su campaña electoral en Qom en mayo de 2005.
Ahmadinejad se preguntó entonces cómo era posible que el capital de un banco privado aumentara del equivalente a 16 millones de dólares a unos 217 millones.
"Los únicos que se benefician de los enormes préstamos bancarios son ciertas personas que nunca los utilizan en el ciclo productivo, porque no es rentable. En cambio, el dinero es usado para el comercio y el lucro, y el resultado es una creciente inflación y una enorme brecha de clases", dijo.
El analista económico y político Saeed Laylaz atribuyó la animadversión de Ahmadinejad con el Banco Persian a que es propiedad de la familia del ayatolá Hashemi Rafsanjani, su principal adversario en las elecciones presidenciales.
Luego de que iniciada la presidencia de Ahmadinejad, Talebi envió al mandatario la lista de accionistas del banco para señalarle que sus dichos no se correspondían con la realidad, aseguró Laylaz, quien calificó al gerente general de "reformista extravertido".
Eso no fue suficiente para frenar el conflicto, porque "para Ahmadinejad, el Banco Parsian es un símbolo de la burguesía", agregó. "Fue un buen blanco de sus ataques populistas, para atraer la masa y reafirmarse como luchador contra el capitalismo."
"Además, el banco y su gerente general se habían resistido a sus políticas económicas, como la reducción de tasas de interés por decreto. El Parsian tiene alrededor de 80 por ciento del capital total de la banca privada iraní. Era demasiado grande y atemorizante para el gobierno. Era capaz de influir sobre el mercado", añadió el analista.
La política económica de Ahmadinejad tiene el objetivo de complacer a sectores de bajos ingresos, su principal base de apoyo político. Sus oponentes, Rafsanjani en particular, advierten que esas prácticas conducirán a una "distribución de la pobreza" más que a una "de la riqueza".
El mandatario ha acusado reiteradamente a los bancos de no actuar con sensibilidad para atender la creciente crisis de desempleo, que asciende hoy a 12 por ciento.
"Ahmadinejad no considera a los bancos, públicos o privados, como empresas generadoras de lucro. Cree, más bien, que deben ofrecer créditos sin intereses o a bajo interés para solucionar el problema del desempleo", dijo a IPS un analista que solicitó reserva sobre su identidad.
El Islam considera pecado los préstamos con cobro de intereses. Luego de la Revolución Islámica triunfante en Irán en 1978, el sistema bancario fue reformado con esa idea como norte.
Los iraníes pueden optar por cajas de ahorro que pagan o no intereses, pero los bancos siempre ofrecen sorteos con enormes premios entre los que eligen la segunda posibilidad. También ponen a disposición del público préstamos de montos reducidos libres de intereses.
"Queremos convertir nuestro sistema bancario en un sistema islámico", dijo Ahmadinejad al diario económico Sarmayeh el mes pasado. "Hay resistencias. Redujimos las tasas de interés porque así podremos combatir la inflación, pero aún hay gente para quien eso daña la producción y aumenta los precios. No creo en ese análisis."
El Banco Central descalificó a Talebi como gerente general del Banco Parsian porque, según un comunicado, el alcance de los enormes préstamos que la institución ofrecía a determinados individuos impedía que los más pobres accedieran al crédito.
El día en que se conoció el cuestionamiento, 2 de octubre, se anuló la principal transacción en la Bolsa de Teherán, al parecer por presión de Ahmadinejad.
Se trataba de la transferencia de 28,8 por ciento de las acciones del Banco Parsian, por un valor de 320 millones de dólares, de varias subsidiarias de una compañía fabricante de piezas de automóvil estatal a dos personas asociadas, Mohammad Rostami Safa y Al-Aqili.
Según la explicación oficial de la Bolsa, la transacción fue anulada porque los documentos necesarios llegaron demasiado tarde al piso.
"La transacción había sido incluso registrada por las computadoras. No había nada malo en ella. Fue una orden directa de Ahmadinejad: debieron borrar los registros del sistema informático, que estuvo colgado un día entero por esa causa", aseguró Laylaz.
"Si los jueces se resisten a las presiones en favor del Banco Persian, será una enorme desgracia para el gobierno", dijo un analista a IPS. Pero si el banco es condenado, caería con él todo el joven sistema bancario privado iraní, añadió.
"Los bancos estatales ya están al borde de la bancarrota, y deberán seguir los deseos de Ahmadinejad de ofrecer aun más préstamos sin intereses. Ése no es un buen panorama para los bancos, sean públicos o privados, ni para la economía en general", concluyó.