SALUD-SENEGAL: Antojo peligroso para embarazadas

Los mercaderes de caolín en la capital de Senegal se ubican en la parte trasera de un gran galpón del mercado de la estación de trenes. El polvo, las risas bulliciosas y el estruendo de los sacos sobre las carretillas asemejan el lugar a una mina de arcilla. Las principales clientas son mujeres embarazadas.

Muchos pueden no estar familiarizados con el caolín, un tipo de arcilla muy empleada en la fabricación de cerámicas, en especial la porcelana.

Incluso, muy pocos deben saber que además de utilizarse en la elaboración de esos productos, en Senegal y en otras partes de África occidental, también se la ingiere, principalmente por las embarazadas.

Los vendedores del vecino Malí, donde el producto se extrae en varias zonas, son los que dominan el negocio.

Un costal de caolín, de entre 90 y 95 kilogramos, se vende a unos 14 dólares. Setenta por ciento de la población de ese país vive con menos de un dólar por día, según el Informe de Desarrollo Humano 2005 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), mientras en Senegal 26 por ciento de la población está en esa situación.

Moussa Sow es un de esos vendedores malíes que desde hace 15 años ofrece su arcilla en la estación de trenes de Dakar. En cuclillas sobre su producto corta pedazos de caolín con un trozo de metal y luego los apila en bolsas de arpillera vieja.

Todas las clientas practican el mismo ritual, seleccionan un trozo, lo palpan, lo golpean y rompen un pedacito para mordisquearlo. Tras un regateo por calidad y precio, Sow termina vendiendo un montón por alrededor de un dólar.

Binta Diallo, vendedora minorista, trabaja en el mercado Castors de Dakar y cada 15 días se reabastece con Sow. Antes de revender la arcilla la rompe en pedacitos aún más pequeños.

No todo el caolín es igual. "Mi clientas prefieren el blanco. Es menos duro y más fácil de digerir", indicó a IPS explicando la diferencia entre la arcilla gris y la blanca.

Antes vendía maní, pero los alimentos no pueden competir con la arcilla en lo que respecta a manjares. "Cuando hace calor, como ahora, lo vendo muy rápido", añadió mientras embolsaba el caolín.

El calor favorece las ventas, pero es en la época de lluvias cuando más réditos obtienen los vendedores de caolín.

"Los precios de disparan cuando llueve porque los proveedores no pueden acceder a los sitios (de extracción). El precio del costal puede llegar a 20 dólares", indicó Sow.

En África occidental las que más sienten el alza de los precios son las mujeres embarazadas que se antojan y consumen caolín a pesar de los peligros que les ocasiona.

"El caolín huele a arena, cuando estoy embarazada eso me gusta. Es eso lo que más me atrae. Cuando no como me siento muy mal, tiemblo y tengo vértigo", relató Rokhaya Sène, de 39 años.

"Cuando me antojaba no podía parar. Tenía que conseguirlo a cualquier precio", señaló Marie-Jeanne Tening Diouf, de 67 años, que estuvo 10 veces embarazada.

Diouf consumió caolín blanco en casi todos sus embarazos. Sólo dejó de hacerlo cuando le causó problemas de salud, como la anemia.

El caolín impide la absorción de ciertos nutrientes, como el hierro, fundamental para la producción de esas glóbulos rojos.

Para algunas personas, la anemia puede ser simplemente molesta, provocar cansancio y falta de aire.

Pero es grave en mujeres embarazadas. Las complicaciones causadas por la anemia van desde partos prematuros y niños de bajo peso hasta excesiva pérdida de sangre en el parto, e incluso puede causar la muerte materna o fetal.

"Cuando la madre tiene anemia, el bebe tiene un retardo de crecimiento y puede producirse un aborto o la muerte del feto por no estar bien nutrido", explicó la ginecóloga Claudine Doumbia.

Sène aprendió esa lección a un costo muy alto: la pérdida de su primer hijo. "Fue después, mucho después que supe que por comer demasiado caolín mi hijo no sobrevivió. Seguí consumiendo pero no como antes", relató cabizbaja.

La situación empeora porque las mujeres que llegan con anemia al Hospital Principal de Dakar proceden de zonas donde la desnutrición ya es un problema grave.

"Estas mujeres tienen bebes que ni siquiera pesan dos kilogramos al nacer, niños anémicos susceptibles de infecciones. Las madres sangran mucho y presentan problemas de coagulación en el parto. A veces, pierden la vida", señaló Franck Kpékpédé, ginecólogo del hospital.

Además, el caolín consumido en África se extrae de la arena y puede contener microorganismos, como parásitos intestinales que agravan la desnutrición.

Se trata de que las mujeres embarazadas no cedan al impulso hormonal y dejen de comer arcilla, pero no siempre se logra. "Las sensibilizamos y les pedimos que abandonen el caolín. Algunas entienden, otras no", señaló Doumbia.

La costumbre puede resultar extraña, pero no es exclusiva de África occidental. Varios informes indican que la arcilla también se consume en el sur de Estados Unidos, en especial entre las mujeres negras. Se cree que el hábito llegó a ese país con los esclavos.

La práctica también es una cuestión cultural y una tradición pues quienes hoy consumen caolín sin duda vieron a sus madres y ellas a las suyas.

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