«Cuando Dios mira mi trabajo, se complace. Pero cuando observa mi salario, llora», reza un cartel desplegado en la oficina de Norbert Booi, un maestro de secundaria de una escuela pública en Katutura, el más antiguo suburbio de la capital de Namibia.
El texto evidencia lo que pasa por la cabeza de este maestro de inglés de la escuela A. Shipena mientras ojea la sección de avisos clasificados del Republikein, uno de los tres diarios de Namibia.
"Se necesita un milagro para dictar clase sin las herramientas básicas", dice Booi refiriéndose a sus desfavorables condiciones de trabajo.
Pero Booi es afortunado de estar enseñando en la capital. Su contraparte, Martin Natangwe, un expatriado de Zambia y profesor de ciencias en la región de Kavango, ubicada en la frontera norte, no ha tenido esta suerte.
La cabaña que comparte con su mujer y su hija de cuatro años corresponde a la era del hierro. La escuela no tiene servicio de acueducto, ni sanitarios. Hay pocas provisiones de libros de texto y de materiales de escritura. Tampoco hay laboratorios para las clases prácticas de ciencias.
"Es difícil dar una lección. Con razón que tan pocos estudiantes aprueban el año", sostuvo Natangwe.
Además, Kavango es una región propensa a las inundaciones. Los profesores se preparan para la estación de lluvias. Además del creciente ausentismo que se registra en esa época, algunos tienen que dictar clases bajo los árboles. Otros deben enfrentarse con aulas inundadas o a punto de colapsar, dado que las estructuras son muy débiles para soportar los avatares del clima.
Sin embargo, Natangwe no puede cambiar de trabajo, pues tiene un contrato laboral para extranjeros, que le impide buscar otro empleo.
Pasilius Haingura, secretario general de la National Association of Namibian Teachers' Unions (Nantu, Asociación Nacional de Sindicatos de Profesores de Namibia), confirmó que muchos de los 20.000 maestros quieren cambiar de profesión.
Tras indicar que los profesores tienen mejores salarios que otros funcionarios públicos, Haingura dijo que las condiciones en que deben trabajar son tan malas que no tienen más remedio que buscar otro empleo. Además, hay pocos incentivos para retener a los más calificados.
"Los profesores no solamente abandonan las escuelas públicas por las privadas, sino para (trabajar en) empresas paraestatales o del sector privado", dijo. "Las condiciones del servicio son patéticas". Los maestros reciben subvenciones de vivienda y transporte, pero no son lo suficientemente buenas para compensar los otros problemas.
Maestras y maestros también tienen que vérselas con clases muy numerosas. "En la mayoría de las escuelas, las aulas pueden tener hasta 50 alumnos, es decir, 15 más de lo estimado en las cifras mundiales, y no cuentan con recursos", dijo Haingura.
Según la Nantu, 2.000 maestros del sector público abandonan el sistema educativo anualmente, mientras en las escuelas superiores y la universidad sólo se gradúan 1.200 nuevos profesores por año para reemplazarlos, en este país de unos dos millones de habitantes.
El gobierno de Namibia admite que no todo está bien en el campo educativo. La viceprimera ministra Libertina Amathila manifestó su preocupación por la deserción de profesores calificados de la enseñanza pública en búsqueda de mejores oportunidades.
En marzo, el sector educativo recibió una partida de cerca de 52 millones de dólares de un total de 400 millones de dólares asignados a la educación, la porción más grande del presupuesto nacional 2006-2007, que asciende a unos 2.000 millones de dólares. Sin embargo, esta suma es insuficiente para cubrir todas las necesidades.
En total, 90 por ciento del presupuesto educativo se va en salarios, dejando muy poco para infraestructura, materiales y equipos. Subsiste un déficit y la desigualdad en la distribución de maestros calificados. Hay muy pocas aulas para la creciente cantidad de alumnos. Frecuentemente, estudiantes mal preparados son admitidos en grados superiores, aunque no hayan aprobado los exámenes para pasar al grado siguiente.
Namibia adoptó la política de ascender automáticamente a los estudiantes de educación primaria y media, del grado uno al nueve y del 10 al 11, dado que la mayoría de las escuelas no tienen espacio para repetidores.
Este año, el bajo índice de aprobación del examen final despertó voces a favor de reformar la enseñanza. De los 13.850 estudiantes que terminaron el grado 12 en 2005, sólo 2.840 fueron admitidos por la Universidad de Namibia y el Politécnico nacional.
Ambas instituciones se quejan de verse obligadas a admitir estudiantes que no hablan ni escriben el inglés básico.
Desde el año pasado, el gobierno ha considerado revitalizar el sector educativo mediante la contratación de maestros calificados en ciencia e inglés.
A través del gubernamental Programa de Mejoramiento de la Educación y la Capacitación (ETSIP, por su sigla en inglés) se espera "producir ciudadanos con buena preparación secundaria y que puedan aplicar el conocimiento científico, usar la información y desarrollar las destrezas necesarias para acceder a mejores ingresos", dijo el ministro de Educación, Nangoloh Mbumba.
La iniciativa enfatiza en la formación de los maestros y en el desarrollo de destrezas científicas para el mercado de trabajo.
A Haingura no lo tranquiliza el programa gubernamental. "Nos preocupan los recursos para captar maestros", dijo.
También duda sobre la existencia de fondos suficientes para desarrollar el ETSIP. El gobierno pretende reunir 322 millones de dólares en los próximos cinco años para financiar el programa.
De acuerdo con Toivo Mvula, jefe de prensa del Ministerio de Educación, "el problema es que los centros de formación de maestros no tienen la capacidad para preparar suficientes profesores".
Mvula dijo a IPS que en el marco del ETSIP, el gobierno está enviando maestros a Zimbabwe y a Cuba para que se capaciten en inglés, matemáticas y ciencia.
Cinco nuevas escuelas fueron construidas en Windhoek y algunas otras fueron mejoradas para aliviar el déficit de aulas registrado a principios de este año.