Los países en desarrollo y las economías en transición se han transformado en fuentes importantes de inversiones extranjeras con la peculiaridad de que ese flujo se orienta en forma masiva hacia las naciones del Sur.
En consecuencia, las transnacionales del Sur ya forman parte del paisaje de las inversiones internacionales, describió Anne Miroux, jefa del servicio de análisis de inversiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).
Miroux es la coordinadora de la redacción del Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2006, que este año se ocupa principalmente de esa transmutación continua aunque todavía incipiente de los países en desarrollo.
Por ejemplo, en las operaciones internacionales de fusión y adquisición de empresas —uno de los modos de emplear recursos como inversiones extranjeras— la parte correspondiente a los países en desarrollo ascendía en 1987 a sólo cuatro por ciento.
En 2005, el año examinado por el informe de la Unctad distribuido este lunes, los países en desarrollo ya habían participado en 13 por ciento de esa clase de negociaciones internacionales.
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Este es un rasgo destacado porque no estabamos acostumbrados a ver grandes compañías del Sur que adquirían "las joyas empresariales de los países industrializados", remarcó la experta.
La irrupción de los países en desarrollo como nuevas fuentes de inversiones extranjeras ya constituye un hecho adquirido y sin retorno. Se trata de un movimiento fuerte, estructural, y las fuerzas que lo impulsan, la mundialización y la liberalización, "se caracterizan por su enorme potencia y su perdurabilidad", interpretó Miroux.
Por lo demás, en general las inversiones extranjeras directas (IED) parecen haber recuperado la lozanía que tuvieron a finales del decenio de 1990. Los flujos aumentaron en 2005 hasta llegar a 916.000 millones de dólares, con un incremento de 29 por ciento respecto al año anterior.
Ese comportamiento reprodujo la tendencia anotada en 2004, cuando las IED crecieron 27 por ciento, y anticipa que se repetirá inclusive en el presente 2006, con posibilidades de extenderse hasta 2007.
El fenómeno del crecimiento de las inversiones ha resultado interesante para los expertos de la Unctad porque se presentó en todas las grandes regiones del mundo, "lo que es relativamente excepcional", subrayó la especialista.
Pero en particular, el incremento se observó con mayor nitidez en África y en Asia occidental, región esta última que la jerga de la ONU identifica como Medio Oriente y los países del Golfo. En esas áreas, el aumento fue extremadamente importante pues osciló en 80 por ciento, mencionaron los investigadores de la Unctad.
Tal conducta de las IED en esas regiones se vincula con lo que ocurre en el sector de los recursos naturales, precisó Miroux.
De todos modos, como es habitual, los países industrializados han seguido recibiendo la parte del león de las IED, que en 2005 osciló entre 60 y 65 por ciento del flujo global.
Entre los países en desarrollo, Asia meridional y Asia sudoriental se mantienen como los primeros polos de atracción de las inversiones, a pesar de los aumentos significativos registrados por África y Medio Oriente.
Miroux llamó la atención sobre la debilidad de los flujos y el escaso aumento que han registrado los países menos adelantados (PMA).
Con respecto al nuevo papel de inversores internacionales de los países en desarrollo, el estudio de la Unctad mostró que el primer lugar de la clasificación establecida en función del monto acumulado de salida de la IED, corresponde a Hong Kong.
Las primeras 10 posiciones de esa clasificación se completan con el centro financiero de ultramar de Islas Vírgenes Británicas, Rusia, Singapur, Taiwan, Brasil (el único de América Latina ubicado en este tipo de clasificación), China, Malasia, Sudáfrica y Corea del Sur.
Las IED de los países en desarrollo muestran una característica de concentración elevada porque más de 80 por ciento del monto acumulado corresponde a los 10 países citados.
Otro rasgo de esta actividad de los países en desarrollo es la creciente importancia adquirida por Asia, corroboró el informe preparado por la agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
Una peculiaridad más es la dominación del sector de servicios. Este aspecto es destacado porque los medios de comunicación han mencionado una primacía de las operaciones destinadas a recursos naturales, dijo Miroux.
Sin embargo, el sector servicios es dominante, con 63 por ciento del valor de las fusiones y adquisiciones de empresas con sede en países en desarrollo y en economías en transición, reveló.
Un hecho importante para los países en desarrollo es que estas inversiones se dirigen esencialmente hacia otros países en desarrollo. En los últimos años, un promedio de tres cuartas partes del flujo ha sido de corrientes Sur-Sur. En 2005 se arriba casi a 90 por ciento.
También sobresale el hecho de que este flujo Sur-Sur se registra sobre todo en el plano intrarregional. Las empresas asiáticas invierten en Asia, los latinoamericanos en América Latina y los africanos, en particular Sudáfrica, lo hacen en su continente, explicó la experta.
El surgimiento de estas transnacionales del Sur corresponde a una profunda mutación de la economía mundial que confiere un peso económico y político creciente a ciertos países en desarrollo, resumió Miroux.
Las transnacionales del Sur son una manifestación suplementaria de una transferencia de poder económico a las zonas en desarrollo y en particular a Asia. "Estamos convencidos de que las consecuencias económicas y políticas serán profundas", dijo.
Con respecto al proteccionismo en el marco del flujo de inversiones Sur-Norte, Miroux dijo que lo interpretaba como un fenómeno de reacción en el Norte a las tentativas, por ejemplo, de compra por parte de los países del Sur.
La experta mencionó el caso de la compra por DP World, una compañía de Emiratos Árabes Unidos, de la firma P&O de Gran Bretaña dedicada a la administración de puertos y de transporte marítimo que se ocupaba de operaciones en distintos muelles de Estados Unidos.
Esa adquisición provocó en Estados Unidos una ola de protestas por motivos de seguridad, recordó la funcionaria de la Unctad.
Otro caso fue la polémica desatada por la compra de la acería india Mittal Steel del grupo siderúrgico europeo Arcelor, que causó descontento.
Miroux describió que en América Latina hay una tendencia nueva, sobre todo en el sector de recursos naturales, "donde no se puede hablar de proteccionismo", y que se aplica a todas las empresas transnacionales sean del Norte o del Sur. "Creo que la fórmula se debería discutir", dijo.
"Lo que se observa en la región corresponde más a un deseo político de los responsables de aprovechar mejor, de obtener mayor beneficio de las inversiones internacionales en especial en el sector petrolero o de recursos naturales", comentó.
La experta admitió que "en verdad nosotros hemos advertido este año, en particular en América Latina, cierto número de disposiciones que son mucho más apremiantes para las transnacionales. Pero más que un rechazo total de las inversiones extranjeras, se trata de compartir los beneficios, con probabilidad en el terreno fiscal, como en el caso de Bolivia".
El gobierno boliviano nacionalizó los hidrocarburos este año y dispuso la renegociación de los contratos con las empresas extranjeras que operaban en el sector.
Miroux insistió en que "existe en efecto esa tendencia que en todo caso se manifiesta sobre todo en América Latina. En África no la hemos visto todavía. Se limita solo al sector de los recursos naturales y tal vez también al sector de servicios de infraestructura donde se han observado actitudes menos favorables que en el pasado".
Esas disposiciones de los gobiernos están asimismo vinculadas a la cuestión de los precios de los productos básicos. "Se trata de un asunto de poder de negociación porque como el precio del petróleo sube, las cartas en la mano de los países productores son mucho más valiosas que hace 10 años", concluyó.