– Si bien hubo modestos logros al bajar el costo de los medicamentos antirretrovirales contra el sida, estas fórmulas ya no funcionan para un creciente número de personas, que ahora necesitan las llamadas drogas «de segunda línea», aún demasiado caras.
Gracias a la competencia de los medicamentos genéricos y a la sostenida presión de los activistas, el costo anual de las drogas contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) cayó de 10.000 dólares a unos 140 dólares por paciente en países como Sudáfrica.
Sin embargo, otros medicamentos deben ser tomados a diario para mantener acorralado al VIH (virus de inmunodeficiencia adquirida, causante del sida).
En la XVI Conferencia Internacional sobre Sida, que concluye este viernes en la sudoriental ciudad canadiense de Toronto, la gigante farmacéutica estadounidense Abbott Laboratories fue la más atacada por los activistas debido al alto costo de su medicamento antirretroviral Kaletra, que ronda entre los 500 y los 2.000 dólares.
"La gente primero que las ganancias. ¿Dónde estás, Abbott? ¡Salva la vida de las personas!", gritaban manifestantes frente al edificio donde se celebra el encuentro.
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Kaletra es una terapia de segunda línea, es decir, administrada cuando las drogas antirretrovirales convencionales han perdido eficacia en el paciente o causan graves efectos secundarios.
La necesidad de medicamentos de segunda línea va en aumento. Más de cuatro por ciento de los pacientes con VIH los requieren, según la Organización Mundial de la Salud. Se espera que ese número crezca, ya que cada vez más personas desarrollan una resistencia a las medicinas de primera línea luego de años de terapia.
Kaletra es la droga más recetada en esta categoría, y cuesta 7.500 dólares por año en Estados Unidos. Debe ser administrada junto con otras medicinas antirretrovirales.
En la apertura de la Conferencia, Abbott anunció que 69 países de África y otras naciones pobres podrían comprar la droga a un precio especial de 500 dólares por persona al año. India, Pakistán, Vietnam y otros 40 países tendrán una tarifa de 2.200 dólares.
Pero activistas señalan que incluso 500 dólares es un precio demasiado alto, y que 2.200 dólares hacen al medicamento inalcanzable para la gran parte de los habitantes del Sur.
"Esta es una droga esencial que muchas personas necesitan en África. Debe ser más accesible", sostuvo el presidente de la Sociedad Sudafricana de Médicos Clínicos contra el VIH, Francois Venter.
La reducción del precio de Kaletra fue el resultado de años de presión de parte de organizaciones de la sociedad civil, como People Living with HIV/AIDS (Personas con VIH/Sida) y Médicos Sin Fronteras.
Abbott comenzó a vender una nueva forma de la droga, llamada Aluvia, que no requiere refrigeración. Aunque está disponible en América del Norte y Europa, aún no ha sido registrada para su uso en otras partes del planeta, criticaron activistas.
"Es la medicina perfecta para África, porque no necesita refrigeración, no tiene que ser administrada con alimentos y tiene menos efectos colaterales", dijo Matthew Kavanagh, de la Campaña Global de Estudiantes contra el Sida.
"Ante las enormes ganancias de Abbott, creemos que deberían encontrar suficientes personas para llenar las formas y registrar la droga en los países africanos", añadió.
La compañía asegura que ya lo está haciendo. "Estamos esperando la aprobación para usarla en 12 países africanos", dijo a IPS la directora de asuntos públicos de Abbot, Jennifer Smoter.
El registro de un medicamento debe hacerse país por país, y Abbott procura registrarla también en América Latina, señaló.
Smoter defendió los precios de Kaletra. "Quinientos dólares es lo que cuesta hacer la droga. Abbott no gana nada con el precio de 500 dólares" para África, explicó.
El proceso de fabricación es mucho más complejo en el caso de los medicamentos de segunda línea. Se necesita una tecnología especial patentada, indicó.
Por otra parte, Somter admitió que "Abbott prefiere invertir en aumentar su capacidad de fabricación en vez de trabajar con compañías que hacen genéricos".
Pero las grandes farmacéuticas no fueron las únicas atacadas por los activistas en la Conferencia. También fueron señalados los gobiernos.
Médicos Sin Fronteras criticó a las autoridades sanitarias de "tener la cabeza en la arena" e ignorar al hecho de que crece la resistencia a los antirretrovirales genéricos convencionales entre los pobres, y que se necesitan medicinas de segunda línea.
En Kenia, ese grupo paga 1.400 dólares por paciente al año para mantener un régimen de tratamientos de segunda línea, contra apenas 200 dólares por los medicamentos convencionales.
En los países de medianos ingresos, la diferencia de precios es aún mayor. En Guatemala, un régimen de segunda línea cuesta 6.500 dólares, 28 veces más que el de primera línea.
"Asegurar el acceso a medicinas nuevas es la única manera de garantizar la calidad a largo plazo para personas con VIH/Sida en el mundo en desarrollo", dijo Alexandra Calmy, de la Campaña para el Acceso a Medicinas Esenciales de Médicos Sin Fronteras.