COMERCIO: Colapso de Doha entre el terror y el aplauso

La debacle de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra dividió a activistas contra la pobreza y en favor de la justicia comercial entre el aplauso y el terror a lo que vendrá.

Algunos críticos de la OMC indican que la suspensión por tiempo indefinido de la Ronda de Doha de negociaciones multilaterales de comercio podría resultar, a la postre, beneficiosa para los países pobres.

"Es una buena noticia para millones de personas que temían que un acuerdo de la OMC empobreciera aun más a los pueblos más pobres del mundo y causara daños irreparables al ambiente", declaró el lunes, al conocerse el resultado de la reunión en Ginebra, la organización Amigos de la Tierra Internacional.

Si cada vez más recursos naturales son objeto de intercambio en lugar de mejorar las condiciones de uso a nivel local, como proponen algunos países industrializados y corporaciones transnacionales en la Ronda de Doha, la pobreza se agravará, según Amigos de la Tierra.

Pero otros activistas consideran que el colapso de las negociaciones podría no beneficiar a las naciones más pobres porque ya están atadas a un sistema comercial internacional que le brinda a los países ricos una mayor penetración en el mundo pobre.

"Al contrario de lo que sostienen algunos activistas antiglobalización, los países en desarrollo tienen mucho que ganar de una cuerdo que promueva un comercio más libre y más justo", dijo la analista Antoine Bouet, del Instituto de Investigaciones sobre Política Alimentaria (IFPRI), organización radicada en Washington.

Bouet argumentó que si la Ronda de Doha determina a los países pobres "acceso pleno a los mercados ricos", con un descenso al mínimo de los aranceles de sus productos agrícolas "sensibles y especiales", el Sur se beneficiaría.

Las dificultades que precipitaron la postergación de las negociaciones diplomáticas entre representantes de seis países y bloques clave —Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Brasil, India y Australia— fueron los subsidios que ofrecen los países ricos a sus grandes compañías agrícolas.

La Unión Europea cuestiona a Estados Unidos por no acceder a recortes drásticos de sus subsidios. Por su parte, Washington acusa a Bruselas porque, según sus cálculos, los subsidios europeos más que duplican los estadounidenses.

Los negociadores esadounidenses también consideran que los países europeos rechazaron sus propuestas de mejorar el acceso de bienes y servicios a los mercados del bloque.

Un informe de la OMC difundido el lunes indica que fue difícil alcanzar un acuerdo sobre reducción del apoyo a la producción agrícola por diferencias entre las cifras que manejaban unos y otros negociadores.

Pero el estudio de la organización multilateral intenta separar las aguas. Según el informe, el apoyo europeo a su producción agrícola ascendió entre 1995 y 2001 a un promedio anual de 89.000 millones de dólares, y el de Estados Unidos, a 66.100 millones.

En estas cifras no figuran los subsidios a las exportaciones y otras fuentes de asistencia estatal directa, que las elevaría aun más.

"Todo lo que los países ricos prometieron fue reempaquetar el apoyo doméstico existente más que realizar recortes reales", según Aftab Alam Khan, de la organización ActionAid, una de las principales impulsoras del comercio justo.

Tal rigidez dejó a los países en desarrollo, presionados para continuar abriendo sus mercados, a perder la esperanza de asegurarse un acuerdo agrícola mejor, según observadores del proceso.

"Están en cuestión los medios de supervivencia de 2.000 millones de agricultores de todo el mundo, muchos de los cuales ganan menos de un dólar diario. Los países en desarrollo esperaban mejoras reales en las normas de comercio agrícola", dijo Raymond Offenheiser, presidente de la filial estadounidense de Oxfam.

"Pero los países ricos no demostraron una flexibilidad real en materia agrícola. Reclamaban concesiones al mismo tiempo que protegen sus propios mercados y sus masivos subsidios", explicó.

Otros analistas advierten que la injusticia va más allá de la agricultura, pues consta también en las propuestas de servicios y mercaderías industriales.

"Iniciativas extremistas, como el plan de limitar las regulaciones nacionales de servicios como la salud y la energía, chocaron con la oposición de funcionarios locales y nacionales en países de todo el mundo", dijo Lori Wallach, directora de la organización estadounidense Public Citizen's Global Trade Watch.

El descarrilamiento de la Ronda de Doha significa que quedarán congeladas propuestas para aceitar la oposición de los países pobres a sus reclamos, como las de mejorar la asistencia al desarrollo y el ingreso de artículos libres de aranceles a los mercados del Norte, según Kimberly Elliott, del Centro para el Desarrollo Global.

"Si la Ronda no se reanima, los grandes perdedores serán los países en desarrollo más chicos y pobres", advirtió Elliott.

De todos modos, la mayoría de las organizaciones de la sociedad civil coinciden en que el impasse en la OMC representa una oportunidad para que todos los bandos en pugna reafirmen su convicción en el libre comercio, lo cual sería funcional a la estrategia de los países ricos.

"Démosles cuatro meses, démosles cuatro años, démosles cuatro siglos más… Pero a menos que la Unión Europea y Estados Unidos cambien significativamente sus ofertas, estas negociaciones no traerán el desarrollo", dijo la directora de la Campaña por Comercio Justo de Oxfam, Celine Charveriat. (

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