«Tierras áridas, nuestro modo de vida. Salvémoslas.» Tal es la consigna adoptada por Kenia para el Día Mundial del Medio Ambiente, que este año se concentra en la defensa de los desiertos y sus moradores.
El distrito de Garissa, en la Provincia Nororiental de Kenia, es anfitrión de la celebración nacional de esta fecha, que en todo el mundo tiene como leit motiv "no desertifiquen las tierras áridas".
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), una zona árida es un área donde hay pocas lluvias y una elevada evaporación.
En muchos sentidos, los problemas de la Provincia Nororiental son típicos de los desiertos de todas partes: falta de carreteras y otras infraestructuras y servicios de salud y educación inadecuados, entre muchos otros.
En esta provincia keniata hay un médico por cada 120.000 personas, cuando no muy lejos, en la Provincia Central, hay uno por cada 20.000, advirtió en 2004 la oficina para África oriental de la no gubernamental Sociedad para el Desarrollo Internacional en su informe.
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Según el censo más reciente, realizado en 1999, la Provincia Nororiental alberga a unas 960.000 personas.
El estudio de la Sociedad para el Desarrollo Internacional, titulado "Echando por tierra: Hechos y cifras asombrosas sobre la desigualdad en Kenia", también dice que apenas uno de cada tres niños en esa provincia asiste a la escuela primaria, mientras que la asistencia a la escuela primaria es universal en la Provincia Central.
"Las personas que residen en tierras áridas, 90 por ciento de las cuales viven en países en desarrollo, están muy rezagadas en relación con el resto del mundo en materia de indicadores de bienestar humano y desarrollo", observa el Pnuma.
"Las tierras áridas están empobrecidas porque los pobres que viven en ellas, especialmente las mujeres, rara vez tienen una voz política fuerte y a menudo carecen de servicios esenciales, tales como atención a la salud, extensión agrícola y educación", agrega la agencia.
La producción de animales de cría es el principal medio de vida en la Provincia Nororiental. Estadísticas de la Autoridad Nacional para la Administración Ambiental indican que alrededor de 90 por ciento de los ingresos de los hogares proceden de esa actividad.
Sin embargo, los alimentos y el agua para el ganado y otros animales son limitados. Esto desató un conflicto por los recursos en torno de las comunidades rurales en el área, donde los enfrentamientos obligan a las personas a huir de sus hogares.
En julio de 2005, unas 90 personas murieron en episodios de violencia entre clanes en la septentrional localidad de Marsabit.
La gran población de animales de cría también perjudicó el ambiente, ya degradado.
"Hay una necesidad de asegurar la concientización sobre la importancia de mantener animales de modo sustentable", dijo Betty Nzioka, directora en funciones del departamento de Información Ambiental y Participación Pública de la Autoridad Nacional para la Administración Ambiental.
"Existe una necesidad de hacer que estas personas tengan animales de calidad, que no solamente estén preocupadas por los números", agregó.
El Pnuma alega que, globalmente, hasta 20 por ciento de las zonas áridas sufren degradación, y que el problema se agrava en las naciones en desarrollo.
Wambugu Wamahiu, del no gubernamental Movimiento Cinturón Verde, recomendó la concientización a través de campañas educativas que cambien el modo de pensar de los habitantes de zonas áridas. "Tienen la ancestral creencia de que los números del ganado lo dicen todo", afirmó.
"Ellos deberían saber que teniendo demasiados animales no se hacen ningún bien. Los animales corren por todo el lugar y destruyen la escasa vegetación, aflojan el suelo cuando llueve y todo el suelo se erosiona", añadió.
Pero, antes que nada, "el gobierno debe proporcionar agua para asegurar nuestro bienestar. Las mujeres tienen que caminar miles de kilómetros solo para obtener agua", dijo a IPS Hubbie Hussein Al-Haji, de Womankind Kenya, una organización dedicada al desarrollo en el área.
Las autoridades alegan que las iniciativas para aumentar los puntos de suministro de agua ya están en curso.
"Este año el gobierno efectuó 200 perforaciones y construyó 300 represas y depósitos para almacenamiento y suministro de agua. El gobierno también revitaliza el desarrollo de irrigación y drenaje en varias partes del país", dijo el presidente Mwai Kibaki en un discurso público pronunciado el 1 de junio.
Pero los residentes de zonas áridas que participaron en una transmisión interactiva en vivo por parte de un canal de televisión local el mismo día parecieron no estar al tanto de tales proyectos o de otras iniciativas oficiales para el desarrollo.
Varios años de sequía en el norte y este del país también empeoraron las ya difíciles condiciones de vida, volviendo a una gran parte de la población en dependiente de la asistencia alimentaria.
El Programa Mundial de Alimentos, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió fondos para poder dar comida a unos 3,5 millones de personas hasta febrero próximo.
La presión de las necesidades y actividades humanas diarias sobre las tierras áridas puede ser devastadora.
Tal es el caso de los campamentos de refugiados de Ifo, Dagahaley y Hagadera, que se instalaron alrededor del pueblo de Dadaab, en la Provincia Nororiental.
Los campamentos tienen una población de unos 130.000 habitantes —la mayoría somalíes que huyeron de la violencia en su país— y existen desde hace unos 15 años.
"Todos ellos dependen de la madera como combustibleà Talaron árboles autóctonos para obtener leña. Esto dañó completamente el ecosistema de todo el lugar", dijo Nzioka.
La pobreza también empujó a los keniatas de la zona a usar de modo no sostenible los árboles del área, que son empleados para producir carbón vegetal o madera para la venta, según una investigación realizada por la Autoridad Nacional para la Administración Ambiental.
Treinta por ciento de los habitantes de Kenia ocupan tierras áridas, que constituyen cerca de 90 por ciento del territorio de este país de África oriental, según la Autoridad Nacional para la Administración Ambiental.
Según el sitio web del Día Mundial del Medio Ambiente, más de 2.000 millones de personas (un tercio de la población mundial) viven en zonas áridas, que representan 41 por ciento de todo el territorio.
Las celebraciones del 5 de junio forman parte de un esfuerzo más amplio para generar conciencia sobre la fragilidad de las regiones secas. La Asamblea General de la ONU también declaró a 2006 "Año Internacional de los Desiertos y la Desertificación".