Profundas tensiones raciales, sociales y económicas salieron a la superficie en esta ciudad del sudeste de Estados Unidos, donde dos deportistas universitarios blancos fueron acusados del secuestro y violación de una mujer negra.
Los conflictos entre negros y blancos y la simbiótica —aunque no siempre fácil— relación entre la ciudad obrera de Durham y la Universidad Duke, un centro de estudios de elite en el estado de Carolina del Norte, son algunos de los elementos que rodean el caso.
También influye la política: el fiscal a cargo de la investigación, Mike Nifong, se encuentra en campaña por la reelección, y, por lo tanto, está sometido a intensa presión pública para lograr una condena. En Estados Unidos, los fiscales de distrito son elegidos por la ciudadanía.
El 13 de marzo, una mujer negra de 27 años, cuyo nombre no ha sido dado a conocer, fue contratada como bailarina desnudista para una fiesta del equipo masculino de lacrosse de la Universidad Duke, en el que revista un solo jugador negro.
La víctima asegura haber sido arrastrada a un baño exterior en el sector de viviendas estudiantiles de la universidad donde se celebraba la fiesta. Allí, sostuvo, fue violada y golpeada por tres hombres.
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El 17 de abril, dos jugadores que participaban en la fiesta —Collin Finnerty, de 19 años, y Reade Seligmann, de 20— fueron arrestados por su supuesta conexión con el crimen. Ambos afrontan una acusación de delito sexual y secuestro y otra por violación en primer grado.
Si son hallados culpables por los dos cargos, la condena podría ascender hasta a 46 años de prisión. Finnerty y Seligmann fueron retirados de la cárcel por sus respectivos padres. Hasta ahora no se fijó fecha para la audiencia.
Considerado el primer deporte norteamericano, el lacrosse tiene origen indígena y se practica sobre un campo de césped y con reglas similares al hockey. Se practica con una bola de goma que se guía con palos con una red de cuero o soga en el extremo. Las normas del juego toleran cierto grado de violencia.
Algunos residentes de Durham defienden a los acusados, en una actitud que combina en partes iguales solidaridad comunitaria y racismo, según observadores.
Muchos recuerdan las tres cruces encendidas, tradicional muestra de adhesión a la organización supremacista blanca Ku Klux Klan, aparecidas el año pasado en la ciudad.
Pero cientos de ciudadanos blancos y negros también realizaron vigilias en protesta por la violación.
"El ingreso medio de los ciudadanos de Durham es de unos 43.000 dólares anuales, y tenemos una gran clase media negra. Nuestro desempleo es de apenas 4,4 por ciento", dijo a IPS el alcalde de Durham, Bill Bell.
La visión del obispo John Bennet, de la Iglesia del Renacimiento Apostólico de Durham, es menos idílica. El conflicto que nutre el caso radica en "la diferencia económica entre afroestadounidenses y caucásicos", afirmó.
"Tanto blancos como afroestadounidenses me han manifestado quejas" por la difícil situación financiera que atraviesa la población de la ciudad, sostuvo el clérigo.
Varias protestas realizadas a raíz del caso fueron cubiertas por medios de comunicación nacionales. Bennet organizó y se dirigió al público en uno de ellos. "No estamos juzgando a estos dos jóvenes ni a la joven afroestadounidense. Estamos rezando por esta comunidad", sostuvo entonces.
La estratificación social es otro factor en consideración. Los acusados pagan unos 43.000 dólares al año por su educación, y la mayoría del estudiantado de la Universidad Duke es blanca. La víctima era, a su vez, estudiante de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, de mayoría negra y con costos cuatro veces menores a los de Duke.
"En el nordeste de Durham se ve la mayor pobreza. Cuando los políticos quieren solucionar los problemas económicos, el único factor que atienden es el racial", afirmó Michael Palmer, director de Asuntos Comunitarios de la Universidad Duke.
Todos los entrevistados por IPS consideraron que los medios nacionales de comunicación exageran, de algún modo, las fricciones entre blancos y negros en el área y dentro de la universidad.
De todos modos, es innegable que la tensión racial es un factor clave del caso. La supuesta víctima dijo a la policía que cuando abandonaba la fiesta, un joven blanco le gritó: "Dale gracias de mi parte a tu abuelo por mi camiseta de algodón." Se trataba de una alusión a la esclavitud en las plantaciones del Sur.
Durante la reunión de ex alumnos de Duke celebrada los días 21, 22 y 23 de abril, el presidente de la Universidad, Richard Brodhead, dijo que el centro de estudios crearía comités para atender los problemas que salieron a la luz pública por el caso de violación.
Pero Brodhead se negó a explayarse al respecto ante la prensa, pues, dijo, el incidente está aún bajo investigación.
Dentro del campus, el clima es de desánimo y susceptibilidad. Las conversaciones entre estudiantes escuchadas al pasar suelen incluir la frase "cuando esta cosa se termine". Los ex alumnos que asistieron a la reunión de abril evitaron las cámaras de televisión.
Las autoridades universitarias también divulgaron entonces una hoja informativa titulada "Cómo tratar a los medios noticiosos durante la reunión".
La Universidad Duke aportó 3.200 millones de dólares a la economía de Durham el año pasado, según la Oficina de Asuntos Públicos del centro de estudios.
La ciudad tiene una población de 187.000 personas, 45 por ciento de las cuales son negras. Durham fue una de las escalas de gira de Martin Luther King Jr., el asesinado líder del movimiento por los derechos civiles de la minoría negra galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1964.
"Hay muchos comités de acción política en el área, algunos dedicados a las relaciones raciales, pero ninguno dedicado exclusivamente a eso", dijo Jim Wise, periodista del diario local Raleigh News and Observer.
"No creo que haya más racismo en Durham que en cualquier otro lugar del Sur. Buena parte del problema estaba latente, y los medios de comunicación, de algún modo, lo despertaron, porque tenemos mucha historia de conflictos raciales", concluyó Wise. (