Enfermeros de Mozambique realizarán y supervisarán tratamientos antirretrovirales, tareas normalmente a cargo de médicos, ante la escasez de trabajadores sanitarios y su mala distribución en este país de África austral.
La novedad concita la atención pública en vísperas del Día Mundial de la Salud, a celebrarse este viernes. El lema este año será "Trabajar juntos por la salud".
En Mozambique hay dos médicos por cada 100.000 personas, según el Informe de Desarrollo Humano 2005 elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En Estados Unidos existen 549 por cada 100.000 habitantes.
Además, la mayoría de los médicos están radicados en Maputo, aunque sólo alrededor de 10 por ciento de los 18,2 millones de mozambiqueños viven en la capital.
Aun en los mejores tiempos, la baja proporción de médicos en relación con el número de pacientes y la mala distribución del personal sanitario significarían un gran desafío para la salud. Pero si se agrega el factor sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) a la ecuación, la situación se vuelve todavía más problemática.
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Cifras oficiales indican una prevalencia del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) de 16,2 por ciento entre los mozambiqueños de 15 a 59 años. Se trata de uno de los registros más altos del mundo. Actualmente hay alrededor de 1,5 millones de personas viviendo con VIH y sida en este país.
Para enfrentar esta situación, Mozambique permitió a enfermeros administrar y controlar el tratamiento antirretroviral necesario para la supervivencia de los pacientes con sida, tareas habitualmente llevadas a cabo por médicos.
"No tenemos médicos en cada distrito, y los médicos que están allí también necesitan apoyo extra en los tratamientos antirretrovirales", dijo a IPS Martinho Dgedge, portavoz del Ministerio de Salud.
Se estima que unos 200.000 mozambiqueños necesitan medicinas antirretrovirales. En enero, 20.375 personas estaban recibiendo estos fármacos de parte del gobierno, que es apoyado en esta tarea por varias organizaciones no gubernamentales.
La mayoría de los 40 centros donde se realizan las terapias están en las capitales provinciales o concentrados en la zona meridional de este país vasto y escasamente poblado. La mayoría de quienes residen en las áreas rurales, sobre todo en el norte, no tienen acceso a estas medicinas.
"La capacitación de los enfermeros para tratar a pacientes con antirretrovirales es clave para la descentralización", subrayó Dgedge.
Los enfermeros reciben sólo dos años de formación clínica en Mozambique, mucho menos que los médicos.
Pero el director de la Iniciativa para el VIH/Sida de la Fundación Clinton en Mozambique, George Jagoe, señaló: "No podemos mirar dogmáticamente los modelos estadounidense y europeo cuando realizamos tratamientos en África, porque no existe el lujo de tener tantos médicos ni las mismas condiciones".
"La epidemia del VIH/sida está diciendo 'estoy en todos lados', así que el tratamiento tiene que ser integrado a los servicios rurales de salud", añadió.
La Fundación, con sede en la central ciudad estadounidense de Little Rock, fue creada por el ex presidente Bill Clinton (1993-2001) para promover el desarrollo internacional en varias áreas, incluyendo la salud. Jugó un papel clave en la reducción del costo de la medicación para el sida en los países pobres.
La primera tanda de funcionarios de la salud capacitados para tratamientos antirretrovirales este año consistió en 25 estudiantes, que representaron a las 11 provincias de Mozambique.
Custodio Francisco Bambo estuvo entre ellos. Aunque ya había trabajado durante tres meses con médicos experientes en el trato a pacientes con sida en Maputo, el curso teórico-práctico de dos semanas "consolidó lo que había aprendido", dijo a IPS.
Sus consultas con nuevos pacientes que inician la terapia duran en promedio entre 20 y 30 minutos. El paciente al principio recoge los fármacos cada dos semanas, y luego lo hace mensualmente.
"Para lograr la observancia (del tratamiento) es importante tomarse tiempo para aprender todo acerca del paciente: sus responsabilidades en el hogar, su dieta, sus ingresos, el apoyo de los miembros de su familia y cuán lejos necesita viajar para obtener sus medicamentos", explicó Bambo.
En ocasiones, sin embargo, los pacientes pueden fracasar en su intento.
Bambo relató que, cuando comenzó con su trabajo, un joven de 25 años fue traído por su hermano desde su aldea en la meridional provincia de Gaza hasta Maputo para recibir tratamiento. Su parámetro CD4 era menor a 25. Este valor indica el nivel de células inmunes en una persona con VIH. Cuando el registro menor a 200, se debe iniciar terapia antirretroviral.
El joven comenzó a recibir la medicación, pero regresó a su aldea dentro de las primeras dos semanas de tratamiento.
"Se puso muy enfermo, y como estaba demasiado débil para volver a Maputo, recurrió a un curandero. Deberíamos haber averiguado con quién podía quedarse en Maputo durante esas primeras etapas de su tratamiento. El hombre falleció", dijo Bambo.
Otro desafío, agregó, fue estar mentalmente "ágil" para hacer un seguimiento de los avances de cada paciente. También enfatizó la importancia de vincular la terapia antirretroviral con la atención sanitaria de madres e hijos, y con el tratamiento contra la tuberculosis y la malaria.
Consultado sobre si estaría preparado para trabajar en un área rural, Bambo aseguró no tener objeciones, dado que ya había colaborado durante más de un año en un hospital de un distrito aislado en la septentrional provincia de Niassa.
No obstante, expresó preocupación por la falta de infraestructura.
En el hospital de Niassa sólo había electricidad desde las 16.00 hasta las 21.00 horas.
No había médico, y la ambulancia estaba fuera de servicio la mayor parte del tiempo, porque el hospital estaba situado a 400 kilómetros de un taller que vendía baterías.
"Pero el problema más difícil es el sentimiento de estar aislados de los últimos desarrollos en materia de atención a la salud. Esto sería un desafío para el tratamiento del VIH y el sida", dijo Bambo