«Vivimos con miedo. Nos puede pasar cualquier cosa en cualquier momento», relata por teléfono una mujer lesbiana residente en el asentamiento de Soweto, un barrio poco tolerante con las minorías sexuales, al igual que el resto de Sudáfrica.
"Da miedo. Cuando la gente ve dos lesbianas de la mano o besándose en la calle reacciona con insultos que se transforman en un discurso de odio. No faltan las personas que quisieran agredirlas físicamente", explicó a IPS la entrevistada que no quiso dar su nombre.
Soweto es el gigantesco barrio pobre para negros establecido durante el régimen supremacista blanco del apartheid que rigió en este país hasta 1994.
Zanele Muholi, encargada de las relaciones con la comunidad del Foro para el Empoderamiento de las Mujeres, con sede en Johannesburgo, está muy familiarizada con los prejuicios que sufren las lesbianas.
En los últimos años, Muholi dijo haber hablado con "más de 50 personas que recibieron insultos y fueron violadas" y lleva registrados cinco casos importantes de violencia contra lesbianas.
El último incidente ocurrió en la austral Ciudad del Cabo a principios de febrero. Una pandilla apuñaló y apedreó hasta la muerte a una joven de 19 años, Zoliswa Nkonyana, en un barrio residencial con mayoría de población negra en el distrito costero de Khayelitsha.
No es la primera vez que atacan a una mujer homosexual en esa zona. En 2003, señaló Muholi, otra mujer fue gravemente herida en el mismo lugar.
Muholi considera que la ignorancia, la arrogancia y la falta de respeto son el origen de los prejuicios contra las lesbianas. La situación se empeora debido a una cultura de impunidad. "Ellos (los atacantes) saben que no serán castigados", agrega.
Existe la creencia de que la violación puede cambiar la orientación sexual de las homosexuales. Lo cierto es que, además de traumatizarlas, la agresión puede llegar a ser una sentencia de muerte.
"Algunas (violadas) se contagian enfermedades de transmisión sexual como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) o quedan embarazadas", dijo Muholi.
Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/Sida (Onusida), uno de cada cinco adultos en Sudáfrica ha contraído el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante de la enfermedad).
Mientras las lesbianas soportan el prejuicio en las calles de Khayelitsha, Soweto y otros lugares, sus derechos se atrincheran en el sistema legal sudafricano.
El año pasado, el Tribunal Constitucional falló a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Los miembros del parlamento tienen hasta fin de año para convertir en ley ese dictamen.
En 2002, el tribunal había dictaminado que las parejas de homosexuales tenían derecho a adoptar niños, convirtiendo a Sudáfrica en el primer país africano en legalizar este tipo de adopción. Ambos fallos se basan en que la Constitución prohíbe la discriminación con base en la orientación sexual.
La decisión del tribunal constitucional fue totalmente condenada por grupos religiosos.
Njongonkulu Ndungane, arzobispo de la Iglesia Anglicana de Ciudad del Cabo, es categórico: "No consideramos la unión entre dos personas del mismo sexo como un matrimonio frente a los ojos de Dios", expresó.
Sin embargo, Ndungane reconoció que muchas personas podrían estar en desacuerdo con el punto de vista de la Iglesia Anglicana.
"Reconocemos que vivimos en un país que alberga muchas creencias, culturas y prácticas", aclaró. "Sería arrogante y presumido de nuestra parte querer obligar a las personas que piensan de otra forma a tener nuestros mismos valores y puntos de vista".
En otros países de África austral, gays y lesbianas soportan los mismos prejuicios. Un ejemplo son las declaraciones que el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, hiciera unos años atrás: los homosexuales son "peores que los perros y los puercos".
Canaan Banana, el primer presidente de Zimbabwe independiente (1980-1987), fue condenado en 1998 por sodomía y encarcelado durante un año.
El ex presidente de Namibia, Sam Nujoma (1990-2005), también se ha expresado claramente en contra de la homosexualidad.
En el Foro para el Empoderamiento de las Mujeres, Muholi expresa su deseo de que esta vez los asesinos de Nkonyana sean castigados.
"Espero que los atacantes sean arrestados y juzgados. Siento pena por la situación de la compañera de Nkonyana que escapó durante el ataque. Ella necesita asistencia psicológica", agregó. (