EDUCACIÓN: Universalización no garantiza equidad ni inclusión

La meta de la «ciudad educadora» está lejos de cumplirse en el mundo, pues las políticas de gobierno no contemplan a todos los sectores sociales, según educadores, estudiantes y activistas reunidos en esta ciudad del sur de Brasil.

Tal es la conclusión predomina entre los 20.000 participantes del Foro Mundial de la Educación, procedentes de 25 países, cuyas deliberaciones de dos días concluirán este domingo.

En la conferencia, celebrada bajo la consigna "Educación Ciudadana para una Ciudad Educadora", la amplia mayoría coincidió en apuntar que persisten inequidades desalentadoras, pese a que cada vez hay más conciencia de que el derecho a la educación es uno de los principales derechos humanos.

"En 2005 había 140 millones de niños y niñas fuera del sistema educativo", dijo a IPS el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre derecho a la educación, Vernor Muñoz.

El reconocimiento de este derecho es desigual en todas las regiones, lo que conspira contra el cumplimiento en muchos países de uno de los principales Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio: alcanzar la educación básica universal de niños y niñas en 2015.

"Tomando en cuenta las proyecciones más optimistas, la meta de lograr la educación primaria universal tomará al menos 10 años más de lo esperado, pues en 2015 habrá todavía 47 millones de niños y niñas que no asistirán a la escuela", pronosticó Muñoz.

"Cuarenta y siete países no cumplirán el objetivo de escolarización universal hasta prácticamente mediados del siglo", agregó.

Uno de los motivos del retraso es la falta de financiamiento para la educación que, según los estándares internacionales, debe representar al menos seis por ciento del producto interno bruto de los países.

"En muchos casos, el presupuesto destinado a los ejércitos sigue creciendo en detrimento de la educación. En países de África y del sur y oeste de Asia, el promedio de inversiones en ese rubro es igual o menor al 3,5 por ciento" del producto, se lamentó Muñoz.

Sin embargo, la universalización no garantiza por sí sola una educación equitativa e inclusiva, afirmaron los conferencistas.

Para el secretario de Educación Continua, Alfabetización y Diversidad del Ministerio de Educación de Brasil, Ricardo Henriques, la escuela seguirá siendo una máquina de exclusión mientras no se implementen políticas que combatan la desigualdad étnico-racial, regional, cultural y de género, entre otras.

"No basta garantizar el acceso. Tenemos que reducir la deserción escolar y ofrecer a los adultos jóvenes la posibilidad de una educación continua", dijo Henriques, quien también destacó "la importancia de los contenidos educativos, que no pueden ser disociados de la vida cotidiana de las comunidades".

Por otra parte, aunque en la teoría se reconoce la existencia de múltiples identidades históricas, culturales, étnicas y regionales, el sistema educativo oficial sigue, en la práctica, sin cambios que impliquen la aceptación de las diversidades.

En ese punto hicieron hincapié en Nova Iguaçu organizaciones sociales como el Movimiento de los Trabajadores sin Tierra de Brasil (MST), representado en un debate sobre educación, cultura y diversidad por Clarice Aparecida dos Santos.

"Las políticas nacionales de educación en el campo siguen tratando a los campesinos como retrasados y fracasados", criticó Aparecida dos Santos. La activista recordó que el MST alfabetizó en 20 años a más de 100.00 personas y ya logró formar 24 clases en cursos superiores de universidades publicas.

América Latina aún necesita descubrir lo que es una educación de calidad, afirmó, por su parte, el experto Orlando Pulido, de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia y miembro del Foro Latinoamericano de Políticas Educacionales.

Según Pulido, el aumento en la cantidad de escuelas o la utilización de tecnologías como la informática no implican una mejora automática del nivel educativo de un país.

Es necesario discutir el significado de la palabra calidad en el contexto de la educación, agregó. "Hoy, sólo se habla de calidad cuando el proceso educativo está orientado al mercado. La educación es considerada un servicio, pero la verdadera educación de calidad debe formar valores que nos ayuden a superar los conflictos que vivemos en nuestros países", sostuvo.

En la deliberación del Foro sobre "Ética y ciudadanía en tiempos de exclusión" quedó de manifiesto la unanimidad de los participantes en cuanto a que la construcción de la ciudadanía pasa por estrategias que acaben con las exclusiones de todo tipo.

Para alcanzar ese objetivo, se requiere exigir una postura ética a los gobernantes. Esas ideas quedaron resumidas en la intervención del colombiano Ramón Moncada, de la organización Corporación Región, interrumpido por frecuentes aplausos.

"La sociedad exige que cada persona sea un ciudadano ético, que sea obediente, que se comporte bien. Pero para que eso ocurra hay que garantizar primero todos sus derechos y sólo un gobierno ético puede hacerlo", advirtió.

"No se puede denominar a una ciudad 'educadora' si en ella no se garantiza la educación, no se garantiza la vivienda, la salud y todo lo que forma parte de la vida de la gente", concluyó. (

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