En condiciones normales, la llegada de las aves migratorias señalaría sólo un cambio de estación. Pero para miles de congoleños ese fenómeno natural constituye ahora una poderosa amenaza: la transmisión de la cepa H5N1 del virus de la influenza aviar.
Un vasto valle arbolado se extiende muy cerca de la oficina de Jose Mpindi, un ornitólogo de la Universidad de Kinshasa, República Democrática del Congo.
"Este invierno (boreal), los árboles estarán repletos de gorjeos de aves de todo el mundo", dice Mpindi mientras señala con sus dedos las rutas migratorias que siguen al menos un millón de ejemplares por año. "De hecho, ya han comenzado a llegar".
Los casos de influenza aviar detectados en las últimas semanas en Turquía y Grecia apoyan la teoría de que las aves migratorias que en las próximas semanas viajen desde Europa oriental y Asia alejándose del invierno llevarán el H5N1 a África oriental y central.
Alrededor de 60 personas murieron en Asia desde 2003 tras contraer esa variedad de la gripe del pollo directamente de aves infectadas. Los científicos temen que una pequeña mutación permita al H5N1 transmitirse entre humanos, desatando una pandemia similar al brote de gripe española que entre 1918 y 1919 mató a 50 millones de personas en el mundo, 500.000 de ellas en Estados Unidos.
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En un principio se creía que la gripe del pollo sólo afectaba a las aves, pero en 1997 se registraron los primeros contagios de humanos por contacto con los animales infectados.
Funcionarios de salud temen que el virus pueda expandirse incontrolablemente en estas regiones africanas, donde la pobreza es endémica, los servicios de salud son inadecuados, y millones de personas están debilitadas por el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
En la RDC, donde se estima que casi uno de cada 20 ciudadanos es portador de VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), familias enteras suelen vivir en habitaciones diminutas en Kinshasa.
Esto proporcionaría un entorno ideal para la difusión de un virus que se transmite a través del aire, como el H5N1.Una epidemia humana de influenza aviar en un entorno de organismos humanos ya debilitados, podría poner a comunidades enteras en peligro.
"La gente en este país está mal alimentada, sus sistemas inmunológicos son débiles", dijo Jeff Mutombo, un médico que trabaja en la RDC para la organización internacional Médicos Sin Fronteras.
Además, "los trabajadores de la salud mal remunerados son difíciles de motivar, especialmente cuando hay que tratar con enfermedades contagiosas, como la gripe", agregó.
El mes pasado, el ministro de Salud, Emil Bongeli, anunció la prohibición de las importaciones de todo tipo de aves de corral vivas, en un intento de afrontar la amenaza planteada por la influenza aviar.
"No hay razón para tener pánico, pero nos debemos preparar", afirmó.
Funcionarios de Agricultura dijeron haber alertado a los productores rurales de todo el país sobre los riesgos de la gripe del pollo. Mientras migran, las aves silvestres son capaces de albergar el virus H5N1 durante largos periodos, sin contraerlo. Los pollos, en cambio, pueden sucumbir a él en cuestión de horas.
Bongeli también dijo que estaba negociando con el laboratorio indio Cipla para asegurarse medicamentos antivirales genéricos (menos costosos que los originales sujetos a derechos de patente). Cipla asegura ser capaz de desarrollar una versión genérica de Tamiflu, una costosa medicina eficaz para tratar la influenza aviar, del gigante farmacéutico Roche.
Los funcionarios congoleños esperan más que nada que donantes extranjeros intervengan en caso de que se produzca una crisis sanitaria.
"En esos casos apelamos a la comunidad internacional", dijo Pierre Lokadi, un jerarca del Ministerio de Salud.
Más allá de las limitaciones de financiación y de la resistencia del personal médico, un representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cree que el gobierno congoleño podría hacer más.
"Incluso los problemas que (el gobierno) puede manejar con sus propios recursos son dejados para que la comunidad internacional los resuelva", opinó Florent Ekwanzala, coordinador de enfermedades de la RDC en la OMS.
Menos de un tercio de los 80 millones de dólares asignados a salud en el presupuesto nacional fue gastado en 2004. En cambio, la OMS estima que más de 200 millones de dólares de asistencia externa se destinan por año a la atención sanitaria.
"Nos gustaría ver un compromiso político real, y puede ser que entonces podamos avanzar", destacó Ekwanzala.
La mayoría de la población en Kinshasa sólo oyó de la influenza aviar cuando el ministro de Salud anunció la semana pasada en la televisión nacional que el virus planteaba una amenaza para el país.
"¿Cuándo vendrá la gripe del pollo?", preguntó Marie Biloke, que vende tarjetas prepagas para teléfonos celulares en las calles de la capital. "Una cosa es segura: nuestro gobierno no ayudará", afirmó.
"Nuestros políticos están ocupados poniendo dinero en sus bolsillos. ¿Cuándo pensaron en nosotros?", añadió.
Muy cerca, un niño de seis años en harapos saca su pelota de fútbol de una contaminada canaleta al lado de la clínica Puissant y devuelve el juguete nauseabundo al patio de juego de su escuela, al otro lado de la calle. Cientos de personas pasan por allí casi sin notar la escena, habituadas al deteriorado entorno.
"Si alguna gente blanca y rica nos ayuda, tal vez estemos protegidos", reflexiona Biloke. "Pero si morimos, ¿a alguien le importará? No lo creo".