SALUD: Banco Mundial se lava las manos por gripe aviar

Ante una posible pandemia de gripe del pollo, el Banco Mundial eligió distanciarse de su propósito de impulsar políticas de ayuda al Sur en desarrollo. Al mantenerse al margen del problema, brinda un implícito apoyo a los grandes laboratorios.

Lo que revela esta actitud del Banco es la posición que adoptó en relación al Tamiflu, uno de los dos únicos medicamentos capaces de salvar a los seres humanos de la mortal cepa H5N1 del virus de la gripe del pollo o influenza aviar.

El Banco decidió que no se corresponde con su misión involucrarse en el debate sobre la patente del Tamiflu, propiedad del gigante farmacéutico suizo Roche, aunque esta situación está prevista en el régimen de "licencias compulsivas".

Las "licencias compulsivas" son una medida prevista en la legislación de muchas naciones y que les permite, en caso de emergencia sanitaria, autorizar la producción de un fármaco a laboratorios instalados en el país, estableciendo una remuneración fija a la compañía propietaria de la patente.

Consultado sobre la posición del Banco en torno de estas licencias, un funcionario de la institución advirtió que ésta no se dedica a "apoyar" o "adoptar posiciones" sobre asuntos bajo "negociación" en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
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"No tomamos posición ni impulsamos lo que debería estar sucediendo en ninguna negociación comercial", dijo Homi Kharas, economista jefe del Banco para Asia oriental y el Pacífico, en una teleconferencia entre funcionarios de la institución y periodistas de Washington, Bangkok, Phnom Penh y Hanoi.

"Cuando hay propuestas concretas sobre la mesa, nos preguntan cómo podrían afectar a (…) los países en desarrollo, y entonces ofrecemos análisis", agregó. "Haremos la misma clase de análisis también con las licencias compulsivas."

El debate en torno de las licencias compulsivas aumentó de temperatura al hacerse evidente que Roche era incapaz de satisfacer la demanda internacional de Tamiflu.

Funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y un senador estadounidense, el demócrata Chuck Schumer, exigen a Roche que resigne su patente para salvar vidas.

A fines de octubre, la empresa suiza acordó ceder a cuatro fabricantes estadounidenses de medicamentos genéricos la licencia para producir Tamiflu. Los genéricos son fármacos identificados por el nombre de su principio activo pero mucho más baratos que sus equivalentes con marca registrada.

Bajo este régimen, los países se atribuyen el derecho a no respetar la patente de un medicamento de marca si esto permite salvar vidas en casos de emergencias de salud pública.

Durante años, países desarrollados como Estados Unidos, Canadá y Australia recurrieron a esta medida cuando afrontaron crisis sanitarias, según un estudio de la ONU.

Pero, al mismo tiempo, se impidió a los países en desarrollo tramitar licencias compulsivas, incluso después de un gran avance en las negociaciones al respecto en la conferencia ministerial de la OMC celebrada en Doha en noviembre de 2001.

La presión ejercida por el Norte industrializado para proteger los márgenes de ganancia de los gigantes del sector farmacéutico fue la razón principal para negarle al Sur en desarrollo una oportunidad para convertir en realidad los compromisos asumidos en Doha.

Negociadores comerciales acordaron en aquella conferencia de la OMC que las naciones en desarrollo, bajo las disposiciones especiales de Derechos de Propiedad Intelectual Relativos al Comercio, pueden producir o comprar medicamentos genéricos.

El propósito es que se les dé a esas naciones la posibilidad de contar con fármacos más baratos para tratar pandemias como la de sida.

La declaración de Kharas, efectuadas el jueves pasado, coincide con grandes manifestaciones de preocupación por parte del Banco Mundial y de su rama regional, el Banco de Desarrollo Asiático, por el lúgubre panorama que se avizora en caso de que la gripe del pollo desate una pandemia.

En lo relativo a la obvia solución para salvar vidas, el Banco intenta presentarse a sí mismo como una entidad pasiva y sin poder, prefiriendo observar los acontecimientos desde la periferia de los debates políticos globales.

Tal posición, sin embargo, está lejos de la realidad cuando se trata de fortalecer las oportunidades para que las empresas multinacionales se beneficien económicamente a través de la agenda global de libre comercio.

Un ejemplo típico de esa postura es el documento elaborado por funcionarios del Banco con el fin de presionar a países en desarrollo para que abracen las políticas liberales de comercio en la sexta conferencia ministerial de la OMC, que se celebrará en Hong Kong del 13 al 18 de diciembre.

"La apertura comercial ha sido un elemento central de las estrategias de crecimiento exitosas: en todos los países que tienen un crecimiento sostenido, la cuota del comercio en el producto interno bruto aumentó y las barreras comerciales se redujeron", alega el documento, publicado en agosto y titulado "Informe de progreso comercial: La agenda de desarrollo de Doha y la asistencia para el comercio".

Quienes suelen criticar las políticas del Banco Mundial manifiestan sorpresa ante las excusas ofrecidas por el organismo en su intento de desalojar la cuestión de las licencias compulsivas de su agenda.

"El Banco Mundial estuvo produciendo documentos de apoyo y promocionando sus posturas en materia de políticas públicas durante décadas. No son un secreto", dijo a IPS Shalmali Guttal, investigadora del centro de estudios Focus on the Global South, con sede en Bangkok.

Guttal alegó que el Banco "no debería seguir sin comprometerse" en el debate sobre el Tamiflu y las licencias compulsivas.

"Aun si crisis sanitarias del pasado no promovieron el sentido de la ética del Banco, las amenazas de pandemias de virus como el de la influenza aviar deberían ser suficientes para llevarlo a exigir un alto inmediato a los regímenes de patentes", agregó.

Por su parte, Asia Rusell, directora de política internacional en la organización Health GAP, con sede en Estados Unidos, consideró que el Banco Mundial "debería apoyar a los países para que usen sus derechos legales en la OMC para emitir licencias compulsivas y tomar otras medidas que aseguren el acceso a medicamentos para todos", dijo, entrevistada por correo electrónico.

Hasta ahora murieron 62 personas de entre los 121 casos de gripe del pollo detectados en cuatro países de Asia sudoriental: Camboya, Indonesia, Tailandia y Vietnam.

Estas muertes se produjeron al contraer el H5N1 directamente de aves infectadas. En 1997 se registraron los primeros contagios de pájaro a humano.

Los científicos temen que una pequeña mutación permita al H5N1 transmitirse de un humano a otro, desatando una pandemia similar al brote de gripe española que entre 1918 y 1919 mató a 50 millones de personas en el mundo, 500.000 de ellas en Estados Unidos.

A años de distancia de hallar una vacuna para prevenir esta pandemia, la esperanza se concentra en el Tamiflu, dado que el sistema inmunológico de los humanos carece de la fuerza para luchar contra infecciones causadas por la cepa H5N1.

El conveniente silencio del Banco en torno a las licencias obligatorias de Tamiflu revela dónde radican sus lealtades: en las ganancias de un gigante farmacéutico más que en la población vulnerable de los países en desarrollo de Asia oriental.

"Supongo que seguirá sin comprometerse hasta que sea presionado de una forma u otra por Estados Unidos, o su silencio se volverá insostenible", opinó Guttal.

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