Veinte niños y niñas, cinco de ellos discapacitados, fueron rescatados de una red de tráfico de personas en Yemen este mes, pero organizaciones defensoras de los derechos humanos aseguran que el mayor peligro para estos menores está en sus propios hogares.
El Ministerio de Asuntos Sociales reconoció que unos 300 niños y niñas yemenitas son encontrados todos los meses realizando trabajos forzados en Arabia Saudita.
Por lo tanto, las autoridades abrieron en la fronteriza ciudad de Harad un centro para atención de estas víctimas.
El tráfico de menores en Yemen aumentó en especial tras la expulsión de un gran número trabajadores ilegales yemenitas de Arabia Saudita después de la primera guerra del Golfo, en 1991.
Los traficantes optaron por introducir ilegalmente a menores, ya que las autoridades sauditas, en caso de encontrarlos, no inician una investigación, sino que simplemente los deportan.
Muchos niños son secuestrados por organizaciones delictivas, pero otros son enviados por sus propias familias, según organizaciones de la sociedad civil.
"La pobreza extrema y el desempleo lleva a muchas familias yemenitas a entregar a sus hijos a los traficantes, que los tratan con crueldad", dijo a IPS Amat Al Rahman, una trabajadora social especializada en asuntos de familia.
Algunos menores son llevados a la frontera por un familiar y abandonados allí. En otros casos, los padres les pagan a los traficantes para que trasladen a sus hijos a Arabia Saudita.
Muchas familias en Yemen dependen de lo que ganan sus hijos en el exterior mendigando o realizando labores que ponen en riesgo su salud. Los traficantes por lo general se quedan con un porcentaje de esas ganancias.
El gran temor de las familias es que los niños sean enviados de regreso a su hogar, y no que su seguridad esté amenazada, afirman trabajadores sociales.
El Ministerio señaló que estos menores son con frecuencia víctimas de violencia, hambre, abuso sexual y extorsiones tanto a manos de los traficantes, como de los guardias en la frontera y la policía.
"La situación es en especial grave para los niños de cinco o seis años, que no saben decir a las autoridades de dónde provienen, y por lo tanto permanecen detenidos por largos períodos", dijo a IPS un trabajador social.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señaló que los niños y niñas detenidas sufren frecuentes abusos de parte de las autoridades.
"Cualquiera deportado a Yemen es considerado culpable de un crimen", dijo a IPS el representante de Unicef en este país, Solofo Ramaroson.
En caso de que puedan regresar a su hogar, su calvario no cesa. "Muchas veces hemos logrado devolverlos a sus familias, y luego éstas los obligan a procurar otra vez un trabajo en Arabia Saudita", dijo a IPS un funcionario del centro en Harad.
Soud Al Habashi, experto de Unicef en protección a la infancia en Yemen, sostuvo que se debían adoptar severas normas contra este fenómeno.
"No existen leyes contra el tráfico de personas en Yemen. Los responsables sólo pueden ser juzgados por abuso y encarcelados entre tres y seis meses. Esto tiene que cambiar", señaló.
Pero esto sólo no es una solución al problema. Las familias necesitan ayuda para superar sus difíciles condiciones de vida, y deben ser alertadas sobre el peligro que representan los traficantes, sostienen activistas.
"No podemos decirle a las familias que mantengan a sus hijos en su casa y vivan en la pobreza y el hambre. Averiguar las razones y hallar soluciones es mejor que desplegar guardias en las fronteras para detener a los mismos niños una y otra vez", dijo a IPS el sociólogo Mohammed Al Shafari. (