Al igual que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cada vez más y más gobernantes entienden «dinero» y «mercados» cuando escuchan el término «cambio climático».
Por lo tanto, podrían estar siguiendo los pasos de Bush contra la reversión de ese proceso ambiental, más que intentando convencerlo de aceptar los convenios internacionales en la materia, como el Protocolo de Kyoto de la Convención de Cambio Climático.
Algunos estados de Estados Unidos han aprobado sistemas de permiso para la emisión de gases invernadero que coinciden con las previsiones del Protocolo —rechazado por Washington— y con las normas de la Unión Europea.
Pero las autoridades de esos mismos estados podrían toparse ahora con varios jefes de gobierno del mundo que se alían con el mismo presidente Bush, que les ha dado la espalda en esta materia.
Estos temores se hicieron evidentes en la conferencia de representantes de 20 gobiernos, entre ellos varios ministros de ambiente, convocada por el gobierno de Gran Bretaña y celebrada el jueves y viernes en Londres.
Se trató de una reunión preliminar a la conferencia de las partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, a celebrarse en Montreal, Canadá, del 29 de este mes al 9 de diciembre.
Pero la reunión no se enmarca en las actividades de la Convención, sino que es parte de una iniciativa del primer ministro británico Toni Blair en el Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo, realizada en julio en Escocia.
La propuesta tenía el propósito implícito de llevar a China e India, entre otras economías emergentes del Sur en desarrollo, a asumir los mismos compromisos que los del Norte industrial en materia de recortes de emisiones de gases invernadero.
La reunión en Londres terminó sin resultados.
"Pero lo que hemos escuchado es un cambio significativo en los compromisos sobre metas" de reducción de emisiones de gases invernadero, dijo a IPS Camilla Toulmin, del no gubernamental Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo.
"Evidentemente, Blair cree que las metas y los compromisos obligatorios ahuyentan a la gente y la ponen nerviosa. Por eso prefieren un mucho mayor énfasis en cuestiones como el desarrollo tecnológico", agregó.
La mayoría de científicos coinciden en que el recalentamiento del planeta es provocado por las actividades humanas, sobre todo por la liberación de gases en procesos industriales, de transporte y domésticos por la quema de combustibles fósiles, como petróleo, gas y carbón.
Esos gases, el principal de los cuales es el dióxido de carbono, se acumulan en la atmósfera y, por su gran capacidad para retener el calor de los rayos solares, acentúan el llamado "efecto invernadero".
Blair dijo luego de la conferencia que la industria se estaba poniendo "muy nerviosa y muy preocupada" sobre las metas específicas del Protocolo de Kyoto.
"La gente", sostuvo, refiriéndose a los industriales, "teme que alguna fuerza externa les imponga alguna meta interna que restringirá el crecimiento económico. Creo que en el mundo posterior a 2012 necesitaremos una serie de mecanismos mejores y más delicados para atacar este problema."
Esto significa, de hecho, un empujón hacia la muerte del Protocolo de Kyoto. Según el convenio acordado en esa ciudad japonesa en 1997, los países industrializados debería recortar las emisiones al menos 5,2 por ciento en el primer periodo de implementación (2008-2012) respecto de los niveles de 1990.
Países en desarrollo como India y China están exceptuados de introducir nuevas tecnologías para recortar sus emisiones.
La base de tal exclusión es el convencimiento de que los países industriales son responsables del grueso de la contaminación y, por lo tanto, deben ser los primeros en recortar sus emisiones.
China e India también consideran que sus emisiones, consideradas en relación con sus poblaciones, son minúsculas en comparación con las del Norte industrial.
Pero Blair argumenta que la expansión masiva de la industria de esos países obliga a incluirlos en cualquier compromiso que se alcance para más allá de 2012.
China e India apoyan el Protocolo, pero no si las obliga a cumplir metas y compromisos de recorte de emisiones. La nueva tecnología requerida para eso tiene un costo, y esos países temen que ese costo eleve el precio de sus productos a niveles que socaven su competitividad en el mercado internacional.
"Creo que hay una gran preocupación por el poder económico y la competitividad de China e India", dijo Toulmin. "Como consecuencia, gente de Gran Bretaña, en Europa y en América del Norte parece querer retroceder en regulaciones de distinto tipo, como la ambiental, porque creen que dañarán su capacidad de competir con eficacia con China e India."
"Esa es una de las razones por la que vemos un cambio de regulaciones más estrictas a lo que se cree un ambiente más amistoso para los negocios", agregó.
Se trata de un temor infundado, según la experta. "Lo interesante es que muchos empresarios británicos y europeos procuran una mayor regulación. Quieren que el gobierno les diga cuál será el marco, para así poder planificar para los próximos cinco, 10 o 15 años."
La reunión ministerial en Londres terminó sin acuerdos específicos.
"Eran 20 países hablando juntos sobre tecnologías limpias y el alcance de las tecnologías para alcanzar reducciones de emisiones de gases invernadero", dijo a IPS Catherine Pearce, de la organización ambientalista internacional Amigos de la Tierra.
"No hubo compromisos, cronogramas ni metas. Eso fue lo que se había adelantado en la reunión del Grupo de los Ocho (países más poderosos del mundo) de este año. Es gran cosa ver las coincidencias de China, India y Estados Unidos sobre el potencial de las fuentes renovables de energía para reducir las emisiones de dióxido de carbono." ***** + Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo, en inglés (http://www.iied.org) +Amigos de la Tierra Internacional, en inglés (http://www.foe.org) (FIN/IPS/traen-mj/ss/raj/en if kp/05)