La imagen de Canadá como nación respetuosa de las minorías, de ambiente prístino y abundante agua fresca se diluyó al revelarse las miserables condiciones de vida de buena parte de sus comunidades indígenas.
Alrededor de la mitad de los 1.900 integrantes de la comunidad cree de Kashechewan fueron trasladados por avión a otras comunidades de la centrooriental provincia de Ontario.
La operación respondió a la detección en las fuentes de agua de la comunidad de una cepa del mortal colibacilo E (Escherichia coli), como consecuencia del vertido de aguas residuales.
El resto de la población será trasladada en las próximas dos semanas, mientras la temporada de caza se va terminando.
El aumento de la concentración de cloro en el agua sólo sirvió para exacerbar enfermedades de la piel como eccemas, sarna e impétigo, sin lograr que fuera segura para beber ni para bañarse.
El gobierno federal de Canadá prometió reubicar en un plazo de 10 años a toda la comunidad en nuevas viviendas, para convertir en recuerdo el hacinamiento y la miseria de la reserva de Kashechewan, donde varias generaciones de familias extendidas deben compartir el mismo techo.
Una familia de 19 miembros, por ejemplo, comparte una vivienda de dos habitaciones.
Según la Asamblea de Primeras Naciones (AFN), organización que representa a unas 100 comunidades indígenas canadienses, Kashechewan es sólo la punta del iceberg.
La AFN aseguró que al menos otras 100 comunidades indígenas en toda la nación están sufriendo la misma pobreza que la de Kashechewan y necesitan una acción de emergencia.
El gobierno federal se manifestó sorprendido por el alcance del problema en Kashechewan. Pero la AFN y el gobierno provincial de Ontario insisten en que el problema fue evidente durante varios años y en que nadie debería asombrado.
"Obviamente, es inaceptable, y nuestro gobierno federal debe aceptar su responsabilidad. Nosotros así lo hacemos. Se tomarán acciones", dijo el primer ministro Paul Martin.
Pero fue el gobierno provincial el que asumió la responsabilidad de trasladar por vía aérea a los primeros 1.000 residentes a otras comunidades de Ontario aunque, técnicamente, las reservas indígenas están bajo la égida de Ottawa.
A medida que los habitantes de la reserva eran llevados fuera del lugar, las fuerzas armadas canadienses ingresaban, también por aire, con equipos de purificación de agua.
El jefe de gobierno de Ontario, Dalton McGuinty, aliado político de Martin en la mayoría de las cuestiones de política nacional, dijo que el gobierno federal estuvo "desaparecido en acción" en los últimos dos años, durante las cuales la planta de tratamiento de agua de Kashechewan vertía grandes cantidades de cloro en el líquido en un intento por combatir la persistente contaminación.
"Tuvimos que actuar porque el gobierno federal no ha tomado acciones allí", afirmó el ministro de Asuntos Aborígenes de la provincia, David Ramsay.
La reacción en Ottawa fue confusa.
El ministro federal de Asuntos Indígenas y Desarrollo Septentrional, Andy Scott, dijo a la Cámara de los Comunes (cámara baja del parlamento canadiense) que su cartera actuó apenas supo el alcance del problema.
Pero admitió que la situación se remonta a 1957, y que "será solucionada por este gobierno, a partir de ahora".
El presidente de la AFN, Phil Fontaine, expresó que la necesidad de tomar aun más medidas es urgente, y no sólo respecto de Kaschechewan.
"El primer paso es afrontar la crisis en Kashechewan", dijo. "Entonces debemos delinear un plan global para abordar este problema sobre una base nacional, porque demasiadas comunidades de la AFN en Canadá sufren esta situación."
Según la AFN, actualmente más de 100 de las comunidades que representa deben hervir el agua para poder beberla y más de un cuarto de los sistemas de tratamiento del agua producen un líquido con alto riesgo de contaminación.
Los líderes federales, provinciales y comunitarios ya iniciaron conversaciones en busca de una nueva ubicación para la comunidad de Kashechewan. La actual, sobre la costa de la septentrional bahía James, no puede expandirse a causa de la estructura rocosa que la rodea.
Esto llevó a que las ya superpobladas viviendas derivaran en un verdadero hacinamiento y exprimieran servicios comunitarios como el saneamiento, el suministro de agua y la atención a la salud.
El gobierno provincial prometió dar toda la tierra que sea necesaria para construir una nueva comunidad. Martin prometió financiamiento federal, aunque hasta ahora nadie sabe cuánto dinero se requerirá.
Pero está claro que todos esperan que la mudanza de la comunidad en su totalidad sea más exitosa que la de otras en la oriental provincia de Newfoundland, hace tres años.
Incidentes de inhalación masiva de gasolina y una ola de suicidios de adolescentes asolaron a la comunidad innu en Davis Inlet, en la provincia de Newfoundland y Labrador, y el escándalo fue internacional. La televisión captó la miseria y la falta de servicios básicos de agua y saneamiento.
La comunidad se trasladó a una nueva reserva cerca de allí, Natuashish. Pero ahora algunos miembros del concejo son investigados por haber disfrutado lujosos viajes, munidos de cheques en blanco procedentes de la cuenta bancaria de la localidad, y se concedían a sí mismos préstamos excesivos sin ningún control.
Hasta ahora, las autoridades locales se han negado a hacer declaraciones sobre este tema.